(La estigmatización del enemigo como justificación de la guerra).
Por  Martín Paolucci

Demonización por parte de la prensa comercial de personajes incómodos a Estados Unidos o Europa. Coberturas que provocan un consenso hacia la guerra contra determinados países. ¿Se puede anticipar un conflicto armado y evitar caer en la manipulación de los gobiernos? Tal vez haya que empezar con una lectura crítica de los medios de comunicación.

En la jerga militar se denomina "Hipótesis de conflicto" al estudio de como los intereses en disputa de dos o más países podrían culminar en una futura guerra. Estas teorías se discuten en los institutos militares de todo el mundoy están vedadas para el gran público. ¿Existe otra manera, además de conocer estas “hipótesis”, de anticipar cuáles serán las próximas grandes guerras?

Distintas guerras tanto pasadas como actuales hubieran podido anticiparse. Solo había que observar que conflictos trataba con mayor énfasis el periodismo europeo y norteamericano. ¿Por qué ciertas masacres son más importantes que otras? ¿Por qué algunos gobiernos autoritarios, o simplemente contrarios a Estados Unidos, son de repente del interés de la mayoría de los diarios y canales de noticias?.



Saddam Hussein en Irak[1]

;

Slobodan Milosevic en Serbia[2]

;

Hugo Chávez en Venezuela[3]

o

Salvador Allende en Chile[4],son algunos ejemplos de esto.

 No en todas, pero si en muchas de las coberturas de estos gobiernos, se puede ver un esbozo de "hipótesis de conflicto" convertidas en artículos. Como si los documentos viajaran desde los servicios de Inteligencia hasta la mesa editorial de los medios.Un enemigo político se convierte, de repente,en un peligro real para los ciudadanos comunes. Y entonces una guerra no solo es justificable. Es necesaria.Si esta complicidad es real o pura coincidencia, se desconoce. Pero las evidencias circunstanciales abundan.

Tal como dice el lingüista y pensador norteamericano Noam Chomsky

"Estados Unidos es inusual entre las democracias industriales en cuanto a la rigidez del sistema de control ideológico, "adoctrinamiento", podríamos decir, ejercido a través de los medios masivos.”[5]



Donde Chomsky dice “Estados Unidos”, se podría poner “OTAN” u “Occidente”, ya que la globalización económica también implica globalización de intereses militares.

Hay dos ejemplos bien claros del comportamiento descrito anteriormente. Dos conflictosalejados entre sí por más de 100 años y miles de kilómetros,pero donde el periodismo tuvo el mismo modus operandi. El primero ocurrió en 1898 como previa a la

guerra hispano-estadounidense[6]

en Cuba, y el segundo en 1990, luego de la invasión que el dictador iraquí Saddam Hussein hizo del Emirato de Kuwait.

En ambos casos la prensa se ocupó durante meses de estigmatizar a dos potenciales amenazas. En el caso de España debido a la competencia que tenían por quedarse con la Isla de Cuba, y en el caso de Saddam, un ex aliado, por su intento de expandir su poder a costa del mayor aliado de los norteamericanos, Arabia Saudita. Cuando se trató de España exageraron los, reales, abusos coloniales al punto de que para los lectores prácticamente todos los españoles que vivían en la Isla violaban, torturaban o mataban cubanos. Y además se los culpó sin pruebas de hundir un buque norteamericano apostado en La Habana.

Cuando se trató de Saddam, se lo comparó con Hitler y se revelaron matanzas que años antes, cuando era amigo, habían pasado por alto. Finalmente, a la hora de intervenir militarmente contra estos enemigos, el público estaba tan convencido de la maldad de estos que apoyaron fervorosamente la invasión, tanto de Cuba como 101 años después, de Irak.

Una lectura inteligente de los mediospor parte de los periodistas y académicos honestos, y una revisión de la historia de la prensa hubiera podido desenmascarar operaciones militares que al día de hoy, siguen quedando impunes. Operaciones que representan un gran sufrimiento para los seres humanos. Es por eso, que hay que interpelar a la prensa occidental de manera crítica. Una prensa de la que somos protagonistas, como lectores o periodistas.





[1]El sociólogo y periodista argentino Pedro Brieger argumenta que durante las dos guerras del Golfo se hizo una “magnificación y mitificación del poderío de Saddam Hussein” y que todo esto se hizo solamente para “obtener legitimidad y consenso para lanzar la ofensiva militar”.

[2]Parenti, Michael (2002). To Kill a Nation: the Attack on Yugoslavia. Verso Books. E.E.U.U.

[3] Nelson, Brian A. (2009). The silence and the scorpion : the coup against Chávez and the making of modern Venezuela. Nation Books.

[4]Dermota, Ken (2002). Chile inédito: el periodismo bajo democracia. QuebecorWorld Chile.

[5] Chomsky, Noam (1977). Lenguage and Responsability. Pantheon.

[6]  Spencer, David R. (2007). TheYellowJournalism USA. Northwestern UP.
Por Diego Gómez (*)

Cuna de civilizaciones y cocina de distintas culturas, Medio Oriente parece condenado a ser un escenario en donde la guerra y la tragedia son la regla y no la excepción. El interminable conflicto palestino-israelí, la Guerra de Irán-Irak, las dos guerras del golfo y el conflicto que aqueja a Siria e Irak hoy en día son tan solo algunas de las manifestaciones bélicas que se han dado durante buena parte del siglo XX y lo que va del XXI.
Ante esta suma de repeticiones surgen dos caminos posibles para comprender la situación; uno es considerar a la región (a sus pueblos, culturas e idiosincrasias) como esencialmente conflictiva y fatalmente destinada a lo bélico; el segundo, que aquí se suscribe, pone la atención sobre la comprensión histórico-política de las hostilidades.


Vivir en un presente constante, anular la ligazón con el pasado es una característica sustancial de la  postmodernidad, pero este accionar no ayuda en nada sí se quieren entender y resolver, desde el interés de los oprimidos, los problemas que aquejan al mundo en el siglo XXI. Y para  comprender, partiendo de punto de vista crítico, es necesario desarmar lo que viene “dado”, ver que hay detrás de lo aparente, como decía Walter Benjamin, “cepillar la historia a contrapelo”[1].
A contramano del discurso occidental hegemónico, que toma a “Oriente”[2] como una instancia atrasada, bárbara y peligrosa, se puede historizar el problema y ver que Occidente, desde su penetración en Medio Oriente, ha contribuido sobremanera en cuanto agente desestabilizador de la región. A mediados del siglo XIX tuvo lugar la Guerra de Crimea[3], en donde se enfrentaron el Imperio otomano y el Imperio zarista. El segundo, con mayor poderío económico y militar, se encaminaba a ganar la guerra hasta que Francia y Gran Bretaña, las principales potencias europeas de la época, decidieron socorrer al sultán para limitar el avance del zarismo en Asia y Europa. Vencido el Imperio ruso, el Imperio otomano se vio obligado a realizar concesiones hacia las potencias occidentales que habían evitado su derrota. Durante el último cuarto del siglo XIX cónsules, empresarios y comerciantes europeos penetraron en los dominios del sultán, especialmente en Medio Oriente, para llevar adelante sus negocios.
Más adelante, finalizando la Primera Guerra Mundial, el Imperio otomano se desintegró y buena parte de sus territorios fueron botín de Francia y Gran Bretaña, quienes trazaron fronteras[4] con el fin de propiciar el surgimiento de Estados en donde el poder político fuera absolutamente dependiente de las decisiones hegemónicas europeas. Se crearon reinos y mandatos sin tener en cuenta ningún tipo de lógica religiosa, nacional, cultural y lingüística. En definitiva, vieron la luz pequeñas formaciones estatales, en su mayoría monarquías dependientes, con gobiernos profundamente antipopulares y permeables a los intereses de los imperialismos europeos y, más adelante, de los EEUU.
La historia de Medio Oriente no puede entenderse sin la profunda ligazón que esa región tiene con el mundo occidental desde al menos 150 años. Es más, ¿existiría la categoría política, cultural, religiosa y geográfica de “Medio Oriente” de no existir el Occidente que la utiliza? ¿No fueron los británicos e ingleses, allá por 1915, quienes les ofrecieron a los terratenientes árabes la futura independencia política a cambio de que lucharan contra los turcos durante la Primera Guerra Mundial? ¿No fue el canciller británico Lord Balfur quien en 1917 realizó una declaración de simpatía, ante el magnate británico de origen judío Lord Rostchild, hacia la colonización sionista de Palestina? ¿No fueron las Naciones Unidas, un invento de aquellos que vencieron en la Segunda Guerra Mundial, quienes determinaron que en Palestina debería haber dos Estados, uno árabe y otro judío? ¿Sadam Hussein era aliado cuando enfrentaba a la república Islámica de Irán, durante la década del 1980, pero se convirtió en el líder del “Eje del Mal” pocos años después?
Un relevamiento de los conflictos en Medio Oriente, desde la Guerra de Crimea hasta nuestros días, permitiría ver que poco tienen de autóctonos y que son en buena medida el resultado de intereses políticos y económicos que se encuentran bien alejados y ajenos a la cultura, religión e idiosincrasia de sus pueblos. Parafraseando al político mexicano Porfirio Díaz, quien dijo: “Pobre México, tan lejos de dios y  tan cerca de los Estados Unidos”, acá se podría decir: pobre Medio Oriente, tan lejos de la justicia y tan cerca de Occidente.

[1] Benjamin, Walter (2008). Tesis Sobre la Historia y Otros Fragmentos. Itaca, D.F México.
[2] El sociólogo palestino-estadounidense Edward Said sostiene que  “Oriente” y “Occidente” operan como términos opuestos, construyéndose el concepto “Oriente” como una inversión negativa de la cultura occidental.
[3] Conflicto bélico entre el Imperio ruso, regido por la dinastía de los Romanov, y laalianza del Reino UnidoFrancia, el Imperio otomano (al que apoyaban para evitar su hundimiento y el excesivo crecimiento de Rusia) y el Reino de Piamonte y Cerdeña, que se desarrolló entre octubre de 1853 y febrero de 1856.
[4] El tratado secreto Sykes-Picot (1916) y la Conferencia de Paz de Paris (1919) determinaron la geografía política de Medio Oriente.
(*) Sociólogo y docente de la USAL, UBA y ETER.

Pablo Iglesias, el referente de Podemos, es el conductor de "Fort Apache", uno de los programas televisivos de habla hispana de mayor consistencia y rigor teórico al momento de analizar la realidad internacional, que se emite por la cadena iraní Hispavisión. En la edición que compartimos con Ustedes, la mesa analiza la realidad de América Latina después del triunfo de Macri y de la derecha venezolana y la crítica situación del gobierno de Dilma Rousseff en Brasil, (por supuesto, es anterior a la compulsa electoral boliviana que derivó en la aparente derrota de Evo Morales). Como este tipo de análisis no abunda justamente en la Argentina, creemos que es oportuno ponerlo a disposición de nuestros lectores, que seguramente habrán advertido la ocupación permanente de este blog en temas que condicionan y atraviesan la realidad regional.


Por Eduardo Luis Aguirre

Haití intenta definir su compleja situación política e institucional, sobre el filo del vencimiento del mandato constitucional del Presidente Michel Martelly. Treinta años después del régimen sangriento de "Baby Doc" Duvallier, el sufrido pueblo antillano no logra superar una historia compleja de postración, expoliación imperialista y atraso, a pesar de haber sido el primer país latinoamericano en declarar su independencia, en la recordada y heroica revolución de los esclavos (1791-1804). 
El país más pobre del continente es, además, el más injusto. Su opulenta y corrupto clase dominante (el 4% de la población) posee el 64% de las riquezas de la nación. La expectativa de vida es de poco más de 50 años. El 70% de la población vive en condiciones de extrema pobreza. La mitad de la misma sobrevive con menos de un euro diario y únicamente el 30% de los habitantes de la región más desfavorecida de la histórica Isla Española posee agua potable. El terremoto de 2010 terminó de sepultar al país en las condiciones de desastre colectivo más dantesco. Los indicadores de conflictividad y privación social son, en la actualidad, inimaginables.
No obstante, en este escenario desesperante de desolación, los haitianos acaban de rechazar de plano la intervención de la OEA y piden que el mundo respete las decisiones populares con prescindencia del desembarco de una institución a la que profesan una comprensible desconfianza. Desde la oposición hasta la propia iglesia católica se han opuesto a la injerencia de la entidad. No les falta razón. Los isleños intuyen que la OEA responde a los designios de los Estados Unidos, que ha adoptado medidas económicas que , entre otras calamidades, aplastaron la producción arrocera haitiana, asestando un golpe de gracia a la endeble economía del país, que todavía sigue pagando el precio a la osadía épica de haber sido la vanguardia de la independencia de las colonias americanas. Como contrapartida de esta repulsa, la CELAC, que enviara una misión de cancilleres a Puerto Príncipe, acaba de lograr un compromiso del gobierno y el senado haitiano de avanzar hacia una solución consensuada de la crisis asegurando la paz y la vigencia de las instituciones democráticas, bajo las cuales debería culminar el complejo proceso electoral iniciado el año pasado, sospechado de irregular. Una nueva muestra de la representatividad y legitimidad de la Comunidad, que es visibilizada como una expresión genuina de los gobiernos y los pueblos de la región, a diferencia de la burocracia creada por Washington para disciplinar los asuntos de su patio trasero.
Video originario de Telesur.
Por Ignacio Castro Rey

"Incluso comprender ya es un heroísmo (...) Cada vez me parece que todo es una cuestión de paciencia, de amor que crea paciencia, de paciencia que crea amor". Clarice Lispector

I
No hay lágrimas suficientes para estar a la altura del dolor de cada una de las 129 víctimas parisinas, de su angustia y zozobra, de su desorientación. Es el espanto de una humanidad que de pronto, buscando recuperarse del agotamiento laboral, se ve atrapada en un infierno de estallidos, plomo y fuego, teniendo que oler su propia sangre por todas partes, mezclada con el suelo que pisa.

II

El mal existe, ha existido siempre, un mal que incluso no tiene nombre. Si el hombre no es el mal, al menos éste siempre ha estado en la historia. No volvamos entonces a repasar la lista de afrentas, de un lado o de otro. No hace falta, y sería un poco obsceno, buscarlo sólo en los otros. Los atentados de París, mientras tanto, han impactado en un público apacible y multiétnico -curiosamente, también es multiétnico el grupo de atacantes-, pero masivo en sus costumbres. Una población pacífica, pero un poco ensimismada y bastante previsible. Un blanco fácil, pues. Y la masificación es así: es sencillo infiltrarse en ella, actuar en medio, simular su simulación. Nos juntamos en masa para no pensar por cuenta propia, de ahí las olas de pánico.

III
No hay que descartar que a nuestros líderes les importe tanto la sangre de los muertos y heridos, en pleno altar de la Libertad, como los otros símbolos lesionados: el corazón de Europa y de la democracia, el santuario de la civilización, el universo del orden y la seguridad... Y es esta cuasi religión -compuesta de aislamiento individualista e información masiva- la que crea el peligro, la que atrae los estallidos y la metralla. Aproximadamente igual que una torre atrae el rayo a la más mínima señal de tormenta eléctrica.

IV
Por su propia inercia la masificación teme a cualquier peligro externo. Y en ella, todo lo oscuro o silencioso es externo. Tememos entonces a cualquier lobo solitario como un globo hinchado teme a una aguja. La avidez de la prensa estos días, pendiente del "hombre más buscado del planeta", tenía algo de atávico y también de dramáticamente significativo. Buscando localizar el mal fuera, la información es el opio del pueblo. No obstante, todas las medidas preventivas serán insuficientes para contrarrestar un temor que viene de abajo, de la indefensión que produce la inercia, el automatismo que llamamos Seguridad o simplemente Economía.

V
Parece también sintomático que el Estado Islámico haya atacado a un público alternativo, a ese tipo de europeo multiétnico y libertario que está a favor del diálogo y de tender puentes. No hay que descartar esta hipótesis: golpear el ala izquierda de París, como si nuestro orden democrático fuera uno solo para ellos. Y enconar así el choque de civilizaciones.

VI
La gran ventaja de Daesh -Isis o EI: no sabemos ya cómo nombrarlo, y esto tal vez indica una naturaleza móvil, mutante, proteica- es estar dispuestos a dar la vida por algo en medio de una religión de la Seguridad donde nadie daría su vida por nada. Hasta el terrorismo, a su pesar, demuestra que no existe tecnología numérica comparable a la voluntad o a la resolución; al coraje de mantener una decisión, una sola idea que le de forma a la vida. En nuestra existencia capitalista, encauzada por la metafísica del cálculo y la seguridad, ¿recordamos todavía algo de ese suelo elemental? Ellos sí, y ésta es su primera gran baza.

VII
Es desde esta opulenta neutralidad y distancia -la democracia formal como masivo aislamiento personal conectado después por fuera- que hemos bombardeado a los musulmanes sin piedad. Civil y militarmente, conceptual y materialmente. Da un poco de vergüenza, es odioso y cansino volver a repetirlo, pero la historia misma se repite. Repasemos sólo esta lista de nombres: Afganistán, Mazar-i-Sharif, Irak, Faluya, Abu Ghaib, Guantánamo, Somalia, Sudán, Chad, Mali, Libia, Siria... Y Gaza y Cisjordania todos los días. Millones de muertos, de  heridos y humillados, de aldeas y familias destrozadas. Sin mucho detalle, busquemos en las hemerotecas o Internet el significado de estos nombres; muy distintos, pero significando una similar torpeza. Peor aún, señalando un mismo desprecio, una idéntica estrategia de desconocimiento del mundo islámico.

VIII
El pánico es la mejor arma del terrorismo. Incluso sin suspensión de encuentros deportivos, sin estados de excepción, sin endurecimiento de leyes ni persecución de los inmigrantes. Pero el pánico es también nuestra vida cotidiana, un mecanismo sin el cual no podríamos vivir. Es anterior al primer atentado, del cual apenas tenemos memoria. El miedo está instalado, inyectado, y duerme con nosotros. Tememos de hecho a todo lodurmiente porque sabemos que hemos abandonado el atraso de la tierra, las relaciones afectivas en lo comunitario, lo arcaico de los sentidos y la intuición. ¿No será que todas las culturas comunitarias son temibles, para nosotros, por esa fidelidad al afecto y los sentidos?

IX
El terrorismo nos expropia la paz cotidiana, es cierto. Pero éste es también el método de toda nuestra cultura occidental: una especie de estado de excepción permanente. No hay más que ver cómo se regodea la información durante estos días, con todo tipo de detalles escabrosos, para comprobarlo. Una sociedad que apenas tiene nada afirmativo que ofrecer, dijo hace ya treinta años un francés célebre, sólo puede vivir de sus enemigos. Es como si, internamente, necesitásemos el terrorismo, en sus distintas variantes.

X
El dispositivo cultural podría ser éste: Es posible que no nos vaya muy bien, pero el exterior es aún peor, prácticamente un infierno. Otra muestra de esta posible implicación interna con el terror es el hecho de que, como en el caso de Bin Laden y otros, los autores de la matanza sean casi un producto nuestro. En este noviembre trágico, jóvenes franceses y belgas de origen; antiguos chulitos de barrios, casi de discoteca; incluso pequeños delincuentes de las drogas.

XI
La macroeconomía, ideología salvadora -y sin ideas- que se incrusta en cuerpos, mentes y costumbres, supone un odio sonriente y democrático hacia la tierra. Nos hemos alejado de ella y de todos su pueblos atrasados, también de sus dioses. A los que, con frecuencia, hemos ofendido y castigado sin piedad. Porque además, muy particularmente, a la opulenta democracia capitalista Alah siempre le ha parecido un Dios de los pobres.

XII
Nueva York, Madrid, Londres, París. No es tan extraño que los errores externos reviertan algún día hacia dentro. No se trata de justificar nada -como asesinos en masa, ellos sólo entienden el poder de las armas- pero sí de entender. ¿De dónde viene todo esto? No es de Marte: el mal está cerca, incluso dentro. En el fondo, el terror es para nosotros lo real, el atraso de la vida terrenal. Y el problema es que nosotros, que huimos de ella, no tenemos mucho que ofrecer. Sólo un espectáculo efímero de gestión, extremadamente vulnerable.

XIII
No es disculpa para nada, pues los terroristas no merecen más que la represión armada. Pero habría que explicar algunas cosas: esta oleada que no cesa, esta organización fluida y mutante, la migración a la Yihad de miles de jóvenes europeos, convertidos a una rabia suicida. Como decía un ministro español: "Contra ETA todo era relativamente fácil. ¿Qué hacemos sin embargo frente miles de personas que están dispuestas a morir? Y un palestino, recuerden, decía hace años: No pueden matarnos, ya estamos muertos.

XIV
Nosotros también hemos hecho el mal, masivamente. Por razones estratégicas de una inteligencia dudosa, hemos destrozando naciones que, sin ser perfectas -Irak, Libia, Siria-, se mantenían en una relativa paz. ¿La paz de los cementerios? ¿En naciones artificiales creadas ayer? No, no exactamente. Y además, aunque fuera así, eran naciones que mantenían una cierta convivencia. Sin embargo, aprovechando incluso la primaveraárabe, las destrozamos; elegimos el caos, el enfrentamiento tribal que las empuja a "la edad de piedra". Cuando, hay que recordarlo, nadie entre nosotros prefiere el caos a una dictadura: ni siquiera ocurría esto bajo el régimen de Franco.

XV
Es necesario, si no creemos estar en un enfrentamiento de civilizaciones, sino en una "guerra" de distintas civilizaciones contra el terror, revisar nuestra estrategia geopolítica. Debemos cambiar urgentemente nuestra lógica de alianzas. Para empezar con Rusia, a la que hemos dejado sola en la lucha contra esa fuerza armada con el resentimiento y el odio. Es necesaria otra política militar que haga entrar a Irán y a los países musulmanes en la alianza. Hoy y mañana, el entendimiento político y militar de Francia con Rusia es clave, ponga la cara que pongan Obama y Netanyahu.

XVI
Lo otro, nuestra relación con la religión, parece que por ahora no podremos revisarlo. La reforma cultural habrá que dejarla para más adelante. Pero algún día tendremos que encararla. Y entonces, algún día, habrá que entrar en la religión y tomarla en serio. Y no sólo como respetablecreencia que conmueve nuestra tolerancia -siempre un poco paternalista-, sino como una tecnología punta del conocimiento en todos los pueblos que no quieren despegarse de la tierra.

XVII
El cristianismo ha sido, desde hace mucho tiempo, más comprensivo con el Islam que la furiosa religión del capital, este integrismo laico de la libertad individual -su furioso aislamiento- sedada con el derecho a la conexición. Es urgente pensar el pensamiento que porta lo religioso. Y en particular, por lo que nos atañe, las tres religiones del Libro; también para estudiar lo que tiene en común, que puede ser mucho. Pero tres no comercian si uno no quiere.


 Madrid, 22 de noviembre de 2015


Los brutales atentados de París ponen de manifiesto que nada ha cambiado para el capital. La violencia será respondida con una violencia peor que la que, anteriormente, se había convertido en el pretexto para este tipo de ataques abominables compatibles con las réplicas que caracterizan las denominadas "guerras asimétricas". Inmediatamente después de haberse conocido los múltiples crímenes en Francia, pudo escucharse en las grandes cadenas internacionales a caracterizados voceros políticos del capitalismo europeo, tales como Pablo Casado, Arturo Rajoy, David Cameron y Francois Hollande, repetir que los hechos formaban parte de una guerra desatada contra Occidente, contra su forma de vida, contra la democracia y contra los demócratas. Y que serían sancionados impiadosamente, apelando a la mayor expresión de la violencia organizada global. Una letanía colonial mediante la que se pretendía justificar la réplica asesina sobreviniente. Que puesta en boca de estos personajes, no puede sino despertar indignación.
Vayamos por partes, y tratemos de entender las cuestiones principales implicadas en el conflicto. La primera de ellas debería ayudarnos a responder quiénes crearon el flagelo del EI y quiénes lo han financiado.



 El presidente Al Assad, ha advertido sobre las mentiras y la hipocresía de los países que ahora luchan contra un “monstruo” que ellos mismos han creado (1). 
Hillary Clinton ha ido todavía más lejos en el reconocimiento de la responsabilidad de su país Ha llegado a afirmar que "Si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los insurgentes sirios cuando empezaron las protestas contra Al Assad, el Estado Islámico no estaría avanzando en Oriente Medio" (2) . 
En una revelación insólita, teniendo en cuenta el rosario de amenazas y la invocación de valores esgrimida después de los atentados, el presidente de Francia, François Hollande, admitió haber ordenado la entrega de armas a los terroristas que luchan en Siria, desde mediados de marzo de 2011, contra el gobierno de Bashar al-Asad. Hollande hizo estas declaraciones en una entrevista concedida al diario local‘Le Monde’ en la que justificó que esa entrega de armas estaba en conformidad con los“compromisos europeos” (3). Algo tan grave que los medios no pueden menos que ocultar o silenciar.
"Los medios no van a decir que la culpable de esta masacre en París es la OTAN. La misma que armó y entrenó a ISIS para derrocar a Al Assad llamándolos “rebeldes” que “defendían la democracia y libertad”, la misma que ha creado la crisis humanitaria de los refugiados para justificar una invasión de Siria, la misma que financió y creó a Al Qaeda para hacer lo mismo en Afganistán contra los rusos, la misma que tiene interés en crear una crisis que justifique sus desmanes bélicos, la misma que animó a Francia a armar a los “rebeldes” sirios como reconoció Hollande (Hollande admite que Francia está armando a los terroristas en Siria) y luego a bombardear sus posiciones y esperar que no hubiese ninguna reacción bélica. Porque eso que ellos llaman “terrorismo” en sus medios de propaganda no es terrorismo, es una guerra iniciada por los EEUU y desplegada en su colonia Europa, una vez más su patio trasero; como lo es Latinoamérica" (4)
Noam Chomsky también afirmó el año pasado que “La aparición del EI y la difusión general del yihadismo radical es una consecuencia bastante natural del martilleo de Washington sobre la frágil sociedad de Iraq". “Creo - continuó señalando Chomsky- que Estados Unidos es uno de los creadores fundamentales del EIIL. (…) Sus intervenciones destructivas en el Medio Oriente y la guerra en Irak fueron las causas básicas del nacimiento del EIIL” (5).
Edward Snowden, también anticipó que los servicios de inteligencia de EE.UU., el Reino Unido e Israel trabajaron conjuntamente en la creación del Estado Islámico (6).
Sobre esta cuestión, entonces, no parecen existir demasiadas dudas. Y eso debería escandalizar al  mundo y activar todos los dispositivos institucionales disponibles para debatir e intentar resolver este tipo de actividades criminales masivas, empezando por la propia ONU.
Más compleja es la determinación cuantitativa del financiamiento. Algunas fuentes hablan de 2.500 millones de dólares. Otras, multiplican por varias veces esa suma, y añaden otros aportes económicos tales como el dominio del petróleo por parte de Daesh, además de los dividendos que se obtienen de una marcada y creciente territorialización de la organización.
Finalmente, de cara a los trágicos hechos de París, es necesario volver sobre algo que ha sido motivo de análisis en nuestra hoja: el por qué de la intervención de Occidente en Oriente Medio y del empecinamiento de Estados Unidos en convertir a Europa, por primera vez en su historia, en un continente que tiene severos y urgentes conflictos en todas sus fronteras.
Agregamos ahora un dato, que no es nuevo, pero que conviene recordar.
Durante el año 2014, la analista Nazanin Armanian había advertido en un artículo titulado "EEUU y la OTAN planean desmantelar la Federación Rusa", que Occidente se planteaba nada más y nada menos que la fragmentación territorial del país más grande de la tierra.
Rusia, en su resurgimiento, ha pasado a ser una hipótesis de conflicto forzada por el Imperio, y la tarea de aislamiento es continua y sistemática. Pasa por sus vecinos Irán y Siria, atraviesa Europa, se materializa en las sanciones económicas  y tiene severas réplicas en América Latina, donde la restauración conservadora en ciernes en varios países de la región tiende, entre otros objetivos neocoloniales, a debilitar la intensidad de las relaciones bilaterales de los mismos con la administración Putin.
Decía Armanian en su vigente artículo: "La revolución Gris de hoy en Ucrania tiene el objetivo de culminar la fallida movida naranja de 2008: convertir el país en la plataforma donde poder completar el cerco alrededor de Rusia y provocar la desintegración de la Federación....Según la propuesta de Zbigniew Brzezinsky, para "liberar" los ingentes recursos naturales del país más grande del mundo hay que dividirlo en tres estados:  una república rusa europea, otra siberiana y otra tercera del Lejano Oriente" (7). Eso, parece obvio, se lograría únicamente por la vía militar en la enésima y más grande repetición de un "estado de excepción" del que Francia ha decidido participar. Y no precisamente a partir de los anuncios de Hollande. El histórico comportamiento colonial galo en el medio oriente incluyó las arquitecturas geográfico políticas posteriores a la caída del imperio otomano, que dieron origen a países que respondían al diseño y los intereses coloniales. Eso, vale aclararlo, ocurrió también en Siria, en la que Francia asumió una influencia política y económica decisiva. Pero se extendió a otras regiones que los campeones de la libertad mantuvieron bajo sus dominios a sangre y fuego. Tal vez pocos lo recuerden, pero exactamente el mismo día que los emocionantes festejos libertarios de la ocupación alemana engalanaban París-el 8 de mayo de 1945-, los franceses aniquilaban a 45.000 argelinos en Satif (8), por el solo hecho de luchar por la misma idea de independencia que se festejaba en la metrópoli, sin que la historia registrara ese bochorno. Como observamos, las lógicas del capitalismo global no solamente no se han revertido, sino que, por el contrario, han asumido las formas más brutales y encarnizadas que presagian la continuidad de las masacres.

(1) http://www.librered.net/?p=39736
(2) https://actualidad.rt.com/actualidad/view/136648-clinton-ayuda-rebeldes-sirios-estado-islamico
(3) http://canarias-semanal.org/not/13954/hollande-admite-que-francia-esta-armando-a-los-terroristas-en-siria/.
(4) Shangay Lily:No es terrorismo, es una guerra de la OTAN, disponible en http://blogs.publico.es/shangaylily/2015/11/14/no-es-terrorismo-es-una-guerra-de-la-otan/ .
(5) http://regeneracion.mx/mundo/estados-unidos-es-el-creador-del-estado-islamico-noam-chomsky/
(6) https://actualidad.rt.com/actualidad/view/134244-snowden-mosad-crear-estado-islamico
(7) http://www.nazanin.es/?p=10689
(8) http://derecho-a-replica.blogspot.com.ar/2013/04/los-crimenes-franceses-en-argelia-los.html



El pasado viernes 7 de agosto, en el Salón Azul de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa, ante una numerosa, heterogénea y participativa concurrencia, dio comienzo el Seminario "Genocidio, Justicia Universal y Guerras en la era del Imperio". En la oportunidad, la Profesora Norma Merlín presentó su libro "Populismo y Psicoanálisis", y en el marco de lo previsto, se desarrolló un intenso debate acerca de las categorías y conceptos enunciados por la docente y por el responsable del ciclo.
El Seminario continuará el viernes 14, a partir de las 19 horas, siguiendo la propuesta previamente acordada. Lamentablemente, no disponemos de fotos del encuentro y por eso no podemos compartir esas imágenes. De todas maneras, es válida la oportunidad para recordar que en la próxima reunión recorreremos juntos la temática "Imperialismo y guerras en la unipolaridad global". Los esperamos, para seguir debatiendo y entendiendo un mundo complejo y en permanente conflicto.

La estrategia imperial, durante la modernidad tardía, admite el despliegue de distintas formas de dominación y control y supone la capacidad de construir distintas agendas frente a coyunturas internacionales diversas. Esa aptitud resiliente podría sugerir, en una primera mirada, que la magnitud de la crisis del capitalismo a nivel global impide la viabilidad de soluciones unilaterales y homogéneas. Pero, desde otra perspectiva, da la pauta de una relación de fuerzas y una capacidad de disciplinamiento tal que permite a EEUU y sus aliados desarrollar diferentes estrategias pendulares de reafirmación hegemónica, que van desde las intervenciones militares hasta la puesta en práctica de dispositivos de mucha mayor sutileza y análoga eficacia.
Hay algunos ejemplos que son elocuentes a la hora de comprender esos matices, que son los que caracterizan al imperialismo contemporáneo.


En primer lugar, Estados Unidos posee la mayor´parte del armamento nuclear mundial, el complejo militar industrial sigue conservando un protagonismo indiscutible en el armado de las relaciones internacionales, sus bases militares acentúan el rol disuasivo que normalizan en clave imperial la realidad mundial contemporánea, y sus intervenciones bélicas y policiales, realizadas de manera directa o indirecta (apelando incluso al patrocinio de grupos terroristas y mercenarios), marcan un límite objetivo a la capacidad de construcción de alternativas contrahegemónicas. Por lo demás, su predominio se mantiene intacto en materia económica, energética, tecnológica e informática.
Sin embargo, también es cierto que la imposibilidad de sostener de manera concomitante una cantidad indiscriminada de conflictos, provoca que ese mismo poder imperial se permita desactivar unilateralmente algunos de ellos. De esta forma, sin alterar su vocación disciplinaria global, promueve y lleva adelante el acuerdo del G5+1 con la República Islámica de Irán o "normaliza" sus relaciones diplomáticas con Cuba.
Al mismo tiempo, se permite incidir directamente en la crisis europea, donde  almacena más de 200 armas nucleares y en el delicado entramado asiático (donde conserva -solamente en Japón- alrededor de 80 bases militares).
En ese contexto de máxima complejidad generado por la aparición de nuevos sujetos y alianzas internacionales, es necesario advertir las nuevas formas de influencia imperial en América Latina, y su relación con las dificultades objetivas que afrontan los gobiernos populistas en la región.
Más allá de la concurrencia de gobiernos vecinos afines a Washington en espacios geopolíticos estratégicos (México, Colombia, Perú), es una constante cada vez más evidente la injerencia de la administración Obama a través de estrategias sistemáticas de debilitamiento de los gobiernos que expresan experiencias emancipatorias.
A las experiencias golpistas exitosas de Honduras y Paraguay, deben sumarse otros intentos destituyentes no saldados a la fecha.
La "revuelta de ricos" (según grafica el analista Modesto Guerrero), virtual guerra civil llevada a cabo por diversos medios contra Venezuela, fuertemente jaqueada actualmente por factores endógenos y exógenos (entre ellos, la caída del precio del petróleo), es una constante que acompaña a la Revolución Bolivariana desde que Hugo Chávez accediera al poder.
La frágil economía ecuatoriana, y las sucesivas intentonas golpistas de diverso cuño contra el gobierno de Correa, han terminado erosionando seriamente a un líder regional de fuerte envergadura, que hoy por hoy cuenta -según fuentes occidentales- con apenas un 42% de aprobación de su gestión en la opinión pública de su país.
Evo Morales no la tuvo fácil en la medialuna boliviana, un territorio históricamente hostil a su gobierno, cuya máxima expresión fue quizás el recordado "noviembre negro", y actualmente sufre un desgaste innegable con la crisis de Potosí, un enclave donde nueve de cada diez habitantes son pobres y donde se coaligan en la protesta distintas organizaciones sociales en demanda de mejoras inmediatas en la calidad de vida.
En Argentina, la máxima de Rodolfo Walsh parece conservar intacta su vigencia. En momentos de debilidad, el pueblo vuelve a retroceder a posiciones conocidas que, como siempre, están ocupadas por el peronismo. Con todo lo que ello implica. Más de una década de kirchnerismo serán sometidos a una dura prueba. El gobierno ganó la primera batalla cultural. La segunda quedará para otra etapa de la historia, en el mejor de los casos.
Brasil se debate en una crisis que no tiene fin. Las corporaciones jaquean a Dilma, por sus logros y por sus errores. Pero, en verdad, a pocos meses de asumir su nuevo gobierno, está claro que el establishment va por Lula, único gobernante del gigante sudamericano que se retiró de su gestión con un 80% de imagen positiva. Como es lógico, la crisis institucional va acompañada de fabulosas campañas mediáticas, un enrarecimiento del clima institucional e indisimulables complicaciones económicas.
Una vez más, parece claro que los intentos permanentes de golpes blandos en América Latina -más allá del resultado que alcancen- ponen al descubierto las debilidades y los errores de los populismos que durante años confluyeron en expresiones unitarias sin precedentes y lideraron las expectativas libertarias de los pueblos del mundo. Si uno de los rasgos indentitarios del populismo consiste en escuchar las demandas colectivas, es probable que en estos últimos tiempos la capacidad de atender esas demandas o convertirlas en transformaciones estructurales haya ingresado en una opacidad difícil de mensurar. La primera de las hipótesis remite, paradójicamente, a la incapacidad de interpretar las subjetividades que sustituyen el determinismo teleológico de las antiguas concepciones tributarias del marxismo clásico. La segunda es, por ahora, una conjetura capaz de ensombrecer el horizonte común,que plantea las inconsistencias teóricas, programáticas, gestivas, tácticas y estratégicas de lo que pudimos ser y -al menos hasta ahora-  todavía no fuimos. Una buena forma de recuperar el músculo perdido podría ser fortalecer, dinamizar y organizar los espacios regionales. Son tiempos difíciles los que hay que atravesar. Y sólo la organización de los pueblos vence al tiempo.