Por Eduardo Luis Aguirre
Alcira Argumedo, la intelectual que entre 1968 y 1974 formó parte de las «Cátedras Nacionales» de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, sintetizó en su obra “Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular”, lo más saliente de una construcción teórica fuertemente atravesada por el nacionalismo popular y las teorías críticas latinoamericanas. Esta socióloga, docente y ensayista, retoma y sintetiza en ese libro (editado por primera vez en 1993) las reflexiones en boga durante aquellos años, que van desde el mayo francés hasta el crepúsculo del avance revolucionario en la Argentina, actualizándolas con rigor científico y pasión militante. Es bueno destacar este último sesgo: el pensamiento teórico no necesariamente se debilita cuando es asediado por el amor y una justificada impaciencia existencial. Por el contrario, quizás sea éste uno de los cometidos esperables en una intelectual orgánica, una referente de opinión que, como es humanamente esperable, a veces ha sido previsible y en otras oportunidades nos ha desconcertado a lo largo de su vasta y comprometida trayectoria militante. Quizás sea ésta una de las razones que motivan esta recorrida por un ensayo que, al menos en mi opinión, evoca claras coordenadas críticas para comprender América desde una mirada decolonial.
A lo largo de toda la obra, la autora demuestra –como bien lo destaca Jaqueline Clarac (*)- cómo la historia y el pensamiento de nuestro continente americano no han respetado las categorías epistemológicas y los formatos dogmáticos provenientes de los países centrales, y cómo las reflexiones propias han sido sistemáticamente acalladas por el mundo intelectual europeo. Cómo existió una historia colonial y una historia de los pueblos americanos. Un pensamiento eurocéntrico y un pensar auténticamente latinoamericano.
Argumedo postula en su libro que es urgente e indispensable volver a “pensar desde un lugar distinto”, que no es otro que nuestro vasto espacio físico, cultural y social latinoamericano, «porque los proyectos populares en América Latina han de tener una nueva oportunidad histórica para la cual es necesario prepararse». Porque se cierra ahora «un largo ciclo histórico y las incertidumbres del porvenir plantean cuestiones político-culturales de gran envergadura». Alcira procura, de esa manera, acercarnos a «las fuentes de las cuales se nutren las actualizaciones ideológicas y los proyectos políticos», por lo cual hace un angustioso llamado a «apelar a la memoria», esa memoria que se nos ha negado y cuya negación hemos aceptado a veces. Por este motivo la autora pide «una mirada dura», sin contemplación, sobre la historia y el presente, para internarse en los senderos de la memoria colectiva e individual, es decir, en nuestra «propia» historia, reconociendo nuestros errores y desmesuras, mostrando nuestra indignación por tantas injusticias vividas, tantos genocidios, tantas expoliaciones y tanta colonización de nuestras subjetividades. Se trata de pensar ya no desde «el lugar de confort” europeo o norteamericano, a pesar de los que piensan (empezando por Kant y Hegel) que Latinoamérica no tiene historia y por consiguiente se nos debe guiar hacia La Historia (europea), porque supuestamente somos incapaces de hacerla nosotros mismos. Propone, en definitiva, “un cuestionamiento de muchos de los supuestos que guían los saberes predominantes en la políticas y las ciencias sociales” y pone de relieve cómo, en las tradiciones de las clases subalternas, las razas expoliadas y los sectores oprimidos latinoamericanos no sólo existen meras cosmovisiones alternativas, sino verdaderas «herramientas de fundamentación, capaces de cuestionar muchos de los supuestos que guían los saberes predominantes en la política y en las ciencias sociales» de Europa. Es decir, una filosofía de la liberación.
En el libro se intenta, por lo que referimos anteriormente, un ejercicio de comparación entre la problemática y las ideas rectoras de los autores occidentales (europeos) y sus contemporáneos latinoamericanos. Conviene transcribir una cita de Kant, proferida en 1775, para comprender el perfil de la modernidad propiciada por el idealismo alemán, mientras comenzaban a gestarse las revoluciones de América: "El pueblo de los americanos no es susceptible de ninguna forma de civilización. No tiene ningún estímulo, pues carece de afectos y pasiones. Los americanos no sienten amor, y por eso no son fecundos. Casi no hablan, no se hacen caricias, no se preocupan de nada y son perezosos...incapaces de gobernarse, están condenados a la extinción".Argumedo utiliza aquí un prieto y gráfico paralelismo para dar cuenta del conflicto existente entre ambas perspectivas: “ En el mismo período en que Hegel va madurando su sistema filosófico, Simón Bolívar lidera la epopeya de la emancipación americana”. Una vez establecido este contexto, analiza la lógica política y conceptual de las dos matrices liberales y del pensamiento marxiano, «interrogándonos sobre su vigencia en América Latina». En los capítulos siguientes recorre la conformación de los patrimonios socioculturales populares, aquéllos «que constituyen el basamento de esa matriz autónoma de pensamiento en nuestro continente» y los rasgos conceptuales que la caracterizan, revisando en forma conmovedora, por ejemplo, los orígenes de las ideas nacional-populares en América Latina. La conmoción sin precedentes del «encuentro» (entre conquistadores y conquistados a partir de 1492, que explora meticulosamente Todorov en “La conquista de América”), la etapa del dominio colonial todavía vigente, los procesos político-culturales a partir de la emancipación y el rol decisivo de los pensadores más destacados de la época, como Bolívar, Martí, San Martí, Artigas y tantos otros que decidieron involucrarse en la disputa cultural por la soberanía continental y las reivindicaciones sociales «ante situaciones límite de sometimiento”. Traemos a colación una reveladora frase de Hegel: "Los aborígenes americanos son una raza débil en proceso de desaparición. Sus rudimentarias civilizaciones tenían que desaparecer necesariamente a la llegada de la incomparable civilización europea. Y así como su cultura era de calidad inferior, así quienes siguieron siendo salvajes lo fueron en grado sumo; son las muestras más acabadas de la falta de civilización...A los europeos les tocará florecer una nueva civilización en las tierras conquistadas...Mansedumbre e inercia, humildad y rastrera sumisión frente al criollo y más aún frente al europeo, son el carácter esencial de los americanos, y hará falta un buen lapso de tiempo para que el europeo consiga despertar en ellos un poco de dignidad".
Estas concepciones profundamente racistas hacen que el libro analice también aspectos nodales que imponen serias dudas acerca de «la viabilidad del capitalismo para gestar políticas integradoras de esa parte ampliamente mayoritaria de los habitantes del mundo». A la autora la inquieta, en este sentido, su convencimiento de que los proyectos políticos populares de América Latina han de tener una nueva oportunidad histórica para la cual es necesario prepararse. Y recuerda que, a pesar de la heterogeneidad de nuestra América, también existe ésta como una compleja unidad histórico-cultural y una memoria que se manifiesta en el resurgimiento de las memorias colectivas. Porque «las estirpes populares de América Latina, condenadas a quinientos años de ignominia, han de tener al fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra», como lo había profetizado Tupac Amaru. Y éste, como lo recuerda Argumedo, moriría descuartizado -como el Damiens de Foucault en el estremecedor inicio de “Vigilar y Castigar”- por liderar la rebelión indígena previa a la independencia de nuestra América. Curiosas prácticas de la modernidad y la ilustración hegeliano/kantiana para con los condenados de la tierra y martirio drásticamente criminal que grafica, a la vez, las consecuencias de la incapacidad de mancomunar fuerzas contra el adversario común de los pueblos americanos.
(*) Reseña de "Los silencios y las voces en América Latina" de Argumedo Alcira. Boletín Antropológico, vol. 22, núm. 61, 2004, pp. 287-290 Universidad de los Andes Mérida, Venezuela, disponible en http://www.redalyc.org/pdf/712