Por Eduardo Luis Aguirre (*)
“El capitalismo tiene mucha más fuerza de la que pensaba Marx: no era solamente la explotación de la fuerza de trabajo sino un modo de apropiarse de la subjetividad. El neoliberalismo, que es una mutación del capitalismo, se caracteriza por ser una gran fábrica de subjetividades” (Jorge Alemán).
Aristóteles (384 a. C- 322 a.C), uno de los mayores pensadores de la historia, no sólo fue el precursor de la lógica como disciplina con pretensión científica. También se le adjudica haber sido nada menos que el fundador de la ciencia que trata la actividad psíquica.
En efecto, en su obra “El alma”, el genial estagirita no solamente aborda aspectos metafísicos, sino que intenta explicar cuestiones concernientes a la percepción y la memoria. De hecho, dedicó un estudio especial al análisis de la memoria, a la que entiende como la facultad de reproducir representaciones preexistentes.
Aristóteles veía en el alma la actividad suprema del cuerpo humano, a la que denominaba “realidad” o “entelequia”. El alma tiene, según el pensador, una parte superior que no nace ni perece, a la que denomina “nous”, que no es otra cosa que el intelecto.
Con excepción de ésta, todas las demás partes del alma se degradan hasta perecer, como el propio cuerpo.
El polímata célebre concebía la existencia de tres tipos de almas, cada una correspondiente a cada uno de los diferentes tipos de seres vivos. Así, tenemos el alma vegetativa, poseída plenamente por los vegetales, que tiene la única función de sobrevivir, es decir, la nutrición y la reproducción. Existe también un alma sensitiva, que corresponde a los animales, con capacidad de experimentar sensaciones y dolor.
Finalmente, identifica el alma racional, que corresponde únicamente a los seres humanos, y su objetivo es la búsqueda de conocimiento, el entendimiento del bien y del mal, y la búsqueda de la felicidad.
Para Aristóteles, es esta tercera capacidad del alma racional, la que tiene la capacidad de trascender después de la muerte, mientras que las otras dos mueren indefectiblemente con el cuerpo.
El gran discípulo de Platón nos habla también de las facultades del alma sensitiva, una psicología de las cualidades, donde ciertas funciones de la mente (o del alma), están determinadas con cierto valor biológico. Tales facultades serian las del alma sensitiva, que son el procurar placer, evitar dolor, y también la imaginación, la memoria y el movimiento como consecuencia del deseo.
Podemos decir que Aristóteles es, en cierto sentido, el primer psicólogo de procesamiento de la información. En conclusión si hablamos de la psicología aristotélica, podemos ver antecedentes y similitudes con ciertos conocimientos y teorías psicológicas actuales. Así pues Aristóteles es un pilar y precursor de la psicología actual, aun cuando lo que estudiaba era el alma y no propiamente la mente (1).
Ahora bien, es necesario señalar que, además de Aristóteles, hubo muchos filósofos que realizaron aportes trascendentales a la psicología durante más de dos milenios.
Entre otros, podemos mencionar a Platón, Sócrates, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Immanuel Kant, René Descartes, Francis Bacon,Thomas Hobbes , John Locke. David Hume, Juan Jacobo Rousseau y Friedrich Nietzsche, filólogo de profesión, a quien se recuerda, justamente, como “el filósofo de la psicología”.
Esa continuidad, ese trasvasamiento permanente desde el saber de los filósofos a la psicología naturalizó un entramado epistemológico que, acaso por reiterado, tiende a pasar inadvertido en la contemporaneidad.
Sin embargo, por motivos difíciles de explicar, durante los últimos cien años, esa tendencia parece haber comenzado a revertirse.
En el último siglo, efectivamente, una importante cantidad de psicólogos han producido avances sustanciales en el campo de la filosofía y han habilitado discusiones de indiscutible densidad conceptual en ese campo.
Es posible ejemplificar, en ese sentido, evocando los nombres de Erich Fromm, John Dewey, Carl Gustav Jung, Michel Foucault, Jaques Lacan, Slavoj Žižek y Jorge Alemán.
En muchos casos, sus producciones se vinculan a la filosofía política y han significado avances de indudable relevancia que permiten conocer aspectos constitutivos y fenómenos característicos de las sociedades modernas.
Jorge Alemán, uno de los pensadores más influyentes en la actualidad, reside en Madrid desde 1976, es Profesor honorario de la UBA y de la Universidad Nacional de San Martín, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina).
En los últimos tiempos, la presencia decisiva de Alemán lo ha convertido en una referencia ineludible de la teoría política. Entre sus libros es posible enumerar “Lacan: Heidegger”, “Soledad: común”, “Conjeturas sobre una izquierda lacaniana”, “En la frontera: sujeto y capitalismo”, hasta el reciente “Del desencanto al populismo” (en coautoría con Germán Cano). El autor, psicoanalista de profesión, poeta, melómano y escritor, aquilata un desarrollo teórico del que resulta difícil abstraerse si se quiere entender las racionalidades y las lógicas de ciertas categorías imprescindibles del tercer milenio como las de populismo, izquierda lacaniana, colonización de subjetividades, las “malas noticias del psicoanálisis”, el duelo por la palabra “revolución”, la debacle de los determinismos teleológicos, los significantes, el peronismo, la hegemonía, el neoliberalismo, etcétera.
Alemán ha acuñado algunas ideas que son otras tantas convocatorias al pensamiento emancipatorio. Por ejemplo, que la sensación de que la vida es insoportable se extiende a nivel planetario, con diversas característics, con diferentes secuencias simbólicas, articulada bajo distintas enunciaciones, pero que esto no es un fenómeno estrictamente argentino. Que Europa, por ejemplo, se ha transformado en un simulacro hueco de turismo, paseos y museos rodeada de un mar con cadáveres flotando, cada vez más difíciles de ocultar. Que ser de izquierda supone hoy en día creer en la condición contingente del capitalismo. Que el neoliberalismo no implica una crisis del capitalismo sino una nueva forma de acumulación, un estado de excepción capaz de colonizar las subjetividades contemporáneas.
"En los setenta -dice Alemán- se produce un gran impasse de los proyectos revolucionarios, una declinación en la escena del pensamiento, de la fuerza determinante que tenía, hasta ese momento, el materialismo histórico y la idea de un sujeto, el proletariado, que no tiene parte pero que se constituye en un universal susceptible de llevar adelante la revolución". "En los setenta se empieza a ver que el sentido teleológico de la historia, encarnado por el sujeto supuesto saber del proletariado, no es tal, que no hay ninguna garantía a priori, de que ese sujeto realice su proyecto histórico. Es más, una de las cosas que permite pensar Lacan -y esto es muy importante- es que el sujeto, por el solo hecho de ser explotado bajo la transformación de la fuerza de trabajo en la forma mercancía, no garantiza, en absoluto, que se transforme en un sujeto potencialmente emancipatorio. Es necesario, también, que no quiera ser explotado". "Ahí surge como problema mayor la cuestión de la subjetividad como singularidad irreductible de los movimientos dialécticos de la historia. Es necesario, pensar ese sujeto histórico de otra manera”. "Es más, podríamos decir que no se puede ya pensar ninguna lógica emancipatoria si no se piensa el sujeto".
"Lo necesario -y este es otro gran punto lacaniano- empieza a estar atravesado por otra modalidad lógica que surge de la lectura que hace Lacan en relación a las lógicas modales y la lógica aristotélica, en donde lo imposible y lo contingente se vuelven más determinantes a la hora de pensar un proceso de transformación"(2).
Como observamos, más de veinte siglos han contribuido a anudar y reproducir con nombres propios la singular imbricación que habita en el pensamiento filosófico y en el psicoanálisis, en pleno estado de gracia histórica para articular reflexiones filosófico- políticas contrahegemónicas.
(1) http://juanesfa.blogspot.com.ar/2010/12/aristoteles-y-al-psicologia.html
(2) Alemán, Jorge: Conjeturas sobre una izquierda lacaniana, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2013, p. 22 y 23).
(*) Doctorando en Filosofía (Universidad de Sevilla).
Diplomado en Filosofía de la Liberación (UNJu).