Por Liliana Ottaviano
En un artículo anterior publicado en este mismo sitio bajo el título de “El odio, una de las formas del malestar en la política” (https://derechoareplica.org/secciones/politica/1827-el-odio-una-de-las-formas-del-malestar-en-la-politica-2) intentamos analizar este fenómeno político desde la coordenada teórica que nos ofrece el psicoanálisis. Hacia el final del mismo nos preguntábamos “si el odio es una de las formas del malestar en la política ¿es posible hacerle frente con una profundización de la democracia?”
Tal vez la pregunta haya que completarla y reinterrogarnos ¿qué democracia es posible en el imperio del dispositivo neoliberal? Estamos asistiendo a una democracia cada vez más endeudada con los acuerdos colectivos que hacen a una comunidad. Una democracia en cuyo estandarte no figura la ética, tampoco la verdad, mucho menos el compromiso con los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. En su agenda no entran las inequidades producto de las desigualdades sociales, económicas, culturales, étnicas, de género. Tampoco los derechos humanos. Una democracia donde el progreso es identificado a la lógica de la economía capitalista que equipara democracia a la posibilidad de consumo.
Me parece necesario insistir en la pregunta inicial ¿qué democracia es posible en el imperio del dispositivo neoliberal?
El discurso neoliberal considera la forma de gobierno democrática como un simple instrumento, sin ocuparse por su verdadero propósito. Esto ha llevado a la paradoja de la despolitización del escenario político, donde se promueve una democracia alineada con los intereses del mercado, abriendo la economía al servicio de las ganancias del capital financiero. El libro de Aníbal Laserre, La Hidra neoliberal, nos lo ilustra muy bien. En estos días el panorama argentino no hace más que graficar con claridad aquello que aún se dificulta enunciar. “No se anula al Estado, sino que se modifica profundamente la naturaleza de sus intervenciones y la razón de ser, con consecuencias fundamentales sobre las cuestiones relativas al Estado de derecho”.
Parafraseando aquella célebre frase pronunciada por "Margaret Thatcher “La economía es el método, el objetivo es el alma", podríamos decir que el Estado es el medio, el objetivo es el pleno mercado. Para ello el estado no puede desaparecer porque el Mercado necesita una democracia que posibilite un Estado direccionado. “Que adopte someterse y ser guardián de las reglas del derecho privado”. El Dispositivo Neoliberal se vale de la democracia y del estado para su reproducción.
Laserre enumera una serie de condiciones políticas que hacen posible el funcionamiento global y universalizable del capitalismo financiero a partir de Estados neoliberales gobernados por “Ceos competentes de probado cuño neoliberal” muchos de los cuales no provienen del territorio político por excelencia. Estas condiciones van desde las reformas del estado, la desregulaciones, la reducción del gasto público, la anulación de derechos y una gran operación de los medios de comunicación y redes sociales para construir sentido alrededor de significantes como patriotismo, esfuerzo, resiliencia, libertad, mercado, finanzas, gasto público entre muchas otras.
En La Hidra Neoliberal se recuperan dos conceptos introducidos por Lacan; el de “capitalismo reelaborado” -al que se lo puede encontrar en “Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión”- y el de “neosujeto” - en el Seminario N°21 del propio psicoanalista francés. Con respecto al primero, Laserre nos dice que nos sirve como guía para identificar diversos rasgos que describen al 'individuo neoliberal', caracterizado por diferentes autores como líquido, flexible, hipermoderno, incierto. El empresario de sí, según Jorge Alemán. Un sujeto nuevo, sin legados, ahistórico, sin amarres a un proyecto político. Un sujeto que más que ciudadano importa en su condición de consumidor. Un consumidor consumido por el mismo circuito del capital, que no escatima en autoinmolarse en tanto y en cuanto provoque un daño a lo común.
Así el propio Laserre nos dice que “La formulación de capitalismo reelaborado nos parece muy apropiada para ubicar las transformaciones y cómo ha sido afectada la relación del individuo consigo mismo a partir de la lógica del discurso capitalista, reorganizado bajo un nuevo y masivo ordenamiento no sólo de las actividades económicas, sino también de los lazos sociales, de los comportamientos y de las subjetividades. El nuevo capitalismo está profundamente ligado a la construcción política de un mundo financiero global regido por el principio de la competencia generalizada. Una competencia un tanto tendenciosa, ya que implica la nacionalización de los riesgos y la privatización de las ganancias”.
La economía es el método, el objetivo es el alma, dijimos más arriba citando a Thatcher. El objetivo último del neoliberalismo es crear “Un neosujeto al que se le exige una total implicación en el único mundo posible”. Un nuevo sujeto, completamente homogeneizado según una lógica empresarial, competitiva y comunicativa, que siempre queda supeditado a su rendimiento. Esta homogeneización se realiza sin la distancia simbólica que le permita analizar su posición en los dispositivos que disciplinan su cuerpo y su subjetividad. Sin embargo, este propósito encuentra su límite en el descubrimiento freudiano y las posteriores reelaboraciones de Lacan, que muestran que la constitución estructural del sujeto, en su relación con el lenguaje y la pulsión, no puede ser totalmente asimilada por ningún "orden político". Así, los dispositivos neoliberales pueden ocultar y velar, pero no logran capturar ni redirigir completamente la estructura subjetiva. El desafío del psicoanálisis hoy es, ante estos intentos, mantener abierta la puerta a la singularidad del ser hablante, sexuado y mortal, evitando así la captura del sujeto.
La idea de sujeto dividido por efecto del lenguaje es uno de los conceptos que desde la izquierda lacaniana se aporta a la política para entender el tiempo que habitamos y las lógicas que en él se ponen en juego en la producción y colonización de las subjetividades
Si hay un resto inapropiable y que nos lleva a afirmar, siguiendo a Jorge Alemán, que el crimen no ha sido perfecto, es que el neoliberalismo no ha podido tocar al sujeto en su estructura. Al menos todavía.