Por Eduardo Luis Aguirre

La historia oficial nos enseñó que en un revulsivo año 1492 acontecieron dos sucesos decisivos, capaces de explicar lo que ocurriría en los siguientes cinco siglos. En enero de ese año caería Granada en manos de los reyes católicos, se produciría de esa forma la completa reconquista de España recuperándose el último bastión de los moros en territorio ibérico, y se organizaría y concretaría durante el mismo año la empresa más fabulosa de la historia humana: el “descubrimiento” de América.



El relato, apretado, en apariencia indiscutido, dota linealmente de sentido a la concepción histórica hegemónica de una España que precede a la pretendida invasión islámica, y que luego de ocho siglos de ocupación extranjera, la “reconquista” y es a partir de ese momento cuando - con la unificación territorial e institucional afirmada- Colón se encontró finalmente en condiciones de lanzarse a la mar océano para completar la gesta más importante de la historia.

Vale decir que hay una suerte de recreación histórica que articula y  simplifica el complejo mundo de época mediante el imaginario de una épica militar a la que le sigue una conquista cristiana de Abya Yala enmarcada en una lógica piadosa, resumida en el objetivo naturalizado y prioritario de la evangelización de los indígenas americanos.

Algunos autores latinoamericanos como Ramón Grosfoguel cuestionan esta lectura, que en su parecer encierra una enorme mistificación. Para el sociólogo portorriqueño ni existió una invasión árabe a España (sencillamente porque ésta no existía en el siglo VIII y estaba en ese entonces ocupada por pueblos ibéricos sometidos por la gigantesca estructura del papado y por los visigodos) ni tampoco hubo una “reconquista” sino, a lo sumo, una conquista llevada a cabo por la monarquía católica (1) y una expulsión de los pueblos árabes y judíos que durante siglos habían llegado pacíficamente a lo que es hoy territorio de Al Andalus. Semejante afirmación contrahegemónica no solamente contradice la historiografía oficial, sino que pone patas arriba algunas ideas fundantes tales como la referida reconquista, la propia noción de edad media, el rol de la España cristiana, la cristiandad en tanto proyecto político que se asentaba en la lógica de la creación recurrente de un estado, una identidad y una nación, y –como consecuencia de lo antes expuesto- la verdadera España que en 1492 llegó a América a concretar la “empresa de las indias”. Esa empresa debió necesariamente esperar a que se produjera la anexión definitiva de los territorios árabes en la península ibérica y el proceso biopolítico de conversión masiva al catolicismo de sus ocupantes. Demasiadas cosas son las que este sociólogo pone en tensión, como para no prestarle atención. La islamofobia y la judeofobia, la aparición originaria del racismo, los procesos coloniales asentados sobre los sujetos "sin alma", todo lo que se reproduciríay actualizaría  como lógica colonial, racista y segregativa en América. Se tratara del discurso racista biologicista de Sepúlveda o del racismo culturalista de Las Casas (la idea de que los pueblos americanos sí tenían alma, pero eran bárbaros que había que cristianizar). Ambas explicaciones se debaten a lo largo de siglos y dotan de sentido a la colonización. La estampida racista antiislamista del siglo XV sería de tal manera el preludio de una concepción racista anti indígena puesta de manifiesto en América durante los cinco siglos posteriores.

Pero no solamente Grosfoguel esgrime esta tesis y señala que la idea de la reconquista supone para los españoles un dejo de colonización de las subjetividades en los habitantes de la propia metrópoli.

El prestigio islamólogo y profesor de la Universidad de Sevilla Emilio González Ferrín escribe y explica en su libro “Cuando fuimos árabes” una tesis análoga.

El analista afirma que ni hubo invasión islámica de la península Ibérica en el año 711 ni tampoco una reconquista cristiana casi 800 años después (2). 

 

Ni hubo invasión islámica de la península Ibérica en el año 711 ni tampoco una reconquista cristiana casi 800 años después. “Estas son algunas de las conclusiones de Emilio González Ferrín, autor de Cuando fuimos árabes (Almuzara, 2018), un ensayo en el que analiza la posverdad sobre Al Andalus y reivindica lo andalusí como parte intrínseca de la historia de España frente al empeño en demostrar que la “esencia española es únicamente cristiana”.


Pese a que el islam sitúa su nacimiento en el 622, fecha en la que comienza el calendario musulmán por ser el año de la hégira —cuando Mahoma huyó de La Meca a Medina—, González Ferrín, profesor de Islamología de la Universidad de Sevilla, considera que “como religión no existió hasta el año 800, ya que hasta la fundación de la ciudad de Bagdad no hay una persona que hable como ‘nosotros, los musulmanes”, explica en una entrevista telefónica. De manera que, según estima, es imposible que en el 711 se produjera una “invasión islámica” y ni siquiera una “invasión árabe” en singular. Hubo “una red de conquistas sin cabeza previa”, afirma el experto, que ha dedicado los últimos 30 años al estudio de la religión y cultura islámicas.

“Es una estupidez pensar que la España árabe dependía del califato de Damasco, es un relato bastante reciente del islam fundamentalista”, explica el islamólogo. Según sostiene en su libro, que acaba de presentar en Casa Árabe y donde defiende que el islam no fue la causa sino el efecto de un tiempo convulso, desde el año 500 al 800 hay una infinidad de conflictos y batallas locales en el Mediterráneo. “Los historiadores positivistas” cometen el error de “asumir que se puedan describir los hechos” ocurridos en el siglo VIII tal y como se contarían 200 años después, asegura González Ferrín. Alude con ello a las crónicas árabes de los siglos IX y X, como las de Al Tabari (839-923) y Al Masudi (896-956), creadoras de las “historias de la conquista”, que interpretaron “las posibles realidades históricas” acaecidas en los años 600. El profesor recuerda que hay decenas de documentos del siglo VIII, escritos en latín, griego o siríaco —no en árabe—, que hablan de pueblos diversos, pero no del islam y que los historiadores no siempre contemplan.

La Reconquista, entendida como la recuperación del territorio hispano invadido por los musulmanes, tampoco existió, afirma Emilio González Ferrín. “La idea de la Reconquista es una narración histórica. Por ejemplo, Fernando III entra en Sevilla en 1248, con un ejército en el que el 60% de los soldados eran musulmanes, ya que su principal aliado era el señor de Granada, que era musulmán”. “Era, por lo tanto, el rey de Castilla invadiendo tierras, y a veces se las quitaba a los musulmanes y a veces a los cristianos”, añade.

El también autor de Historia General de Al Andalus (Almuzara, 2006) considera España como un territorio más antiguo que el concepto de Estado-nación, más relacionado con la idea de nación-cultura de Menéndez Pelayo. “No se plantea la historia de España como lo que ha ocurrido en el territorio que hoy es España sino en lo que jurídicamente se considera España y de lo cual se excluye lo andalusí”, asegura González Ferrín. Según el experto, hay, sin embargo, muchos datos que sostienen esa visión de Al Andalus como parte de España. “En el año 820, al que hoy llamamos emir de Córdoba firmaba en latín como Rex Hispaniae [rey de España]”, cita como ejemplo.

González Ferrín va más allá y profundiza en la huella de lo andalusí en la historia de España y de Europa. “El árabe fue lengua culta en España y sería impensable hablar del Renacimiento europeo sin Averroes o Ibn Tufail, impulsor del antropocentrismo europeo [la idea de que el hombre es el centro del Universo y no dios]”, apunta el islamólogo, que recuerda que el gran astrónomo Johannes Kepler tenía en su laboratorio un astrolabio andalusí. Por lo tanto, en lugar de definir España “mediante la expulsión, la exclusión y la despatrimonialización” de lo andalusí, el profesor propone reivindicar como patrimonio español y europeo aquel tiempo en el que “fuimos árabes” (3).

Eso implica nada más y nada menos que superar el colonialismo interno español, desechar el racismo antiislamista y sus derivaciones en América. Supone también  una visión alternativa a las lógicas mediante las que se asimiló a nuestros pueblos originarios  y al modo en que en aquella modernidad temprana el capitalismo se abrió paso asentándose sobre una idea de superioridad racial. Una posibilidad que, entre otras consecuencias, colocaría en una posición por demás incómoda a la teoría de la “leyenda negra”, permitiría reescribirla historia de América y Epaña y nos interpelaría durante más de 500 años.





(1)Descolonización epistemológica, disponible en

(2)https://www.youtube.com/watch?v=dcUH2zwZADw

(3)Reportaje concedido al diario “El País, de España, disponible en https://elpais.com/elpais/2018/03/04/hechos/1520120370_739370.html