Por Diego Tatián



En la que sea tal vez la página más perfecta de todas las que produjo el antifascismo literario de Borges durante los años treinta y cuarenta, me refiero a la “Anotación al 23 de agosto de 1944” (que alude por supuesto al día de la Liberación de París), se postula una conjetura extraordinaria y una deducción a priori de la derrota del nazismo: “El nazismo -dice Borges allí- adolece de irrealidad, como los infiernos de Erígena. Es inhabitable; los hombres sólo pueden morir por él, mentir por él, matar y ensangrentar por él. Nadie, en la soledad de su yo, puede anhelar que triunfe...”.

Por Eduardo Luis Aguirre

La infinita obcecación del gobierno nacional, profundizada después del sordo fracaso de la amenazante “Ley Ómnibus”, parece no cejar en su obstinación. Se empeña en repartir culpas entre tirios y troyanos y entre sus elegidos a victimizar figuran los gobernadores. La máxima de Toto, el inefable y sempiterno deudor de impecable semblante porteño, parece ser una de las cartas a jugar por el presidente Milei, herido en un ala, pero intacto en sus delirios. Las provincias son las que sufrirán una sangría sin precedentes por voluntad de un grupo de energúmenos que tampoco ha cruzado nunca la General Paz.

Por Lidia Ferrari (*)


Jamás hubiera pensado que mis reflexiones en ‘La niña de TikTok y los estragos de la pantalla’, publicada en la revista #lacanemancipa, podrían continuarse de esta manera. Una niña de 10 años falleció en Sicilia por asfixia producida por ella misma mientras intentaba vencer en un desafío que circula en TikTok y otras redes. Vence el que más puede durar sin respirar, así de sencillo. Ella dejó de respirar.

Por Eduardo Luis Aguirre



El presidente Milei logró que el engendro legislativo, denominada eufemísticamente “Ley de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” se aprobara en Diputados y que ese pronunciamiento mayoritario luzca preocupantemente holgado. Las esperanzas de detener este artefacto macabro quedan libradas a la discusión en particular de su desmañado y variopinto articulado.

Por Eduardo Luis Aguirre

Una lógica caracteriza a la política internacional. Su desdén por los pronósticos, augurios y conjeturas. Esa forma infranqueable de concebir el mundo se vuelve más categórica mientras más se aceleran los cambios de un mundo atravesado por la volatilidad. Los cambios, como siempre, se producen como consecuencia de los conflictos. Esa conflictividad global se expresa con la evidencia de una multiplicidad de guerras de diverso tipo, una fascistización progresiva de las relaciones internacionales y un retroceso sostenido de las democracias y la equidad, sin dejar de lado los procesos de policización que, con la fachada políticamente correcta de las intervenciones humanitarias ponen en vilo al planeta.

Por Lidia Ferrrari



En un artículo del NyTimes de 2004 el periodista Suskind publicó un artículo en el que revela una conversación que tuvo con un asesor de Bush, que lo había atacado por una nota que había publicado. Este asesor lo acusaba de pertenecer a una “comunidad que se basaba en la realidad” (the reality-based community) cuando, en cambio, le dice el asesor de Bush: “El mundo ya no funciona realmente así. Ahora somos un imperio y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad.

Por Ignacio Castro Rey

Anatomía de una caída es una película impecable que conviene ver. Thriller sobre nuestras intimidades acosadas, está fabricada casi al detalle y mantiene la atención durante sus más de dos horas. Obviamente ambiciosa, es consciente de su nivel. Así se le debe juzgar. No habría por qué juzgar nada, lo propio sería dejarse llevar. Pero como uno sufrió, y al final no acaba encantado, lo justo es explicar esa incomodidad.

Por Eduardo Luis Aguirre

 

Como en el emblemático 17 de octubre de 1945, como en la socialdemocracia de la II posguerra, como en los albores de la revolución cubana, como el ambiente único que se vivía después de la caída de Saigón, como en las revueltas polisémicas de París y Praga, como en cada una de las cruzadas contra el colonialismo. El campo popular se ve compelido ahora a reconstruir una idea de futuro más justo, una nueva forma de habitar los espacios comunes, una revalorización del nosotros que supere la barbarie de un hombre-individuo que nunca existió. Se trata organizarse para intentar una nueva utopía histórica.