Por Jorge Alemán

«En la posición que he tratado de proponer, en cambio, la construcción del antagonismo es inevitablemente política y evidentemente no hay, a priori, un rechazo ni del Estado, ni de la democracia ni de las instituciones. Otra cosa es que la democracia liberal ha rechazado de tal manera el antagonismo, que las sociedades del consenso han repudiado – para utilizar una expresión fuerte de Lacan- de tal modo el antagonismo, que han generado cada vez más, progresivamente, lo que Lacan llamaba "el odio por el goce del Otro".



UN ODIO RACIAL DESCONOCIDO

Lacan en el seminario De un discurso que no fuera del semblante[2], dice que a diferencia del nacionalsocialismo que explicitó su ideología racista, ibamos a ver cada vez más progresivamente un odio racial desconocido. Es más, en el año 69, ustedes recordarán la profecía de Lacan de que nuestro porvenir de mercados comunes europeos nos haría conocer cotas de racismo hasta ahora desconocidas. La tesis de Lacan es que para ser racista no es necesaria ya ningún tipo de articulación ideológico-política, sino que se produce, vamos a decir, espontáneamente en la propia constitución del sujeto.

HAN BORRADO LA DIMENSIÓN DE LA POLÍTICA

Uno de los motivos por los cuales ese odio va en aumento es, precisamente, que las sociedades marcadas por el paradigma del consenso, en donde se disputan intereses corporativos, intereses de grupo, intereses de consumidores, intereses de propietarios, intereses de víctimas, intereses de damnificados, etcétera, han borrado del campo de la experiencia la dimensión de la política. Podríamos decir que si hay algo que caracteriza a lo que podríamos llamar genéricamente la posdemocracia, es que la política ha dejado de ser una experiencia subjetiva y por lo tanto, el resultado de ese repudio de la política es el aumento del odio, el aumento del odio racial hasta el odio al vecino.

EL ANTAGONISMO NO ESTÁ OPERANDO POLÍTICAMENTE

Este odio sin articulación política es precisamente uno de los síntomas más claros de que el antagonismo no está operando políticamente. Antagonismo que a su vez, como dije al principio de mi intervención, debe ser construido políticamente porque no surge inmanentemente, ni como lo creyeron algunos marxistas ni como lo creyeron después Hard y Negri a partir de las propias estructuras. Exige de la construcción política.«