Por Eduardo Luis Aguirre

Si bien el concepto de Realpolitik fue acuñado originalmente a mediados del siglo XIX por el periodista y activista alemán Ludwig von Rochau en su libro “Foundations of Realpolitik”, la utilización que del mismo se hace actualmente merece algunas consideraciones. La primera es anticipar que el propio von Rochau aclaraba en medio de los milenarios debates entre idealismo y realismo que “para tener éxito, el hombre de Estado debía entender las circunstancias históricas en que estaba operando y las condiciones de la modernidad en una era de un rápido desarrollo económico, político e intelectual”.

En “La condición humana”, Eduardo Luis Aguirre analizó la vida y la obra de Baruch Spinoza.

En 1665, Baruch Spinoza, el pensador excomulgado, comenzó a escribir su Tratado Teológico Político en una Holanda convulsionada, una obra que quedaría inconclusa por su muerte acaecida en 1670, justo cuando desarrollaba el tramo dedicado a la democracia. Spinoza implica un clivaje indescifrable en la filosofía mundial. Antonio Negri, en La anomalía salvaje, ve en él un materialismo radical y un novedoso colectivismo político. Alemán recuerda en aquella misma intervención  la mención que del marrano hizo Juan Domingo Perón en su exposición durante el recordado Congreso de Filosofía celebrado en Mendoza, en 1949.

Lo cierto es que, casi 400 años después, el decir partisano de Spinoza nos sorprende en boca de militantes de izquierda, en los argumentos de jóvenes activistas sociales, en la voz de quienes plantean transformaciones más o menos radicales en la propia circularidad fatal del neoliberalismo. Spinoza ha vuelto. Quizás porque su pensamiento indócil, subversivo para Negri, cobra centralidad “en cuanto fílosofía de la resistencia; física de la resistencia al poder, que no es sino "superstición, organización del miedo".

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Por Eduardo Luis Aguirre y Liliana Ottaviano

Nuestra concepción occidental del tiempo se aproxima demasiado a una ficción aporética. La historia no consiste, como lo hemos aprendido, en un tránsito lineal entre un pasado que nunca pudimos conocer en su verdadera dimensión, un futuro que tensa los esfuerzos de pensadores y gurúes que exhiben una audacia que asombra y un presente cuyas vertiginosas singularidades y coordenadas tampoco podemos auscultar medianamente. El mundo ha pasado a ser más pequeño, pero a su vez también muchísimo más complejo.

Por Eduardo Luis Aguirre

Acabo de leer el meduloso artículo de Cintia Alcaraz respecto de la lucha permanente y ardua por lograr un servicio de justicia con perspectiva de género (*). Comparto absolutamente todas sus consideraciones y, sobre todo, la direccionalidad manifiestamente política de un reclamo histórico, sobre lo que hemos dialogado con la autora en infinidad de oportunidades. Sólo me queda añadir un par de consideraciones que hacen a la necesidad apremiante de una transformación cultural cada vez más urgente a introducir en el menos democrático y más conservador de los poderes del estado.

Eduardo Luis Aguirre analizó en “La Condición Humana” el conocimiento de las civilizaciones que la filosofía occidental normalmente ignora. El pensamiento bantú, el saber de babilonios y egipcios y los principales emergentes de la filosofía en la antigua China. Un universo impresionante de descubrimientos, adelantos científicos y cosmovisiones religiosas y éticas.

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Eduardo Luis Aguirre dialogó en "La condición humana" con Diego Mauro, historiador, Doctor en Humanidades y Artes, investigador del CONICET y docente de la UNR sobre el resurgimiento de lo religioso.

Los paradigmas posmodernos y globalizadores puestos en cuestión por una religiosidad creciente. Los límites al neoliberalismo. Religión y movimientos emancipatorios. El rol defensivo de las izquierdas clásicas. La influencia filosófica e ideológica del Papa Francisco.

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El historiador José Enrique Ruiz-Domènec publicó recientemente su libro ‘El día después de las grandes pandemias’. Con su rigurosidad habitual, el gran profesor, doctor de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos ayuda a comprender el acontecimiento pandémico hurgando meticulosamente en los precedentes históricos, y deja planteada una pregunta crucial que el escritor Justo Barranco resume afinadamente en un artículo editado en la edición del 20 de octubre pasado en el periódico "La Vanguardia" de la ciudad condal. Esa pregunta, que encabeza el texto periodístico es la siguiente: "Habrá otro Renacimiento tras el coronavirus? En tiempos donde los opinólogos y  futurólogos arriesgan conjeturas por doquier, Ruiz-Domènec, el gran medievalista, hace pie en la historia, articula, piensa y pone en diálogo distintos contextos epocales, recorre diferentes contextos y se afirma en el hallazgo de extraordinarias regularidades de hecho analizando las grandes pestes de la historia. José Enrique Ruiz-Domènec ha comprometido su participación, para dialogar y reflexionar sobre las conclusiones e interrogantes imprescindibles de su nueva obra, en nuestro espacio radial "La condición humana", que se emite los días jueves a las 19 horas por Radio Nacional Santa Rosa, la Radio Pública argentina.

Por Jorge Alemán (*)

El antiperonismo como constante histórica.
El verdadero secreto del antiperonismo fue el odio hacia Eva Perón. 
Rodolfo Walsh le dio su gran forma literaria en el grandísimo relato “Esa Mujer”. 
Más allá de los intereses políticos y económicos de las oligarquías dominantes, en la Argentina y por distintas razones, se cristalizó un odio hacia la presencia del cuerpo de lo femenino en la política, muy difícil de localizar en otras realidades geopolíticas.