Por DIEGO HERNANDO GÓMEZ (*)


Dinko Sakic y su esposa Nada Lubiric en tiempos del Estado Independiente de Croacia

El martes seis de abril de 1998 en el diario La Nación se podía leer lo siguiente: “El último comandante del campo de exterminio de Jasenovac[1], Croacia, vive en la Argentina recluido en Santa Teresita, a 300 kilómetros de Buenos Aires, donde se dedica pacientemente a escribir sus memorias”. Sucedía que el día anterior Canal 13 había puesto en al aire una entrevista a Dinko Sakic, un criminal de guerra croata que había llegado a la Argentina en 1947, en donde no negaba su rol como comandante del campo de extermino más grande de Yugoslavia,  y el tercero en toda Europa después de Auschwitz y Treblinka, durante la Segunda Guerra Mundial. 
¿Pero quién era Dinko Sakic? ¿Cómo había podido pasar desapercibido durante más de medio siglo?¿El Vaticano y el primer gobierno de Juan Domingo Perón habían tenido que ver con su llegada a la Argentina?¿Por qué tanto los dos gobiernos peronistas como la “Revolución Libertadora” se negaron a extraditar criminales de guerra ustashas croatas ante el requerimiento de la Legación yugoslava[2] en la Argentina?   ¿Eran ciertos sus “negocios” en el Paraguay del dictador  Alfredo Stroessner? ¿Por qué Franjo Tudjman, presidente de la Croacia independiente de los años noventa, se entrevistó con él en la Argentina en 1994?  Las preguntas podrían seguir y seguir, pero harían que esta pequeña exploración se convirtiera en una densa biografía política sobre Dinko Sakic, que necesariamente tendría que incluir un análisis descriptivo del movimiento ustasha y su relación con el Vaticano a la vez que se haría necesario comprender la vinculación del movimiento peronista con los criminales de guerra nazi-fascistas llegados a la Argentina luego de la Segunda Guerra. Pero dicha tarea excede los límites del presente artículo, aquí solo se pretende hacer un breve esbozo biográfico sobre uno de los criminales de guerra que habito suelo argentino durante medio siglo, disfrutando de una cálida recepción y una extensa y apacible estadía.

Sus primeros años: el reino de Yugoslavia, la Segunda Guerra y el Estado Independiente de Croacia

En la aldea de Studenci, en la región de Bosnia-Herzegovina, dentro del reino de los serbios croatas y eslovenos[3], el 8 de septiembre de 1921 nació  Dinko Sakic. De nacionalidad croata y religión cristiana católica creció en un Estado caracterizado por una marcada tensión nacional entre el fuerte centralismo opresor de la monarquía pro-serbia y el nacionalismo  independentista croata. Cuando Sakic apenas tenía 7 años moría asesinado en Belgrado el líder del Partido Campesino Croata, Stjepen Radic[4], en el Parlamento (Skupstina en serbo-croata) a manos de un diputado nacionalista pro-monárquico de nacionalidad montenegrina. Más adelante, en 1934 en Marsella, un terrorista de origen macedonio asesinaba a Aleksandar Karadjordjevic, el rey de Yugoslavia, por encargo del movimiento nacionalista ustasha croata. La tensión entre las burguesías serbia y croata era manifiesta y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial no resolvió el problema, más bien todo lo contrario. Luego de que el reino de Yugoslavia cayera bajo el dominio nazi-fascista, se instaló en las regiones de Croacia y Bosnia-Herzegovina el Estado Independiente de Croacia (1941-1945) gobernado por el movimiento ustasha. Rápidamente se levantaron campos de concentración y exterminio en donde fueron torturados y asesinados cientos de miles de personas (en su mayoría serbios, pero también antifascistas de cualquier nacionalidad, gitanos y judíos). Dinko Sakic era muy joven cuando la guerra llegó a Yugoslavia, tenía tan solo 20 años, pero ya en abril de 1941 comenzó a formar parte del gobierno de Ante Pavelic, el “poglavnik[5]”, y un año después se desempeñó como asistente de campo en Jasenovac. Al siguiente año, en 1943,  se casó con Nada Luburic, la hermana del comandante del campo Vjekoslav “Maks” Luburic[6] y en abril de 1944 fue nombrado comandante de Jasenovac, ocupando este cargo hasta que el campo de exterminio fue destruido y abandonado por los ustashas ante la inminente llegada de los partisanos yugoslavos, liderados por Josip Broz “Tito”, a fines de abril de 1945.

Escapando de los partisanos: la ayuda del Vaticano y su llegada a la Argentina

Cuando la guerra se extinguía, Dinko Sakic, su mujer y miles de ustashas (incluido Ante Pavelic) escaparon, evitando que fueran apresados por los partisanos, hacía Austria en donde se ocultaron hasta que pudieron trasladarse a Italia, más precisamente a Roma, donde fueron socorridos por Giovanni Montini (a partir de 1963 y hasta su muerte en 1978, Pablo VI), secretario de asuntos generales del Vaticano. Sakic, como otros tantos ustashas fueron ocultados por la iglesia católica hasta que, por medio de pasaportes falsos otorgados por la Cruz Roja y el primer gobierno peronista pudieron viajar hasta la Argentina. 

Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, Pablo VI

Los primeros años en la Argentina, tres años en España y sus viajes al Paraguay:

Lejos de evitar su ingreso al país, haciendo caso omiso de la adhesión de la Argentina a los lineamientos de la Conferencia de Chapultepec[7], en donde se establecía no dar refugio y entregar a los criminales de guerra, el gobierno de Juan Domingo Perón se negó a entregarlos sosteniendo que no se encontraban en el país o negando su extradición por considerarlos perseguidos políticos. El gobierno militar, producto de la “Revolución Libertadora”, que acabó con el segundo gobierno peronista, tanto como los que lo sucedieron poco se distanciaron de la política que implicaba, tajantemente, negar la extradición de los criminales de guerra croatas llegados al país. Ante los reiterados pedidos de la Legación Yugoslava en la Argentina (luego embajada) la única respuesta fue la evasión, sosteniéndose que no se tenían registros de que los criminales de guerra croatas se encontraran en el país.

Perón luego de llegar a la Argentina. Atrás a su izquierda Milo Gobetich, el coronel ustasha, a su derecha José Lopez Rega. Ambos tuvieron que ver con la creación de la Triple A.
La complicidad del peronismo, primero, y de los siguientes gobiernos después, explica la tranquilidad, libertad y exposición pública con la que se manejaron los ustashas en la Argentina. Dinko Sakic arribó al país el 22 de diciembre de 1947 con una visa otorgada por el gobierno argentino a bordo del buque “Tucumán” y se instaló con su mujer en la ciudad de Rosario, desempeñándose como pequeño empresario textil hasta 1956, cuando decidió marchar hacia España para colaborar en la dirección de la Resistencia Nacional Croata[8](RNC) que dirigía Maks Luburic. Permaneció en tierras españolas tres años hasta que decidió volver a la Argentina y se radicó en el conurbano bonaerense, en la localidad de San Justo. A partir de la década de 1960, hasta 1972 viajó permanentemente a Paraguay en donde tuvo la oportunidad de conocer a Perón gracias a su amigo ustasha y guardaespaldas del ex presidente, Milo Bogetich[9]. Allí se cree que armó una suerte de campo de entrenamiento militar para croatas ustashas, además de una red de contrabando de armas para promover a la resistencia croata en el exilio.
Entrada la década de 1980 y muerto el símbolo cohesionador yugoslavo Josip Broz “Tito”, sumado a un grave crisis económica que incluyó un proceso inflacionario tremendamente feroz, el movimiento ustasha en el exilio comenzó a ver con buenos ojos la posibilidad de desestabilizar de manera concreta a la República Federativa Socialista de Yugoslavia (SFRJ según las siglas en serbo-croata) con el fin de promover la independencia de Croacia. Sí bien desde sus creación la RNC había llevado adelante atentados terroristas contra objetivos yugoslavos, esto se dio por fuera de la SFRJ y teniendo como blanco principal al personal diplomático que se desempeñaba fuera del país. En un contexto en donde, desde mediados de la década de 1980, el “mundo comunista” de Europa Central y Oriental comenzó a resquebrajarse y la  Perestroika y la Glasnost soviéticas servían como “inspiración” o excusa para llevar adelante, en los países comunistas de Europa Central y Oriental, procesos tendientes a la descentralización política y a la apertura hacia una economía de mercado que no hacía más que brindar condiciones de posibilidad para una restauración capitalista, las posibilidades de “triunfos” para la resistencia ustasha crecían. En Yugoslavia las burocracias socialistas (profundamente deslegitimadas) iban cayendo en desgracia y esto, sumado a la disidencia política,  preparó el camino para la descomposición que no iba a tardar en llegar.

Desintegración de Yugoslavia: guerra civil en Croacia y Bosnia. El menemismo hace negocios

En Croacia el nacionalismo independentista, es decir un camino opuesto a la vía yugoslava, tuvo como obstáculo una guerra civil porque allí vivía un número importante de serbios (cercano al medio millón) quienes desde un primer momento se manifestaron en contra de la declaración de independencia formando milicias y ayudados económica y militarmente por el nacionalismo expansivo de la vecina república de Serbia. Contemporáneo al conflicto en Croacia, en la vecina república de Bosnia-Herzegovina también comenzó una guerra entre tres bandos: los musulmanes[10], los serbo-bosnios y croata-bosnios. Tanto para el conflicto en Croacia, como para el ocurrido en Bosnia-Herzegovina el bando croata obtuvo armamento proveniente del tráfico de armas. De Alemania, Austria, Polonia, España, pero también de Argentina llegó todo tipo de equipo bélico. ¿Pero cómo llegaron las armas desde la Argentina a Croacia? ¿Cómo fue establecido el vínculo entre los independentistas croatas y el gobierno argentino? En principio el gobierno de Carlos Menem rompió el “pacto de silencio” peronista  que ocultaba la relación entre  Juan Domingo Perón y los criminales de guerra ustashas. En un acto celebrado, con el fin de recaudar fondos para la campaña electoral presidencial de 1989, en el Instituto Cardenal Stepinac[11] en el partido de Hurlingham, quien iba a ser el futuro presidente de la Argentina durante diez años hizo pública la amistad entre Ante Pavelic y Perón. Este sinceramiento se ubicó dentro de un marco de acuerdo entre los restos del movimiento ustasha y la fuerza política liderada por Menem, que entre sus negociaciones más relevantes se pueden destacar la venta ilegal de armas a Croacia y la designación de Ivo Rojnica[12] como futuro embajador de Croacia en la Argentina.

El ex presidente de la Argentina, Carlos Menem, juzgado por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador
La justicia argentina encontró pistas que pueden probar la injerencia de Dinko Sakic en el tráfico ilegal de armas a Croacia ; durante 1986, cuando lejos estaba la guerra por estallar en Yugoslavia, el último comandante de Jasenovac intentó reunirse con el entonces Ministro de Defensa Raúl Borrás con el fin de comprar armas para financiar la resistencia croata en el exilio. El fiscal de la causa por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, Carlos Stornelli, probó que en 1990 Sakic se había reunido con Diego Gonzalez de la Vega, miembro de la cúpula de la Dirección de Fabricaciones Militares, para conseguir armas para Croacia[13]. En ambos casos la búsqueda quedó en la nada, pero en los años siguientes la venta de armamento iba a ser un hecho consumado.
Con un pasado ligado al tráfico ilegal de armamento en el Paraguay, parece haber estado involucrado en el negocio entre el gobierno argentino y el movimiento separatista croata, y sus relaciones con altos funcionarios y parlamentarios del menemismo son indicador para dar cuenta de ello. En un reportaje concedido a la revista croata Magazine, en 1992, reconoció haber tenido fluidas relaciones con Eduardo Menem, quien fuera presidente de la Cámara de Senadores durante el menemismo: “Tengo amigos influyentes en la Argentina, especialmente en el Ejército. Tengo muy buenas conexiones en el Congreso y conozco senadores influyentes. Mi amigo personal es el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, y él ayudó a que Croacia fuera reconocida”[14]. En el año 2001 el semanario Croata Globus describió la participación de Sakic como intermediario en la venta de armas al independentismo croata liderado por Franjo Tudjman[15]. Para llevar adelante la operación el dinero era enviado desde Croacia a través de la empresa R H Alan y recibido por la compañía Debrol Internacional Trade, que tenía oficinas en Buenos Aires y Montevideo. Debrol pertenecía al traficante de armas Diego Palleros, quien tenía contactos con el movimiento nacionalista de los carapintadas y el gobierno de Carlos Menem. La conexión que establece el semanario croata Globus, entre Sakic y la venta ilegal de armas, se sustenta en que el ex comandante de Jasenovac daba, para quien quisiera comunicarse con él, el número 00541 552 3946 que era el mismo registrado en la firma Debrol[16].
La ligadura de Sakic con el nacionalismo croata es innegable, en 1994 tuvo la oportunidad de reunirse con el flamante presidente de la recientemente independiente república de Croacia, Franjo Tudjman, durante la visita que el líder croata realizó a la Argentina. El encuentro se produjo en el Círculo Militar y si bien fue acotado en el tiempo, es significativo que el jefe de Estado croata se haya reunido con el último comandante de Jasenovac. 

Extradición y juicio en Croacia

El 10 de abril de 1998, tan solo cinco días después de que se hiciera público el reportaje televisivo en Canal 13, la embajada de Croacia en la Argentina pedía su extradición con el fin de llevarlo a juicio por los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. Dos meses más tarde, el 15 de junio,  dejaba la Argentina en el vuelo 517 de Lufthansa para viajar con destino a Zagreb, capital de Croacia. La justicia Argentina, por medio del juzgado Federal de Dolores a cargo del juez Bernasconi, hizo viable la extradición fundada en el decreto presidencial Nº 583 donde se sostenía que  “existirían motivos fundados para sospechar que el acusado cometió delitos contra la humanidad y el derecho internacional”[17]
El diario La Nación cuestionaba la salida del criminal de guerra: “La extradición se concretó sin que se pudiera saber cuál fue la suerte que corrió la denuncia realizada por el abogado Ricardo Monner Sans, quien pidió que se investigue cómo ingresó Sakic en el país y con que documentos se movilizó hasta que, finalmente, consiguió la ciudadanía argentina”[18]. Pero la denuncia de Monner Sans parece quedar demasiado chica, pues preguntarse tan solo por el ingreso al país y la posterior consecución de la “legalidad” para habitar suelo argentino es quedarse en el comienzo,  en el primero de los movimientos, en el paso inicial de un criminal de guerra que durante medio siglo estuvo dedicado, conjuntamente con otros ustashas, a la desestabilización de la SFRJ, por un lado, y a proveer “cuadros calificados” y armamento a diversos regímenes impopulares y dictatoriales como los de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana y  Alfredo Stroessner en Paraguay. 
Que Dinko Sakic fuera extraditado a Croacia parece haber sido un premio a su “larga” trayectoria más que un castigo. Ser juzgado por un Estado que nació como oposición, nacionalista de derecha, a Yugoslavia lo ubicó en el mejor de los escenarios “para pagar sus crímenes”. Franjo Tudjman, presidente de Croacia en el momento de la extradición,  en más de una oportunidad “disminuyo” la cantidad de víctimas en el campo de exterminio de Jasenovac, al tiempo que reivindicó la figura de Ante Pavelic sosteniendo que sí bien los medios no fueron los correctos el fin que perseguía el “poglavnik” y su gente estaba harto justificado. 

“Tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer”[19]. 

Los cientos de miles de muertos en Jasenovac y otros campos de extermino a manos del régimen ustasha parecen no descansar en paz. Los responsables de aquella masacre, entre los cuales estaba Sakic, encontraron hogar en la Argentina, en donde fueron tratados como honorables huéspedes. Durante décadas, todos los gobiernos de turno (peronistas, radicales y militares), hicieron caso omiso de los infinitos pedidos que realizaba la embajada yugoslava en la Argentina para poder extraditarlos y juzgarlos. Sin embargo, para fines de la década de 1990, cuando ya casi todos los criminales se encontraban muertos, se realizó la primera extradición. Como un agrio chiste de la historia el último comandante de Jasenovac iba a ser juzgado cuando los restos de la fuerza política, que había frenado la barbarie nazi-fascista de la Segunda Guerra Mundial, se terminara de extinguir, producto de los nacionalismos independentistas croata, esloveno, musulmán, albanés y los intereses hegemonistas serbios. Entonces, llegaba el tiempo de ser “juzgado” por sus “crímenes”. La sonrisa de Sakic, congelada en su rostro, en sus últimos momentos en Argentina y durante su juicio en Croacia  parecía sintonizar con otra sonrisa,  la del ministro del Interior de la recientemente unificada Alemania quien, en 1992, declaraba: “Helmut Kohl ha conseguido lo que no obtuvieron ni el Emperador Guillermo ni Hitler”[21], aquí se agrega lo que el funcionario bávaro no se animó a decir: la conquista de Los Balcanes. 

[1] Jasenovac fue el campo de exterminio más grande de toda Yugoslavia y el tercero en toda Europa. Allí fueron asesinadas cientos de miles de seres humanos. Comenzó a funcionar en agosto de 1941 y fue abandonado por sus creadores a fines de abril de 1945.
[2] La legación yugoslava en la Argentina tenía amplio conocimiento de la llegada y el accionar de los ustashas en la Argentina. No tanto por posibles reportes de su servicio de inteligencia sino porque la vida ustasha  era pública llegándose a crear en nuestro país el gobierno en el exilio.
[3] El reino de los serbios, croatas y eslovenos fue creado en diciembre de 1918 bajo la dinastía serbia Karadjordjevic, luego, a partir de 1929 pasó a llamarse reino de Yugoslavia. Dejó de existir el 17 de abril de 1941 cuando capituló ante la invasión nazi-fascista en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
[4]  Stjepen Radic fue el líder del nacionalismo croata moderado desde principios de la década de 1920 hasta su muerte en 1928. Su partido (el Partido Campesino Croata) pretendía llegar a obtener una mayor autonomía dentro del marco del reino de los serbios croatas y eslovenos, en una primera instancia, y luego, por medio de una negociación, llegar a obtener la independencia total.
[5] Ante Palevic, líder del movimiento ustasha y presidente del Estado Independiente de Croacia durante la Segunda Guerra Mundial. Era apodado poglavnik, que en serbocroata quiere decir líder, jefe. Cuando la guerra se terminaba huyó hacía Austria, primero, y luego permaneció un tiempo en Italia, donde fue protegido por el Vaticano. En 1947 viajó hacia la Argentina, en donde residió hasta que fue baleado por agentes yugoslavos. Decidió abandonar el país ese mismo año rumbo a Paraguay, para recalar finalmente en la España de Franco en donde finalmente pereció en 1959.
[6] Vjekoslav “Maks” Luburic, Comandante de Jasenovac y uno de los miembros más importantes del gobierno ustsha. A diferencia de Pavelic, Sakic, Rojnica y otros cientos de criminales de guerra, no se exilió en la Argentina sino que vivió en Valencia, España, hasta que fue asesinado por Ilija Stanic (un agente del gobierno yugoslavo) en 1967. Desde España era uno de los principales organizadores de la resistencia croata en el exilio. Sin embargo, por cuestiones  relativas a negocios y egos de liderazgo la relación con el “poglavnik”  se fue deteriorando y existen versiones que ligan su muerte a la viuda de Ante Pavelic.
[7] En el apartado VI “Crímenes de Guerra” se lee lo siguiente: “Recomendar a los mismos Gobiernos que, a petición de cualquiera de las Naciones Unidas y de conformidad con el procedimiento que se acuerde según el numeral siguiente, entreguen los individuos acusados de tales crímenes a la Nación Unida requiriente o a la custodia de los organismos de las Naciones Unidas que se establezcan para juzgar y castigar a tales criminales”.
[8] La Resistencia Nacional Croata fue fundada en 1955 por Vjekoslav “Maks” Lubiric  con el fin de desestabilizar al gobierno yugoslavo y luchar por una Croacia independiente y alejada del comunismo.
[9] Su verdadero nombre es Mile Ravlic pero luego de la guerra Segunda Guerra comenzó a usar falsa identidad de Milo Gobetich. Con un pasaporte de la Cruz Roja consiguió llegar a la Argentina en 1947 radicándose en la ciudad de Mendoza. Al poco tiempo consiguió hacerse de la ciudadanía argentina. Se desempeñó como guardaespaldas de Ante Pavelic hasta que en 1957 se marchó a la República Dominicana donde se encontró con Perón, quien lo recomendó ante el dictador Trujillo. En dicho país se desempeñó como reclutador de tropas croatas para pelear contra fuerzas de izquierda. Más adelante comenzó a desempeñarse como guardaespaldas de Perón y su mujer, pero es considerado uno de los creadores de la Triple A.
[10] Dependiendo del contexto histórico y la coyuntura política puede cambiar la denominación de un determinado grupo de personas, que por otro lado no se mantiene estático en el tiempo. Los musulmanes que habitaban Bosnia-Herzegovina (así se los denominaba en las dos experiencias estatales yugoslavas, el reino y la república socialista)
[11] El cardenal Aloysious Stepinac fue la figura más importante de la iglesia católica croata durante el Estado Independiente Croata en la Segunda Guerra Mundial. Finalizada la guerra, en el marco de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, fue juzgado y condenado por ser considerado culpable de complicidad para con el régimen ustasha.
[12] Ivo Rojnica fue funcionario del Estado Independiente de Croacia desempeñándose como un alto funcionario en el distrito de Dubrovnik. Cuando llegó a la Argentina mantuvo buenas relaciones con los gobiernos de turno desempeñándose como empresario textil, pero sin abandonar nunca la lucha por una Croacia independiente separada de Yugoslavia.
[13] Montes de Oca, Ignacio (2013). Ustashas. El Ejército Nazi de Perón y El Vaticano.Sudamericana. Buenos Aires
[15] Camarasa, Jorge (2012). Odessa al Sur. La Argentina como refugio de los nazis y criminales de guerra. Aguilar. Buenos Aires
[16] Montes de Oca, Ignacio (2013). Ustashas. El Ejército Nazi de Perón y El Vaticano.Sudamericana. Buenos Aires
[17] http://www.lanacion.com.ar/100354-dinko-sakic-viaja-a-croacia-para-ser-juzgado-por-crimenes-de-guerra 
[18] http://www.lanacion.com.ar/100354-dinko-sakic-viaja-a-croacia-para-ser-juzgado-por-crimenes-de-guerra
[19] Benjamin, Walter (2008) Tesis sobre la historia y otros fragmentos. ITACA. México D.F.


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