Por Juan Jose Giani
Integrantes ambos de la tradición liberal argentina, Bartolomé Mitre y Juan Bautista Alberdi sin embargo se detestaban. Las discrepancias fueron muchas (tal vez la más notoria fue la que rodeó a la Guerra del Paraguay), pero interesa aquí aquella que refiere al carácter de la Revolución de Mayo. Para Mitre ella fue la coronación emancipadora y democrática de una nación en estado de latencia; mientras que para Alberdi fue la consecuencia inusitada de la crisis del Imperio Español luego de las invasiones napoleónicas. Esa batalla interpretativa la ganó sin dudas el tucumano, lo que habilita entonces la pregunta. En qué sentido fue una revolución la Revolución de Mayo? No declaró la independencia (la Primera Junta incluso juró lealtad a Fernando VII), no creó una nación (pues su apelación territorial era al Virreyanto del Río de la Plata), no trastocó el orden social (fue acompañada en gran medida por la burguesia criolla opuesta al monopolio), y no modificó el régimen político (la mayor parte de sus impulsores aún defendían el sistema monárquico). Lo fue, y en esto corresponde conservarla como mito fundante, pues introdujo en nuestras tierras un valor filosófico fundamental, el del consentimiento como basamento de cualquier orden político. Dicho de otra manera, la fuente del poder ya no está en Dios sino en la soberanía popular. Bueno recordarlo en estos tiempos, cuando el ausentismo electoral y por tanto ausencia de legitimidad de los gobernantes parece estar al acecho.

El 25 de mayo y el mito fundante de la soberanía popular
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