Por Eduardo Luis Aguirre.

¿Por qué razón se hizo tan especialmente atractiva la personalidad de Lope de Aguirre? ¿Cuál fue el motivo, seguramente intencionado, por el cual la historiografía dominante hizo hincapié en una subjetividad y no en un contexto temporal y espacial que implicaba, nada más y nada menos, que la disputa por la colonización del “nuevo mundo”? ¿Qué fue lo que llevó a escritores, cineastas, dramaturgos, historiadores y demás interesados a detenerse casi exclusivamente en los rasgos que se suponen más saliente en la personalidad de un oñatarra cuya influencia en los procesos de la América en el siglo XVI no aparece tan estudiado?

Por Lidia Ferrari (*)




El porteño no puede jactarse de una vida estable. El habitante de Buenos Aires habita un mundo que cambia. El porteño se debe adaptar a situaciones nuevas todo el tiempo. La imprevisión, la improvisación, el repentismo son su patrimonio. En un suelo tan resbaladizo como el suelo porteño, se aprende a caminar a los saltos, el equilibro es más difícil y la estabilidad se alcanza cambiando con el suelo.

Por Marcelo Barros *

Lacan dice algo remarcable en su seminario XVI, al señalar la falta de seriedad del poder político en la modernidad.

Por Eduardo Luis Aguirre

Hoy quisiera detenerme en el análisis de una conferencia dictada por el filósofo Javier Gomá, en la que el disertante produjo un muy interesante acceso al concepto de descontento. De hecho, la presentación efectuada en la Fundación Duques de Soria se tituló “La causa de nuestro actual descontento” (*).

Por Eduardo Luis Aguirre



Me causa una entrañable y cálida nostalgia la lectura solitaria de aquellos teóricos magníficos de la denominada “izquierda nacional” que abundaban en los años sesenta y setenta, cuyos libros nos despertaban las pasiones más alegres y nos iluminaban respecto de las contradicciones fundamentales de un país semicolonial.

Por Ignacio Castro Rey

Cogido desde hace días entre varios fuegos que se turnan en la rabia, Rubiales nunca fue un ejemplo. Tampoco su comportamiento en Sidney, él mismo lo ha reconocido ampliamente, fue ejemplar. Sin embargo, la jauría que pide ver rodar su cabeza es lo que da más miedo.

Por Lidia Ferrari (*)

Ghilarza está triste porque te ha olvidado, Antonio. Y no lo sabe. Casi le pregunto a unos ruidosos jóvenes de tu ciudad si te recordaban. No lo hice. No quise escuchar la respuesta de que no podían recordar lo que nunca habían conocido.

Por Eduardo Luis Aguirre

Raúl Scalabrini Ortiz es uno de los intelectuales más notables de los que puede jactarse esta nación. Tuvo la sutileza de la pluma y la puntería letal del pensador. Como en casi todos los casos, resultó injustamente subalternizado, diría que casi ignorado.