Por Eduardo Luis Aguirre 

En nuestra anterior entrega ensayábamos la conjetura de la inauguración de una nueva fisonomía del sistema de control global punitivo. Utilizábamos entonces el concepto de fisonomía porque el mismo refiere al aspecto exterior, al mero rostro o semblante de una cosa. Aludíamos de esa manera a un mero cambio de fachada en las relaciones de dominación y control en el orden internacional. Los acontecimientos de medio oriente ratificaban el colapso de un instrumento jurídico-político destinado a garantizar  el status quo de las relaciones de fuerzas mundiales, al que se conoció a partir de la segunda mitad del siglo pasado como "Sistema internacional de los derechos humanos". Pues bien, ese presuntuoso instrumento legal tambien ha quedado en ruinas. La convivencia entre los países parece ahora regirse descaradamente por la utilización de la fuerza.
Dice la académica  Ruth Ferrero-Turrión en su artículo "Estados Unidos ataca a Iran: Otra guerra ilegal" (*)
"La única vía de protección de la seguridad está a estas horas cada vez más ligada a la tenencia de armas nucleares". Esta es la primera conclusión a la que muchos actores internacionales se acogerán para incrementar la carrera de armamento, donde solo el arma nuclear puede garantizar la seguridad. La gran paradoja es la siguiente. Si Irán hubiera tenido armamento nuclear, jamás hubiera sido atacado. Al contrario que otro tipo de armamento, el nuclear está hecho para su exhibición, una exhibición que es la que genera la disuasión. Así, de haber tenido armas nucleares, Irán las hubiera mostrado y no escondido. Además, tanto desde la CIA como desde el Organismo Internacional de la Energía Atómica se informaba de la inexistencia de indicios de la posesión por parte de Teherán de armamento nuclear. Y aunque nunca nadie puede estar seguro de nada en los tiempos que corren, lo cierto es que este ataque no parece estar simplemente motivado por la cuestión del armamento nuclear". Esta proliferación ilegítima de los ataques preventivos,  unilaterales y no provocados puso en evidencia el silencio atroz de la ONU, una vez más. Esta hipótesis  es compartida y ampliada por la experta britanico- iraní Roxane Farmanfarmaian, Directora del Instituto de Estudios Internacionales y Política global de la Universidad de Cambridge, quien en una entrevista brindada al diario español El Mundo destaca el corrimiento evidente de la ONU en una contienda en la que Irán fue el país atacado por Israel, que pese a sindicar a los persas como un país potencialmente desestabilizador en la región, deja de lado que éste no posee armas nucleares que sí tiene en cambio la nación agresora (**).  Ese deterioro de los derechos humanos  institucionales no ha hecho más que repetir  su propia ineptitud y ratificar la pasividad de la Organización, los sucesivos acuerdos y tratados rubricados desde la invasión a la Antigua Yugoslavia hasta la fecha. Los ataques contra países soberanos mediante la apelación al supuesto riesgo de la "seguridad nacional" se legitiman, una vez más, como uno de los ejes con los que se construye el nuevo orden internacional. Esto ratifica algo que conocemos: no es el derecho internacional sino la fuerza militar la que se acepta como forma de resolución de los conflictos políticos.

"En esta ocasión -sigue diciendo  Ferrero-Turrión-, al contrario que durante la invasión lanzada contra Irak en 2003, hay dos cuestiones que se están pasando por alto, pero que son esenciales para entender cómo los acontecimientos de las últimas horas suponen un punto y aparte de todo lo que conocemos. Y estas tienen que ver con la vulneración flagrante no ya del Derecho Internacional, que también, sino que la vulneración de los procedimientos formales establecidos en el marco de las democracias son los que marcan el principio del fin de estas. Si en 2003 se contó con el mandato del Congreso y del Senado norteamericano y con una puesta en escena de la narrativa que justificaba los ataques por la existencia de armas de destrucción masiva en Irak ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en esta ocasión ni el uno ni el otro se han tenido en cuenta. Los puentes del procedimiento democrático se han roto". Esto mismo analizábamos en 2013, en el libro "Sociología del control global punitivo. Apuntes sobre la seguridad,  la guerra y la paz.
En aquel momento analizábamos las violaciones al Derecho Internacional que significaban las intervenciones armadas preventivas o "humanitarias". Hoy debemos agregar el incumplimiento  del artículo 56 del Protocolo Adicional de las Convenciones de Ginebra que prohíbe los ataques contra instalaciones nucleares, sumado a lo que ya se venía incumpliendo como el cumplimiento del Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024 donde se solicita que los países deben aplicar la medidas que impidan "relaciones comerciales y de inversión" que permitan reforzar y mantener la ocupación israelí de Gaza o las múltiples resoluciones de NNUU también incumplidas.
La refundación de un nuevo derecho internacional,  un acuerdo democrático y solidario es el único camino para evitar que la mayor potencia del mundo se arrogue el derecho de iniciar las guerras, de darles por terminada, de decretar unilateralmente las condiciones del cese de los antagonismos y de amenazar a sus propios socios de la OTAN en su versión de alianza militar ofensiva en tanto y en cuanto se nieguen a la irracionalidad de aportar el 5% de su PIB a la OTAN. El gobierno de España, embretado al igual que otras potencias europeas en una postura rusófoba absurda, acaba de sufrir amenazas explícitas por parte del gestor de la paz americana en la reciente cumbre de la OTAN celebrada en La Haya. Europa también está siendo sometida y humillada. El control punitivo es conceptualmente el mismo. La sinrazón unilateral de la coerción es su nueva fisonomía.


(*) disponible en https://www.publico.es/opinion/columnas/eeuu-ataca-iran-nueva-guerra-ilegal.html
(**) disponible en https://www.elmundo.es/internacional/2025/06/25/685a8f1de9cf4ad3358b4590.html