Por Eduardo Luis Aguirre.
Desde que irrumpió en la Argentina el mileísmo como espacio político se asumió casi sin controversia que los sectores juveniles adhiriere mayoritariamente a esa expresión de derecha extrema. Una multitud de analistas se dedicó a explicar el fenómeno, e incluso en este medio abordamos en varias ocasioneses el tema desde nuestra perspectiva sociológica. Sin embargo, en muchas provincias quizás hay que intentar una etnografía más constatable en la materia, que nos permita avisorar la importancia cuantitativa y las especificidades cualitativas de otros sectores etarios no menos gravitantes. La Pampa es uno de esos lugares. La provincia registra desde hace muchos años uno de los indicadores de mayor expectativa de vida, además de una movilidad social horizontal que, como una recurrencia fuerza centrífuga, hizo que muchos jóvenes emigraran de las fronteras provinciales. De todas formas, lo importante es destacar que el envejecimiento de la población genera una cantidad de adultos. votantes potenciales, que puede resultar decisiva en cualquier contienda electoral. Y este dato, que hemos constatado, asciende a varias decenas de miles de adultps (el 17,7 de los pampeanos supera los 60 años) que tornan decisivo a ese sector social que además no es alcanzado ni perforado por los discursos de la enemistad en boga. Por supuesto que muchos de ellos plantean dificultades o reservas para ir a sufragar, pero en su caso esas debilidades y carencias son absolutamente razonables y deberían generar la atención metódica y sistemática de la militanca popular. Es más, cuando hacen esos planteos, los adultos mayores aluden a causales por demás atendibles."Tengo dificultades para movilizarme o para llegar a los lugares de votación", "aunque vaya a votar, no estoy seguro de que algo vaya a cambiar para mejor", "estoy muy decepcionado", "tengo problemas de salud", son las explicaciones más frecuentes que escuchamos y respecto de las que habrá que utilizar herramientas dialógicas imprescindibles. Pero, en general, y aunque esto pueda parecer llamativo, los adultos mayores conservan una memoria cívica de cuarenta años de democracia e identificaciones políticas de sus épocas más tempranas. En muchas elecciones recientes han sido decisivos en los resultados de las elecciones, tanto en países europeos, latinoamericanos o en nuestro país. No habría razones suficientes para que lo propio no pudiera suceder en La Pampa. Para eso es necesario tener en cuenta que esos agregados sociales son mucho más proclives a la participación comunitaria y electoral, que tienen demandas concretas acuciantes (mantener las cajas jubilatorias en manos de la Provincia, poder asegurarse las prestaciones de salud con la calidad y beneficios que se alcanzan en La Pampa, sostener a las personas discapacitadas que los rodean, acceder a los medicamentos, acompañarlos en esa etapa existencial tan potente), derechos que la ultraderecha niega rotundamente o directamente no le importan. Quienes visiten y dialoguen con esos potenciales votantes deben hacer hincapié en este tipo de diferencias que con esenciales para la ancianidad y que únicamente lo garantiza un triunfo del campo nacional y popular. Por eso, la movilización en los días precomiciales y las fechas electorales son esenciales y deben ser especialmente compañeras, comunicativas, explicativas y cálidas. Estos viejos difieren en no poca medida de los que conocimos hace algunos años. Probablemente reivindiquen todavía su rol participativo y sigan acuñando sueños compatibles con una patria libre, justa y soberana. Si esta conjetura se corroborara, podríamos estar frente a una épicaa gesta de los viejos frente a la barbarie.
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