Por Nazanin Armanian

Lo último para debilitar y desacreditar el movimiento universal de liberación de la mujer ha sido acusarle de representar al “feminismo blanco- occidental-cristiano”, de ejercer superioridad racial y de clase sobre las mujeres de otros países, razas y religiones, y elaborar recetas equivocadas para ellas, menospreciando su voluntad de sentirse felices como ellas desean.


El pensamiento occidental moderno es un pensamiento abismal. Este consiste en un sistema de distinciones visibles e invisibles, las invisibles constituyen el fundamento de las visibles. Las distinciones invisibles son establecidas a traves de lineas radicales que dividen la realidad social en dos universos, el universo de "este lado de la linea" y el universo del "otro lado de la linea".

El capitalismo neoliberal dista de ser justo, pero es indudablemente completo. Constituye la primera expresión histórica del capital mundial capaz de colonizar subjetividades y vidas cotidianas y ya no se limita a condicionar, por ejemplo,  el sentido común ni los sufragios de los sujetos, ni se propone la mera obtención de plusvalía. Por el contrario, avanza también en la modelación de sus gustos, sus hábitos, su concepción de la cultura, del ocio y de la pretendida felicidad en los espacios de enlatado y preconcebido esparcimiento.


Por Boaventura de Sousa Santos**

El futuro de la izquierda no es más difícil de predecir que cualquier otro acontecimiento social. La mejor manera de abordarlo es haciendo lo que llamo sociología de las emergencias. Consiste en prestar especial atención a algunas señales del presente para ver en ellas tendencias, embriones de lo que puede ser decisivo en el futuro.

"Al caer la tarde el sector céntrico de la ciudad es irreconocible. La pequeña burguesía, los estudiantes, los abogados, las gentes bien vestidas, el 'público culto' que había dominado hacía pocas horas las calles desaparecen. Algunos raleados grupos 'democráticos' desde las veredas, observan perplejos el inusitado espectáculo.

Por Eduardo Luis Aguirre

Algunas retóricas, esperablemente edulcoradas y actualizadas, enmascaran detrás del concepto de las neurociencias -y la “meritocracia”- un nuevo embate del positivismo neospenceriano de matriz postmoderna.

Herbert Spencer (imagen), vale aclararlo, fue un referente trascendental del positivismo sociológico decimonónico, que acuñaba un concepto organicista y racista de las sociedades, en las que, pontificaba, supervivirían únicamente los más aptos. Ese positivismo caló fuerte en América Latina, y muy especialmente en la Argentina, que contó con exponentes notables como José Ingenieros, José Peco, Juan B. Justo y otros cultores que influyeron decisivamente en la articulación de un discurso causalista y determinista cuya hegemonía se extendió durante décadas (1).

Es preciso continuar insistiendo en la necesidad de impulsar rupturas con las categorías eurocéntricas que en muchos campos del saber académico nos impiden pensar en lo que nos ha sido vedado pensar como consecuencia de un proceso de colonización cultural y epistemológico que duró siglos. La filosofía que empezaremos a conocer, esa percepción del mundo, de lo americano, de sus escalas de valores (en especial la influencia de lo seminal) serían fundamentales para la deconstrucción de un pensamiento hegemónico.
 
Por Leticia Vita (*)
 
1. Introducción
Uno de los debates más controvertidos de la teoría jurídica clásica y de la moderna es el de la entidad del delito y de la naturaleza de la pena. Definir lo que se entiende por delito y manifestar cuál es el carácter de la pena es una cuestión que va de la mano de la concepción misma del Estado. Es así que, mientras la tradición liberal clásica entiende al orden jurídico punitivo en consonancia con la existencia de un Estado funcional al mantenimiento de cierto “orden” social, la tradición anarquista concebirá a la normativa coercitiva del derecho penal como una de las manifestaciones más nefastas del Estado y destinada a desaparecer con él.