Por Eduardo Luis Aguirre
La Corona española conserva intacta la memoria de la conquista. Lo resuelve y lo reconoce como el hecho más trascendental de la historia de la humanidad. No hay fisuras en el relato dominante sobre el más fabuloso encuentro de todos los tiempos, como lo define Svetan Todorov, o el genocidio que adelantó las coordenadas de la Modernidad, según lo concibe Enrique Dussel.
"La cabeza de Mariano Rosas", el libro de Sergio Schmucler en cuya presentación intervine hace algunos días en la sede de la Asociación Pampeana de Escritores, habilitó algunas conjeturas que desbordaron y -como de ordinario ocurre en las lecturas que nos concitan- modificaron las perspectivas que podríamos haber intentado al inicio de ese recorrido de recuperación (no del todo) ficcional de una trama histórica palpitante y atroz de entramados genocidas y universos inconciliables.
Por Jorge Alemán (*)
"La revolución terminará con muchas cosas menos con la estupidez humana" respuesta de Trotsky a Lenin en Mi Vida, su autobiografía.
Por María Liliana Ottaviano (*)
“Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?”. (Lacan)
El sintagma "subjetividad de época" contenido en esta frase de Lacan bien vale para abrir este texto en el que se intenta dar cuenta del entrecruzamiento discursivo entre lo social y lo singular. Entre lo político y la subjetividad. Entre lo colectivo y lo individual.