Por Jorge Alemán
En tanto exiliado del 76 en España no simpatizo con los nacionalismos. Salvo excepciones, cuando se trata de naciones ocupadas e intervenidas por una potencia extranjera.
Por Jorge Alemán
Cuando se escucha a los portavoces de la derecha histórica y a los moderados reclamar por la unidad de España tienen razón y a la vez mienten. Mienten, porque ellos tienen aún la responsabilidad histórica de seguir reprimiendo la verdad de la memoria histórica.
Por Eduardo Luis Aguirre
“Asistimos a una mundialización capitalista sin freno y, en ella, las fuerzas políticas dan muestras de más debilidad que de fuerza” (Alain Badiou)
Durante lo que va del tercer milenio se ha profundizado la crisis de los principios y objetivos que dotaron de sentido a la ONU hace más de seis décadas.
Por Eduardo Luis Aguirre
“Nuestro principal objetivo es que nuestros estudiantes aprendan a pensar de modo crítico e independiente. El abogado que se limita a memorizar y repetir no resalta; el abogado que piensa brilla. Ya nos contaba Jorge Luis Borges en “Funes el memorioso” que Funes no podía pensar, porque se dedicaba exclusivamente a memorizar todos los detalles. Decía Borges que “pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer”. Queremos menos Funes y más pensadores” (1).
El régimen de poder del neoliberalismo ha logrado desconectar el malestar económico-social de cualquier modalidad emergente de un proyecto transformador. Los políticos macristas son mediadores intercambiables que cuentan con esa maquinaria neoliberal capaz de producir nuevas formas de subjetividad. En este sentido es que el macrismo es una variante del poder neoliberal y no una hegemonía.
Por Jorge Alemán
Por Eduardo Luis Aguirre (*)
“El capitalismo tiene mucha más fuerza de la que pensaba Marx: no era solamente la explotación de la fuerza de trabajo sino un modo de apropiarse de la subjetividad. El neoliberalismo, que es una mutación del capitalismo, se caracteriza por ser una gran fábrica de subjetividades” (Jorge Alemán).
Por Ignacio Castro Rey
Grandes urbes, aglomeraciones de cristal, de acero y rostros maquillados. Rascacielos, pantallas gigantes, conexiones multiplicadas. Y el espectáculo de unas luces perpetuas que nos cubren con un cielo de diseño. Como si no fuera suficiente la simple vida, estamos embarcados en una metafísica de la elevación, de la que tampoco es fácil librarse a través de ninguna de nuestras respetadas minorías LGTBI.