Por Eduardo Luis Aguirre
Hay algo de lo que muy poco se habla en la política argentina. La irrupción de Milei en esa ágora parece haber frenado una dinámica histórica, casi inmemorial en la forma de hacer política. Más allá de las diferencias, las reyertas y hasta los agravios, la política terminó, siempre, posibilitando las negociaciones, los consensos de mayor o menor cristalinidad y en ese marco que admitía un adentro casi coloquial y un afuera políticamente suburbano. Más de un siglo de afianzamiento de esas prácticas que podríamos denominar “amigables”, proveyó al afuera de una imagen de confrontación retóricas esperable y un interior de acuerdos y pactos no demasiado conocidos.
Por Eduardo Luis Aguirre
Para avanzar en un proyecto democrático, pacífico y racional contra el anarcocapitalismo, sus lógicas, narrativas y prácticas, es necesario revisar, sin solución de continuidad, qué pudo haber ocurrido en la sociedad argentina para que el voto histórico de los sectores populares avalara un proyecto cruel, agresivo, violento, individualista a ultranza, capaz de entregar el patrimonio común del país y quebrantar sus conquistas comunes y sus lazos sociales.
Por Lidia Ferrari
A la angustia, a la desesperación, a la impotencia, a las ganas de llorar hay que ponerle palabras. Nos están saqueando, robando, matando. Encontrar las palabras. Durante el gobierno de AF se hablaba todo el tiempo de lo mal que estábamos, del hambre. Creo que había más palabras para el hambre que ahora que es mucho más difícil para un padre o una madre darle de comer a sus hijos. Es que son las palabras las que le dan o no existencia a lo que nos sucede.
Por Eduardo Luis Aguirre
Hace algunos años, el pensador francés Christian Salmon compartió una atrapante conferencia con Darío Sztajnszrajber en el encuentro denominado “Santa Fé debate ideas”. La presencia de un intelectual contemporáneo de la estatura de Salmon no tuvo -cosa que habitualmente acontece- la difusión necesaria en todo el país.
Por Eduardo Luis Aguirre
Como en los tiempos bíblicos, parece en un principio que es posible construir una cronología exacta de la historia. En la práctica, en cambio, la confusión, las disputas, la vaguedad y el generoso transcurso del tiempo lo dificultan. Si decodificar el presente implica un mandato de cumplimiento imposible, recorrer más de dos mil años de la era común parece una empresa utópica.