Por Eduardo Luis Aguirre

Las elecciones parlamentarias de ayer en la CABA, autopercibido el distrito más politizado del país, convocó solamente al 53% de los ciudadanos habilitados para votar. Prácticamente el mismo porcentaje que decidió sufragar en las recientes elecciones de Chaco (51%), menos que en San Luis (60%), Jujuy (61%) y Salta (59,7%), Todos porcentuales bajísimos que, en contextos tan dispares autorizan a corroborar el desencanto mayoritario con la política,  la falta de expectativas en el sistema democrático y la endeble legitimidad de origen de los gobernantes electos con esta magra cantidad de sufragios en un país donde, a diferencia de otros casos, el voto es obligatorio. Es como si las estructuras políticas no reconocieran a los nuevos sujetos sociales ni sus anhelos ni pudieran comprender el efecto de más de una década de continua  frustración y retrocesos.

El sistema político actual ha arrastrado a la pobreza a empleados públicos, docentes, policías, bomberos, miembros de las fuerzas de seguridad, trabajadores de salud, jubilados, etc. Un conglomerado de millones de personas que profesan valores  de clase media pero con bolsillos de pobres.
¿Puede ser que estas elecciones hayan motivado es asamente a la sociedad? Puede ser. Cuando se complete la próxima rueda electoral estaremos en mejores condiciones para resolver ese interrogante. Lo que sí sabemos es que los partidos del llamado "campo popular" deben hablarle de ahora en más a la materialidad en vilo de estos sectores. Sobrevivientes alertados de la desigualdad evidenciad por la pandemia que esperan legítimamente recuperar el terreno perdido. Y también reconciliar a las franjas más vulnerables del país con la idea de un futuro mejor. Hay perplejidades que deben interpelarnos.  La encuesta realizada recientemente por la consultora Zuban-Córdoba en La Pampa da cuenta que algunos referentes peronistas registran la menor expectativa de votos entre los sectores de menos recursos y niveles de instrucción inferior.  Cambia, todo cambia. Esta imagen de evolución de las preferencias sociales debe significar un alerta temprana para evitar que multiplique el ascenso de las derechas.