Por Eduardo Luis AguirreLa derecha se apropió durante mucho tiempo de algunas categorías simbólicas fundacionales de las democracias de occidente. No obstante, esos signicantes abiertos como la democracias, la libertad y el patriotismo se exhiben como un territorio en permanente disputa. Lo que ha sucedido hoy en la Argentina es un acontecimiento histórico, directísimo en su formato democrático, profundamente patriótico, vital, amoroso y común. Un nuevo proceso de construcción de pueblo se articuló como réplica antagónica de la autocracia y la injusticia más profunda. En la defensa de la presidente secuestrada y proscripta volvió a emerger el subsuelo de la patria sublevada. Centenares de miles de personas convergieron a escuchar a su máxima referente política. En las especulaciones deleuzianas ese acontecimiento señala un antes y un después. Rompe la monotonía de lo establecido a fuerza de crueldad y de una violencia inédita y quien lo provoca es, una vez más, el hecho maldito del país burgués. La lideresa que siempre vuelve lo hizo una vez más. Logró multiplicar los panes y conjugar un nuevo peronismo que se fortalece en las calles, en los hogares, en las fábricas, en las plazas, en los barrios y en las universidades. En las coincidencias y en las más amplias diversidades y disidencias. Es clara su divisa: Patria sí, colonia no. La Patria es la bandera que recogen los humillados, los explotados, los oprimidos, los expropiados, los excluidos. Los vulnerados heroicos del Sur. Los que están persuadidos que el amor vence al odio. Es el peronismo que avanza con la fuerza de la razón y con una composición social matizada que incluye el fenómeno dinámico de los movimientos sociales. Que contiene a un progresismo que se asume formando parte. Si, nuestros "perroflautas" también claman por Cristina. Como sus padres y sus abuelos, se pliegan al peronismo que retorna en la voz de esa mujer. Se animan entonces, todos ellos, a soñar con un futuro. Esa idea alimenta las largas marchas. Las que llegan desde el país verdadero, de las provincias (ver imagen).Son los protagonistas dinámicos de otro 17. Una masa anónima de inclaudicable fervor hace un alto, que se asemeja a un tributo y marcha luego a la Plaza de las gestas históricas. No hay olvido, no hay distancia, que laude entre esos amores, entre esos cánticos y esas banderas. Ahora hay que articular demandas y peronizar el gobierno que viene. No es momento de catalogar las presencias sino de analizar la estupefacción de las ausencias. La gambeta corta de una partidocracia anodina que finge no ver la enormidad de lo tangible. Antes que ajustar cuenta con los que se sumaron hay que demandar lo inexcusable a las dirigencias. Porque para superar las pesadillas ilegítimas que nos agobian hay que afirmar una nueva ética y afianzar una nueva épica revolucionaria. Y en esa tarea amplia y generosa nadie sobra.
Imagen del muro de Facebook de Mauro Monteiro.
Recibí todas las novedades de Derecho a Réplica