Por Eduardo Luis Aguirre
Comparto con nuestros lectores una entrevista que les compañeres de Radio Kermés me hicieron anoche, en tiempo real, mientras se sucedían los acontecimientos en Estados Unidos. Por lo tanto, respeto el título, la imagen elegida y la literalidad del texto.
Los populismos de derecha no existen
Nuestro especialista en política internacional, Eduardo Luis Aguirre, analizó los hechos desencadenados en EEUU por los fanáticos de Donald Trump.
Este 6 de enero, justo cuando el Congreso estadounidense se disponía a reconocer al demócrata Joe Biden como el próximo presidente de ese país, una horda promovida por el presidente Donald Trump tomó por asalto el capitolio. La Alcaldesa de Washingtown decretó el toque de queda para disipar los conflictos, mientras que Trump sugirió a sus seguidores que se retiren del lugar, pero insistió en que la elección general fue fraudulenta. Los hechos dejaron como saldo 4 muertes y 14 personas heridas.
A propósito de este incidente de impacto histórico y global, Aguirre explicó:
“En primer lugar, creo que este es un hecho de una significación sin precedentes al interior del sistema capitalista neoliberal a nivel mundial, cualquiera sea la derivación que estos hechos puedan a llegar a asumir. Nadie esperaba que en el núcleo duro de un sistema de control global punitivo apareciera una torsión de estas características. Esto da cuenta de que las derechas, en su momento admitidas como posibles derechas democráticas, hoy se transformaran en ultraderechas que no están en condiciones de soportar los límites de una democracia formal, indirecta, imperfecta, de las características de los sistemas políticos e institucionales que tienen los países occidentales”.
En ese sentido, señaló: “que esto haya ocurrido en Estados Unidos es doblemente relevante en términos del análisis que en materia de política internacional se realice. En primer lugar, esto da cuenta de que esta ultraderecha, que podría sintetizarse de manera riesgosa en la figura que encarna Donald Trump, quien recibió más de 70 millones de votos en las últimas elecciones, supone un sujeto social y político que en este momento asume un protagonismo esencial, gravitante en la política de la mayoría de los países de occidente. Estas son ultraderechas que rigurosamente y rápidamente apelan a mecanismos violentos, que llevan a cabo una disputa por el sentido, por la cultura, por la ética, por la política, por el derecho, que sacude los parámetros de las democracias concebidas en Europa hace más de dos siglos”.
En el mismo orden, afirmó que: “el hecho de que este acontecimiento, esta irrupción inesperada se haya producido allí, tiene otra connotación: EEUU fue el eje del control global que, a través de la punición en cualquiera de sus formas, se viene llevando a cabo en el mundo después del “Consenso de Washinton” casi de manera ininterrumpida. Hoy se produce en ese espacio vital de supervivencia de este sistema de control, por parte de sectores reaccionarios que ni siquiera pueden soportar la victoria de un partido como es el Demócrata que, es importante enfatizar, históricamente nos tienen acostumbrados a incursiones violentas, a veces criminales, en muchísimos países”.
A su vez, el especialista y conductor del programa Multitud, hizo especial hincapié en el rol de los organismos globales frente a los ataques a los gobiernos democráticos.
“Es muy importante tener en cuenta que las organizaciones e instituciones globales nuevamente demuestran su absoluta incapacidad de dar respuesta a este tipo de amenazas a los sistemas democráticos. No lo hicieron frente a los ataques que recibieron gobiernos democráticos en América Latina, África o Europa, y seguramente no lo van a hacer, por una cuestión de relación de fuerzas, en los EEUU. Por lo tanto, se abre un interrogante que tiene que ver con la capacidad de generar nuevas expectativas desde el campo popular en todo el mundo, que sea capaz de recopilar las lógicas emancipatorias hasta ahora existentes, pero además avanzar hacia nuevas formas”.
Sobre esto, criticó las caracterizaciones filosóficas y políticas que se hicieron hasta ahora sobre el gobierno del republicano Donald Trump.
“Debemos plantearnos realmente el error de haber caracterizado al gobierno de Trump como un populismo de derecha, plantearnos también la imposibilidad teórica de que pudiera existir, quizás, un populismo de derecha. El populismo implica, necesariamente, la articulación de demandas y estas derechas no están en condiciones de llevar adelante una construcción de pueblos en términos laclauseanos. Por lo tanto, está claro que Donald Trump no encarnaba un proyecto populista. Entonces, hay una disputa sobre el significante y el significado de esta categoría. Una categoría que ha sido vilipendiada, reducida, subalternizada, cuando en realidad debimos haberla analizado con mayor profundidad. Al menos, desde que es enunciada desde la perspectiva de (Ernesto) Laclau”.
En ese marco de ideas, invitó repensar los procesos de transformación y los sujetos políticos que están en condiciones de “hacer la revolución”.
“En esta relación de fuerzas mundiales debemos atender la necesidad de velar por las democracias, de radicalizar las medidas que en favor de los pueblos se tomen dentro del marco de esas democracias, sabiendo que, a lo mejor, tenemos que duelar viejos esquemas, viejas formas de concebir los procesos de transformación, que tenían que ver con ciertos determinismos teleológicos donde cabía suponer que una clase social, por su sola inserción en el proceso productivo, iba a estar en condiciones de hacer la revolución.
“Parece ser que hoy tenemos que atender a nuevos sujetos sociales que se implican, que se imbrican en la política internacional, que van desde los farmers hasta el feminismo, que van desde los grupos de poder financiero, hasta los trabajadores, los desocupados, los oprimidos. Y, en ese contexto, lo que ocurre en los EE.UU. es un capitulo que se abre para el análisis político urgente, profundo. Sin lugar a dudas, a partir de hoy se escribe de una manera diferente la historia de ese país y de sus instituciones, al menos como las aprendimos en las academias de nuestro margen”, concluyó Aguirre.