Por Ignacio Castro Rey (*)

 

Subsisten todavía dos tipos de imágenes. De un lado, los iconos publicitarios que nos rodean, mayoritarios y funcionales, remitiéndose unos a otros, envolviéndonos con una pared protectora que se engarza al tiempo lineal y a sus metas. Estas imágenes, que inundan a veces al arte, aparecen "colgadas" en la cronología social y crean cobertura porque su teleología nos permite seguir con la velocidad de la comunicación. Nos permiten interactuar, deslizarnos, consumir: ser salvados, por la religión de la circulación, del demonio de lo real, este espectro de lo inmóvil que recorre los bajos de este capitalismo cultural en el que convergen derecha e izquierda El referente de todas estas imágenes es la seguridad del desplazamiento continuo, que se ha convertido en nuestra idea fija. Individualismo y comunicación trenzan con esas imágenes una dialéctica sin fin.

Pocos se animan a evocar la conjetura trágica. Muchos, ni siquiera la perciben en una sociedad que avanza hacia el insondable abismo, bastante más previsible que sus formas. Formas que tal vez desde la opacidad de los poderes fácticos que articulan la escalada derechista (en el mundo, en general, y en la Argentina en particular) obedezcan a un diseño preconcebido que explique la violencia sin fin.

Por GERMÁN PALKOWSKI (*)
(Nota del autor: las líneas que siguen surgen de reflexiones y cabos sueltos, arrojados al papel “en caliente”. Posteriormente sazonados con algún atisbo de estructuración y mínimo ordenamiento. Lejos de pretenderse exhaustivas o concluyentes, buscan compilar una serie de puntas para dar origen a posteriores enmiendas, objeciones y/o debates con respecto a la situación de guerra total en la cual se sume el mundo por estos días).
 
Por Nora Merlín (*)
 
Se suele afirmar que la noción de voluntad popular planteada por Rousseau no resulta de aplicación en la actualidad, a raíz de que el crecimiento demográfico de las ciudades torna imposible el funcionamiento asambleario de la democracia. Sin embargo, la teoría del populismo de Ernesto Laclau hace posible resignificar el planteo de Rousseau sobre la voluntad general, y postular su vigencia en las democracias actuales.
 

Por Eduardo Luis Aguirre

Sigmund Freud fue un médico neurólogo vienés, nacido en 1856, en un contexto familiar singular y en un período histórico en el que la sociedad austríaca atravesaba una crisis colectiva, que a la postre derivaría en hechos históricos por todos conocidos. La sociedad vienesa de su época era una sociedad imperial, represiva y mojigata, especialmente en lo que respecta al ámbito de la sexualidad. Freud se interesó por estudiar una patología muy frecuente aunque soterrada en esos años: la histeria.

Por María Liliana Ottaviano (*)


“El otro ya ha sido suficientemente masacrado. Ignorado. Silenciado.

Asimilado. Industrializado. Globalizado. Cibernetizado. Protegido
Envuelto. Excluido. Expulsado. Incluido. Integrado. Y vuelto a asesinar.

Por Eduardo Luis Aguirre

Este texto constituye un renovado impulso de plantear continuas rupturas con las categorías eurocéntricas que en muchos campos del saber académico nos impiden pensar en lo que nos ha sido vedado pensar como consecuencia de un proceso de colonización cultural y epistemológico que duró siglos. La filosofía no es una excepción, y mucho menos cuando se trata de analizar la visión del mundo de los pueblos originarios de América Latina. 

Por Eduardo Luis Aguirre

Ayer, a la edad de 91 años, falleció en Niembro, Asturias, el filósofo Gustavo Bueno Martínez, el desarrollador del denominado "materialismo filosófico" español. Bueno eligió irse dos días después que su esposa  Carmen Sánchez Revilla.