Por Diego Tatián
Los grandes maestros del realismo enseñan que la bondad no es una virtud política. Que con ella no se logra la justicia ni la reparación del daño; tampoco la liberación ni la paz. Que deja el terreno libre a la voracidad, el saqueo, la depredación, y es apenas una retórica para salvar el alma propia. Es decir un egoísmo, cuando no una irresponsabilidad.
En mi opinión no debemos perder de vista esta sensata desconfianza al pensar los asuntos humanos. Es solo a partir de su reconocimiento que tendrá sentido lo que pueda decirse sobre la bondad, la mansedumbre o la “fragilidad del bien”. Algo misterioso, sin embargo, nos impide abandonar su indagación y su búsqueda circunspecta. E incluso, contra lo escrito antes, hay circunstancias en las que esa fragilidad y su resguardo adoptan un sentido paradójicamente político.
Esta común reflexión con Jorge Larrosa sobre la bondad (alojada por “Entredicha” y por la hospitalidad intelectual de Gabriela Stoppelman, que escribió en este mismo número un texto hermoso a partir de Simone Weil) es parte de una conversación más larga, que no lleva a ningún lado, que solo busca prestar atención a lo que nos rodea y, por un momento más, detener en la memoria la pérdida de lo que se pierde.
https://entredicha.com/una-conversacion-sobre-la-bondad/#
(De su muro de facebook)