Por Francisco Bompadre
El doble desplazamiento y la mirada
en la ciudad
La llamada Escuela de Chicago
(integrada por Robert Park,
ErnenstBurguess, Clifford Shaw, Henry McKay, FredericThrasher,William Thomas, entre
otros) presentó una serie de investigaciones desde una mirada sociológica sobre la cuestión delictiva,investigando entre
los años 1910 y 1940.
De esta manera se produce un doble desplazamientorespecto de las anteriores escuelas y
pensadores que se ocuparon del tema del delito:
1)
Geográfico: la criminología comienza
a tener un importante desarrollo en EE.UU, y desde esa época se expandiría al
resto del mundo occidental; y,
2)
Disciplinario: junto a los aportes de
Durkheim y Tarde en Francia, la Escuela de Chicago termina por instalar de
manera definitiva la mirada sociológica en la comprensión y explicación del fenómeno
delictivo. De esta manera, la Escuela de Chicago comienza a romper con la
matriz explicativa del positivismo criminológico que explicaba el delito por el
comportamiento individual del infractor.
En rigor, la Escuela de Chicagono sólo estudió el tema del delito, sino
que su mirada fue más general y abarcó una serie de temáticas: la deserción
escolar, las pandillas juveniles, el alcoholismo, la locura, los divorcios, la
inmigración, la pobreza, la falta de viviendas, la urbanización, la
industrialización y una serie de problemáticas sociales, todas ellas vinculadas
de manera consustancial a la ciudad de Chicago y la problematización de su
dinamismo, crecimiento y fluidez (BURGESS, 2009: 134; SOZZO, 2008: 109-110).
La ciudad, sobre la que recabaron una inmensa cantidad de información, era
propiamente el escenario de las grandes transformaciones políticas, sociales,
económicas y culturales que ocurrían en EE.UU desde fines del siglo XIX. En
efecto, como describe Keith HAYWARD,esa
ciudad que en el año 1860 tenía sólo 20 mil habitantes: “En poco más de un
siglo, y gracias a la ventajosa posición geográfica en la que se encuentra, Chicago
pasó de ser una oscura localidad comercial de frontera a convertirse en una de
las ciudades más importantes del mundo, con una población que, en 1930,
superaba los 3 millones de habitantes” (2011: 220).Y la ciudad de Chicago no solo presenta la característica del crecimiento acelerado de su población,
sino también la heterogeneidad de la
misma: “Además de ser un imán para inmigrantes afroamericanos que buscaban escapar
de la pobreza y la represión del Sur rural, fue también el destino preferido de
una enorme cantidad de inmigrantes europeos (HAYWARD, 2011: 220).
La vocación de intervenir
en la realidad social
Este grupo de académicos
–vinculados en su mayoría al Departamento de Sociología de la Universidad de
Chicagoque había sido creado en 1892, luego de la donación de 35 millones de
dólares por parte de Rockefeller para construir una universidad (DOWNES y ROCK,
2011: 89)–puso el foco en esta metrópoli
tratando de comprender las rápidas transformaciones que sufríala ciudad en tanto laboratorio de la “vida
social”.Pero este interés de los profesores de Sociología sería
parcialmente comprendidos si nos olvidamos de la vocación de
intervención para transformar la realidad socialque sostenían, de
ahí la importancia que le atribuían a la planificación social
(THRASHER, 2010: 118; BURGESS, 2009), lo que se volcó en el Chicago
AreaProyect, probablemente el primer programa de prevención de la
delincuencia juvenil salido de un claustro universitario. En este sentido,
la Escuela de Chicagotambién fue
pionera en la elaboración de mapas de todo
tipo relacionados a distintas problemáticas de la ciudad de Chicago: mapas
de divorcio, delincuencia, alcoholismo, prostitución, alquileres, etc.;
buscando las correlaciones estadísticas (por ejemplo, la tasa de divorcio y la
del delito).
La ecología y las metáforas
ambientales
En este contexto la Escuela de
Chicago utilizó en sus estudios la palabra “ecología”, como fuente de inspiración de una metáfora que excedía
claramente los principios de la ecología biológica, y que pretendía ser una
invitación a pensar la ciudad como
“hábitat”, donde las especies convivientesse desarrollaban de manera
simbiótica pero también conflictiva, no exento de procesos de dominación,
competición y asimilación. La fuerza
de la metáfora ambiental no es pensar la organización de las plantas y los
animales sino la de las instituciones sociales y los delincuentes en el medio
social.Y vinculado a estas inquietudes aparece entoncesla noción clave
de “desorganización social”: en
efecto, producto de las grandes transformaciones de la inmigración, la
industrialización y la movilidad propia de la ciudad de Chicago, los mecanismos
de control social tradicionales (la familia, el vecindario, la iglesia, la
escuela, la comunidad local, etc.) se debilitan y pierden influencia sobre los
miembros del lugar. Y la delincuencia es
en cierto sentido la medida de ese funcionamiento –deficitario– de las
organizaciones de una comunidad determinada (PARK, 2008: 120) (se ponía
como ejemplo que los niños pasaban mucho tiempo solos, sin el cuidado de ningún
adulto).
En esta misma línea, Robert PARK sostiene
que Chicago están viviendo un período de desorganización social:
Todo se encuentra en un estado de agitación,
todo parece estar cambiando (…) Los hábitos se pueden formar solamente en un
ambiente relativamente estable, aún si esa estabilidad consiste simplemente en
una forma de cambio relativamente constante. Cualquier forma de cambio que
provoque alteraciones sensibles en la vida social tiende a romper los hábitos; y con la ruptura de las costumbres sobre
las que se apoya la organización social existente, ella destruye la
organización social misma (2008: 120, subrayado propio).
Estos postulados de la Escuela de
Chicagosobre la desorganización social y el debilitamiento del control
social presuponen unavisión monista
de la sociedad, donde seestableceun
único patrón normativo que nos va a permitirdiferenciar entre aquello que está bien y aquello que está mal. Por
ende, al extender su validez hacia toda la sociedad,la Escuela de Chicago ubica
en el orden de lo patológico a los territorios que no se adecuan a lo
prescripto como lo correcto. Ya no se
tratadel individuo patológico del positivismo criminológico, pero sí
encontramos la idea de la “comunidad o el hábitat patológico” (SOZZO,
2008: 112-113).Y estos sociólogos van aintentar intervenir para reforzar y
ordenar ese control social que no puede
reproducir el orden social esperable, que se sostiene evidentemente sobre
los propios valores de los investigadores y no de los sujetos investigados.Les
interesa conocer las prácticas y los valores de los territorios de la
desorganización social para poder comprenderlos y de esta forma lograr que los
modifiquen y se ajusten al “código normativo convencional”: pretenden
intervenir en la sociedad organizando los territorios o barrios que estudian,
bajo su propio código (de clase y nacionalidad) moral y normativo.
Las críticas de SUTHERLAND: organización social diferencial
Por su parte, Edwin SUTHERLAND,
más preocupado en describir la realidad que en intervenir sobre ella, nos va a
proponer una idea radicalmente opuesta a la explicada recientemente. En efecto,
si bien sostiene que una de las mejores explicaciones para dar cuenta de una
alta tasa de delitos se debe a la desorganización social, inmediatamente nos
advierte acerca del uso de éste término, dado que considera que no es
enteramente satisfactorio y nos propone sustituirlo por el de “organización social diferencial”(2011a:
122).
Y continúa el autor profundizando la idea cuando expresa que:
El postulado sobre el que se basa esta
teoría, independientemente del nombre, es que el delito está enraizado en la
organización social y es una expresión de esa organización social. Un grupo
puede estar organizado a favor del comportamiento delictivo o bien organizado
en contra de ese comportamiento. La mayoría de las comunidades están
organizadas en favor de conductas delictivas como anti-delictivas, y en este
sentido la tasa de delitoses una
expresión de la organización grupal diferencial (SUTHERLAND,
2011a: 122, subrayado propio).
Este postulado teórico general es contrastado empíricamente por SUTHERLAND cuando lleva a cabo la
investigación sobre los ladrones
profesionales. En efecto, nuestro autor va a despatologizar las comunidades que presentan elevados
niveles de delitos y va a demostrar
que en esos territorios también hay organización, aunque sea de otro
tipo y no se ajuste a los códigos normativos y morales hegemónicos (en lo que
consideramos un a fuerte crítico no sólo de clase sino incluso metodológica
hacia sus compañeros sociólogos). Para SUTHERLAND(1991:
33 y ss.) el delito se aprende
mediante un proceso, no es algo natural; y por ende,el delincuente que pretende ser tal debe
participar de un aprendizaje exitoso, que implica mucho más que la sola
voluntad de serlo: hay técnicas específicas de acuerdo al tipo de delito,
códigos morales, conocimiento de las leyes específicas y de las relaciones
necesarias para garantizar la impunidad, prácticas sobre el territorio, un
determinado lenguaje (argot), ciertos modales y relaciones, y tampoco debe
faltar la capacidad del sujeto para definir e interpretar las situaciones que
se presentan; es decir, se debe participar de un cierto orden,superar una
serie de pruebas y participar de una cierta organización en torno a la
constitución del mundo de los delincuentes para llegar a convertirse en uno de
ellos, donde por supuesto que no puede faltar el reconocimiento de los pares
(por ello mismo es que SUTHERLAND nos
aclara que no basta con robar para convertirse en un ladrón).
SUTHERLAND pone un particular énfasis
en el proceso por el cual el delincuente llega a serlo. Y nos aclara que no es
un proceso individual, sino que es del orden de lo grupal y lo colectivo:esa misma idea de grupo reconoce
simultáneamente la idea de organización, de allí la diferencia que platea
con los miembros de la Escuela de Chicago (sobre todo con aquellos de la
primera generación) cuando analiza el concepto organización/desorganización
social y su vinculación con el delito. Pero no obstante esto, SUTHERLAND le da un giro más a la
temática al explicar sus investigaciones empíricas sobre el mundo del delito:
tanto en su libro El Ladrón Profesional(1991) como en El Delito de Cuello Blanco
(2009) nos plantea que no sólo hay
organización y procesos de aprendizajeen el mundo del delito sino que incluso
éstos son posibles porque ladesorganización se encuentra del lado de la cultura
y los códigos normativos convencionales.
De esta manera SUTHERLAND no
sólo se diferencia de los autores anteriores al reconocer que existe
organización en el grupo delictivo, sino que incluso la desorganización se encontraría enla “sociedad convencional” que no
logra ejercer una reacción lo suficientemente organizada para que los delitos
no puedan llevarse a cabo(en una suerte de sintonía con E. DURKHEIM y la reacción social frente
a la violación de los valores de la “conciencia colectiva”). Esto se especifica
claramente en el llamado delito de cuello blanco (SUTHERLAND, 2009: 83, 346 y
368), pero también en el caso de los ladrones profesionales, quienes aprovechan
y se relacionan con miembros de la “sociedad convencional” para garantizarse la
impunidad y continuar las carreras delictivas: “los propios funcionarios
cooperan con los delincuentes para que trabajen con seguridad” (SUTHERLAND,
1991: 211).
Cuando SUTHERLAND
describe la explicación de la génesis del delito, ubica a la hipótesis de
la “asociación diferencial” (2009: 349), a pesar de no ser una explicación
completa o universal del delito, como aquella que se presenta mejor que
cualquier otra para explicar el fenómeno social delictivo; y sostiene que
consiste en que:
La
conducta delictiva se aprende en
asociación con aquellos que definen tal comportamiento favorablemente,
aislándose de quienes lo definen desfavorablemente, y que una persona en una
situación apropiada participa de esa
conducta delictiva sólo cuando el peso de las definiciones favorables supera al
de las desfavorables (2009: 349, destacado personal).
Vemos entonces que para el autor se necesita un
doble mecanismo dentro del proceso de aprendizaje de la asociación diferencial:
definiciones proclives a cometer delitos por un
lado, y aislamiento de aquellas que prescriben desfavorablemente la
comisión de un delito, por otro. SUTHERLAND
nos explica que la teoría de la “asociación
diferencial” es una explicación hipotéticadesde el punto de vista del
proceso por el cual una persona es iniciada en la actividad delictiva (nivel
individual); mientras que la “desorganización
social” también es una explicación hipotética, pero desde el punto de vista
de la sociedad. Y nos aclara que ambas son compatibles entre sí y que una es la
contrapartida de la otra, invitándonos así a pensarlas de manera conjunta
(2009: 368).Es importante destacar que para SUTHERLAND la clave del proceso de
“asociación diferencial” no radica en que un sujeto se junte o se agrupe con
aquellos que representan el mundo del delito, sino que el acento está puesto en la asociación con una serie de comunicaciones
favorables a la comisión de delitos, al mismo tiempo que se produce un
aislamiento de aquellas comunicaciones contrarias o desfavorables a la comisión
delictiva.
Bibliografía
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Ernest. “El estudio del delincuente como persona”(1923), en Delito y sociedad. Revista de Ciencias
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El delito de
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THRASHER,
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