Por Eduardo Luis Aguirre
La sanción del primer presupuesto de la era mileísta fue mucho más que la obtención de un cálculo de recursos y gastos. Esta vez, la "ley de leyes" le dejó el camino asfaltado a la administración neoliberal argentina para satisfacer las exigencias de los acreedores externos, pero también para legalizar un nuevo diseño de país que altera la composición social del único país de la región por donde pasó el peronismo. En palabras del propio presidente de la República, el holgado resultado obtenido en el Senado fue un "hecho histórico", y todo hace indicar que le asiste razón. La relación de fuerzas de la Cámara Alta no autorizaba, al menos en la procedencia orgánica de los legisladores, una ventaja de semejante holgura. La imposición, en esos términos, fue un dato inaugural de una relación de fuerzas que, en la realidad, grafica la predisposición colaboracionista de espacios afines, lo que incluye en casos cruciales al propio peronismo. Nadie mejor que el gobierno, después de haber obtenido la legitimación de semejante claudicación, sabe que el que puede lo más, puede lo menos. De aquí en más se abre un paisaje abismal que debe prepararnos para una experiencia de retroceso continuo sin precedentes.
No hay, al parecer, límites institucionales para ponerle coto a un gobierno que obtiene una representación acotada en las urnas pero prevalece irrefrenablemente en sus decisiones y rumbos institucionales y políticos. Esta nueva realidad no solamente se refrenda con los festejos y las declaraciones de la entente neoliberal, puesta de manifiesto a poco de conocerse el resultado de la votación senatorial sino también con la inmediata prédica de su prensa afín, que ya comienza a cuestionar los pilares básicos que sostuvieron a la Argentina durante décadas. Por ejemplo, la educación universitaria gratuita, algo que que parecía imposible hasta hace un bienio (*). Tengamos como cierto que deberemos ajustarnos los cinturones. Está claro que Milei va por más porque sabe que no aparece en el escenario político una resistencia unitaria y orgánica que pueda condicionarlo.
La relación entre ética y política difícilmente admita un mayor nivel de tensiones que el actual. Si los gobernadores claudican por cualquier motivo derivado de la realpolitik, por comprensible que ellos fueran, no puede sorprendernos que nos encontremos con una realidad en la que las que las provincias son llevadas a la rastra por un estado nacional nacional que aporta mucho menos de la mitad de la riqueza nacional. Esas tensiones dinámicas aceleran la necesidad de reinterpretar nuestro federalismo de baja intensidad y convocar a pensar un nuevo diseño confederado futuro. Porque está claro que si las autonomías provinciales se siguen exhibiendo tan endebles la suerte está echada. Y esa percepción no hace más que multiplicar la angustia y una nueva ética de la desesperación. En el capitalismo actual dos penurias excluyentes subordinan a los sujetos. Los que se angustian por sus carencias y faltas y los que lo hacen frente a las dificultades de conservar lo que tienen. Son dos caras de una misma moneda. Ese estado de ánimo colectivo debe politizarse y ser objeto de nuestra militancia cotidiana. La política debe necesariamente pensarse desde una manera distinta. El presupuesto ha demarcado una divisoria de aguas histórica. La hora exige un pensamiento profundo, una comprensión superadora de lo complejo y una creatividad contingente, que equivale a incidir en la realidad con inteligencia y con los medios de los que se disponga. Un gobierno que se ha desentendido del bien común y solamente postula una delirante “eficacia” nos coloca en una nuda posición de debilidad. En una intemperie atravesada por urgencias impostergables frente a la cual la amplitud y la generosidad recuperan sus condiciones fundamentales dentro del movimiento nacional. Perón lo decía claramente, y aventaba de forma temprana las disputas intestinas y las divisiones estériles: “El movimiento acoge a todos los hombres sinceros y honrados”. “Hay otro aspecto que también quería mencionar: me refiero al de los prejuicios y de los preconceptos. Nuestro movimiento ha sido formado por hombres que llegan a él desde los más diversos rumbos. Nosotros no hemos preguntado de dónde vienen, sino que hemos preguntado quiénes son y qué es lo que piensa y hacia adónde van. Esta debe ser una norma para nosotros, porque nuestra aspiración ha de ser que todos los argentinos que piensen como nosotros y que estuvieron equivocados honradamente se coloquen a nuestro lado para luchar, cualquiera sea su procedencia o cualquiera haya sido su equivocación. Nosotros, como un movimiento popular, no podemos «a priori» descartar a los hombres que sean honrados y decentes, vengan de donde vengan, sepan lo que sepan, sientan lo que sientan, siempre que estén de acuerdo en que es necesario ponerse a trabajar sin descanso para corregir los males de la Nación y para llevar nuestra tierra al puerto de la gloria y de grandeza que cada uno de los argentinos bien nacidos debe desear para su patria”. “Si nuestro movimiento, con una gran amplitud, sin sectarismos de ninguna naturaleza, sin coerciones que puedan ejercerse en ninguna forma, avanza por el camino ancho de la verdad y de la realidad, no tenemos nada que temer. Si nos sectarizamos, iremos perdiendo paulatinamente la fuerza con que contamos y nos convertiremos en un movimiento que vivirá en su torre de marfil, pero que no representará dentro de la República, el sentir del conjunto, transformándose en un pequeño organismo que marchará contra la corriente” (***). Parece claro que el análisis de saliva para constatar la pretendida “pureza doctrinaria” no es una alternativa plausible en un contexto de amargas luchas defensivas, porque lo que Perón llamaba “las oscuras fuerzas de la regresión” (****) han asumido la iniciativa política.
Recordemos incluso los párrafos más salientes de la Carta de Perón a Jorge Abelardo Ramos, remitida desde Madrid el 29 de octubre de 1967. El líder desterrado escribía entonces con su precisa pluma: “Estimado amigo: A mi regreso de un viaje de “manzanillización” a Sevilla195, me encuentro con su carta y los ejemplares N° 3 y 4 de la revista “Izquierda nacional” que tuvo usted la amabilidad de enviarme. Le agradezco su recuerdo: he leído con todo interés el material, sin desperdicio de su contenido, que comparto en un todo porque la verdad habla sin artificios. Una izquierda nacional, en la que orgullosamente me cuento, que sale a la palestra con verdades como puños sin preocuparse de que, en nuestros días, lo más peligroso suele ser decir la verdad. Llega poco a poco el día en que todos comenzamos a “hablar un mismo idioma” como iniciación de una unidad y solidaridad que está ya tardando en llegar y que será la única manera de encarar una liberación impostergable (***).
Ahora bien ¿la amplitud significa que cualquiera puede decir cualquier cosa o hacer lo que quiere en cualquier momento y lugar? De ninguna manera. En los momentos de repliegue táctico las coordenadas de tiempo y lugar son fundamentales, sobre todo cuando la potencialidad del antagonista no solamente le es favorable sino que no nos resulta sencillo escudriñar los entresijos y secretos de su verdadera fortaleza. lo que se impone entonces es gravitar en los lugares menos favorables en los momentos justos. Ampliar la base de sustentación del campo popular y respetar la categoría de la economía de fuerzas. Hacerse cargo de lidiar con los compañeros sectores del progresismo implica un esfuerzo, denodado, lo mismo que deponer los adjetivos y la fruición por el consignismo y la obstinada e individual condicionalidad. A veces la persuasión, en momentos tan severos, son más persuasivos que las muchedumbres rumorosas y en otros momentos la calle es crucial. La incesante propensión del gobierno a cometer actos de grosera inconstitucionalidad e ilegalidad tal vez debería mancomunar a nuestros mejores cuadros jurídicos (donde la mayoría se invierte y también la potencia argumental), pero nada de eso ha ocurrido hasta ahora, a pesar de que se está a tiempo. La lógica prevalente no debe ser la furibundia impulsiva sino la razón crítica y práctica. Hay que gravitar en los espacios más débiles (que son incontables) de los adversarios. Recuperar fuerzas, exigir a nuestros cuadros y dirigentes a pensar con la exigencia necesaria y aplicar un alto grado de creatividad, que dista absolutamente de los panfletos eruditos, para gravitar en el momento y lugar más sensible. Sabiendo que estamos atravesando un momento crucial contra una expresión política todavía inescrutada en su verdadera naturaleza interna y externa.
(*)https://www.lanacion.com.ar/opinion/un-tema-tabu-detras-de-la-primera-victoria-por-goleada-del-gobierno-nid28122025/
(**) Declaración de Principios. Doctrina Peronista. Disponible en https://elhistoriador.com.ar/declaracion-de-principios-doctrina-peronista/
(***) https://bcn.gob.ar/uploads/Peron-1967.pdf
(****) Mensaje a los Trabajadores argentinos, disponible en https://digitales.bcn.gob.ar/files/textos/coleccion-jdp-peron-1945-vol-II-discursos-declaraciones-documentos-escritos-entrevistas-correspondencia.pdf
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