Por Eduardo Luis Aguirre
El papa Francisco ha pedido que se investigue si los ataques de Israel en Gaza constituyen un genocidio, según extractos publicados por el periódico “La Stampa” sobre un nuevo libro del Pontífice.
Esta es la primera vez que Francisco pide abiertamente una investigación sobre las acusaciones de genocidio por las acciones de Israel en la Franja de Gaza. En septiembre había dicho que los ataques de Israel en Gaza y Líbano han sido “inmorales” y desproporcionados, y que su ejército ha ido más allá de las reglas de la guerra. Recientemente ha invocado la solicitud en la misma dirección basándose en el parecer de “algunos expertos” (1).
El libro, de autoría de Hernán Reyes Alcaide que se basa en entrevistas con el papa y documentos papales, se titula “La esperanza no defrauda nunca”.
Para saldar el objeto de la investigación que reclama el pontífice intentemos en primer lugar acotar el concepto moderno de genocidio, tomando como base los profusos trabajos del investigador Daniel Feierstein, miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos y ex Presidente de la International Association of Genocide Scholars (IAGS) durante el período 2013-2015.
Digamos en primer lugar que el artículo II de la Convención de la Organización de las Naciones Unidas sobre prevención y sanción del delito de Genocidio (CONUG) establece la definición jurídica universalmente aceptada.
“En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
La definición jurídica de genocidio adoptada en este caso ha sido objeto de numerosas y justificadas críticas vinculadas generalmente a la excesiva rigidez de la caracterización, que exige un singular elemento subjetivo del injusto, consistente en una intencionalidad destructiva explícita en el autor y que, al propio tiempo, excluye como víctimas probables de genocidio, entre otros, a los grupos políticos.
De todas maneras, esta distinción no necesariamente debería aplicarse para delimitar lo que ocurre en Gaza. Pasa que, durante la modernidad, el genocidio tiene -según el autor al que recurrimos- características precisas que lo diferencias de las grandes masacres cometidas en tiempos pretéritos. Una de ellas en la determinación previa del grupo de víctimas. La otra, es la creencia de la legitimidad de la agresión con el objetivo de reorganizar a los grupos criminalizados en base al sistema de creencias y las convicciones unilaterales de los perpetradores.
Nadie como la ex embajadora estadounidense ante la ONU Madelene Albright ha podido aclarar esta categoría, por si ello fuera necesario
“Actuaremos de manera multilateral cuando podamos, y unilateralmente cuando lo juzguemos necesario”, porque “consideramos que la región del Cercano Oriente es de vital importancia para los intereses nacionales de EEUU” (3). .
Es obvio que Israel actúa de manera unilateral, excediendo los límites de la legítima defensa y sometiendo a una situación múltiple de privaciones y muertes a las poblaciones que ataca por la condición inequívoca de formar parte de un grupo étnico, racial, religioso y político. Si tiene o no vocación reorganizadora surgirá de comprobar si la población agredida pretende ser reorganizada en base a la cosmovisión del gobierno israelita. Pero, de todas maneras, la calificación genérica de crímenes contra la humanidad, en este caso en particular, estaría surgiendo con la propia definición estatutaria antes citada. Si el mundo elige escuchar a quien opone la esperanza a la frustración del capitalismo global, no hay ninguna duda que cuenta con los instrumentos suficientes para hacerlo. Un comité especial de la ONU encargado de investigar las prácticas israelíes destacó en un informe reciente, que abarca desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 hasta julio de este año, que las "pérdidas civiles masivas y las condiciones impuestas a los palestinos allí, que ponen su vida en peligro de forma intencionada".
"Con su asedio a Gaza, la obstrucción de ayuda humanitaria, los ataques selectivos y matando a civiles y trabajadores humanitarios, a pesar de los reiterados llamados de la ONU y eludiendo órdenes de la Corte Internacional de Justicia y las resoluciones del Consejo de Seguridad, Israel está intencionadamente causando muerte, hambre y heridas graves" a la población de Gaza.
El comité también acusa a Israel de "usar el hambre como método de guerra" y de "infligir un castigo colectivo a la población palestina". En febrero de este año, las fuerzas israelíes habían usado más de 25.000 toneladas de explosivos en toda la Franja de Gaza, "el equivalente a dos bombas nucleares", indica el mismo informe (4).
En momentos en que algunos países europeos comienzan a repartir boletines a su población ante el peligro de una guerra nuclear, un esfuerzo como el de Francisco para reafirmar la convivencia armónica y la esperanza constituyen una empresa contrahegemónica para salvaguardar la paz. Hasta ahora, la única.
(1) https://www.youtube.com/watch?v=5ZRe1dZBcuo
(2)http://www.publicacionesclaretianas.com/sites/default/files/La%20esperanza%20nunca%20defrauda_0.pdf
(3)Madeleine Albright, por entonces embajadora ante la ONU, en un discurso pronunciado ante el Consejo de Seguridad en el curso de la primera intervención armada en Irak, citado por Chomsky, Noam: “Estados Unidos, un Estado ilegal” en El Dipló, Le Monde Diplomatique, número 14, agosto de 2000, pp. 18 y 19.
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