“Que les claven las orejas a un árbol y se las corten, y los expulsen del país; y si después de eso se les vuelve a encontrar, que les ahorquen…a todos los de ese pueblo holgazán, que se hace llamar egiptano[1].
     “Nicolas Sarkozy no logró ayer disipar el malestar creado por su política y por sus comentarios. Cuando Sarkozy evocó las palabras de Viviane Reding, dijo que, si tanto le interesaban los gitanos, no tenía más que recibirlos en Luxemburgo (el país de Reding)[2].


Los gitanos  fueron uno de los grupos nacionales europeos que más dramáticamente sufrieron el proceso de persecución del nazismo, que culminó con un aniquilamiento sistemático, mayoritariamente llevado a cabo, con llamativa crueldad, entre 1939 y 1945.
El aniquilamiento del pueblo roma constituye una de las prácticas sociales genocidas emblemáticas de la modernidad, llevada a cabo contra una nación sin Estado, tal como se reconoce en la actualidad a una multiplicidad de minorías diseminadas en el planisferio, el que ha sido  generalmente silenciado u olvidado.
El genocidio, también en este caso, reprodujo el destino procesual de otras matanzas, que comienza de manera recurrente con la construcción de una otredad negativa, continúa con el hostigamiento, se concreta con el exterminio y culmina con la negación y la construcción de relatos justificantes, a los que anteriormente hemos denominado técnicas o ejercicios de neutralización.
La otredad negativa, asignaba a los roma características tales como inferioridad racial, una cultura basada en prácticas primitivas, la propensión sistemática a la comisión de delitos, y la supuesta imposibilidad de “incorporarlos a una sociedad normal”.
En realidad, la estimulación de esta mirada discriminatoria y las consecuentes prácticas de control y persecución respecto del pueblo zíngaro viene de antigua data y  subsiste hasta la actualidad, expresadas ahora en incendios de poblados y propiedades, desalojos, expulsiones, discriminación de niños gitanos en las escuelas y retóricas xenófobas y racistas, acordes con la desesperación en que la crisis sistémica sumerge a vastos sectores de las sociedades europeas[3].
Es bueno recordar las analogías entre las históricas prácticas de aniquilamiento y las conductas persecutorias de las que siguen siendo víctimas los gitanos en pleno siglo XXI.
Las primeras leyes anti rom son dictadas en 1526 en Holanda y Portugal. En 1539, se prohibe su residencia en Francia. En 1547, en Inglaterra, se instituye la captura de los gitanos y se los esclaviza. Entre 1496 y 1498 son declarados traidores al cristianismo y espías de los turcos en Landau y Freiburg. En 1499, una ley española proscribe el nomadismo[4].
En 1568, el Papa Pío V ordenó la expulsión masiva de gypsies de los dominios de la Iglesia Católica. En 1578 se decreta su expulsión de Polonia. En 1616 una cédula de Felipe II dispuso la expulsión de los gitanos de España, la que deberían hacer efectiva en un plazo perentorio de seis meses[5].
En 1657 se los expulsa de Milan. Lo propio había ocurrido en Suecia en 1662. En 1725, Federico Guillermo I amenazó con ahorcar  a los roma,  en caso de que éstos ingresaran en territorio imperial. En 1727, se prohíbe a los gitanos estacionarse en Suiza. Las crónicas de 1782, por ejemplo, relatan que en pleno imperio de los Habsburgo se llevó a cabo un horrendo proceso en el que, por medio de torturas, se obtuvo la confesión de un numeroso grupo  de gitanos, acusados de robos, asesinatos y antropofagia, práctica ésta que la mitología occidental adjudica a los roma, y que existe todavía en el imaginario postmoderno.
Aquel “juicio”, como era de esperar, culminó con la ejecución de varias decenas de gitanos. Posteriormente, una comisión enviada por el emperador José II comprobó que nadie había muerto, salvo los propios enjuiciados, a pesar de lo cual toda Europa estaba escandalizada por los relatos que fabulaban negativamente sobre los gitanos, en especial respecto de sus ya mencionadas prácticas antropofágicas[6].
A principios de 1800, la caza de gitanos se transforma en un deporte popular en Alemania. Los prejuicios siempre fueron los mismos: su condición trashumante, los supuestos delitos contra la propiedad que cometían, las acusaciones de quiromancia y brujería, el robo de niños, la antropofagia, la holgazanería, etc.[7]
Los prejuicios y estereotipos han sido siempre elementales, generalmente falsos, transmitidos de generación en generación y absolutamente resistentes al cambio, implicando falsas imágenes o identidades negativas respecto del grupo desvalorizado, que persisten todavía en las perspectivas más reaccionarias y conservadoras.
Autores que han estudiado detalladamente la cultura y la historia gitana, al analizar las características y condiciones de la niñez en estos grupos, han dejado escrito: “Los niños crecen en entera libertad, en las inmediaciones del campamento. Danza, equitación, lucha y otros juegos constituyen lo esencial de la educación de los varones, junto con el estudio del violín y elementos del oficio familiar; a lo que se añade el adiestramiento en el hurto, no menos necesario para la vida material de la familia. Las doncellas se inician en las tareas domésticas, en la mendicidad y en la quiromancia”[8].
Estas narrativas, cargadas de prejuicios,  omiten algunas consideraciones históricas y culturales de los roma, superadoras de los grandes mitos basados en un racismo elemental (racismo que, como lo señala Foucault, en las sociedades de normalización constituyen ni más ni menos que la condición o el pretexto que autoriza el homicidio)[9].
Por ejemplo, que una  de las infracciones que con mayor asiduidad cometen los gitanos están constituidas por delitos menores contra la propiedad, generalmente sin violencia y en situaciones de extrema necesidad; algo así como lo que el Derecho occidental califica como hurto famélico.
Según Alberto Sarramone, “la recolección de los productor naturales es seguramente el origen del hurto sistemático que practican algunos gitanos. Acostumbrados a recoger a su paso cuanto sea comestible, los nómades no tuvieron conciencia de que hurtaban los bienes del prójimo. ¿Quién es el prójimo sino el Creador? Los frutos de la tierra pertenecen a todos los hombres. Evidentemente, al entrar en contacto con nuestras civilizaciones basadas en la propiedad individual, el gitano ha comprendido que su acción era vituperable. Pero es notable que el término ciorav (pronunciado churav, y adoptado por el argot francés bajo la forma de chouraver) signifique “tomar”, y sólo por extensión, “robar”[10].
Esto permite articular algunas conclusiones, por cierto que alejadas de los prejuicios racistas legitimantes de las persecuciones y el exterminio.
En primer lugar, que el nomadismo es un elemento cultural que provoca un instintivo rechazo en las sociedades y la cultura capitalistas. El asentamiento de las civilizaciones sedentarias, y particularmente de las urbanas, supone formas de intercambio y relaciones económicas con clientelas estables, lo que genera mecanismos de control informales que antecedieron a la ley escrita y que, una vez sustituidas por las mismas, operaron igualmente como  elementos de control social informales. Los nómades carecen de estos límites: “El nomadismo de los roma está ligado a una muy larga historia, y lenta evolución. El nomadismo es un modo de producción económica que se sostiene en una organización social particular. El mismo, que pone a las gentes a desplazarse hacia una clientela que no tiene la necesidad de ser permanente, es factible de mantenerse hoy todavía sin necesariamente mover a los miembros de la familia. La economía gitana está ligada a un contacto permanente entre la gente que produce y la que compra, entre los actores económicos y los clientes de esos actores. En los países subdesarrollados, los gitanos han mantenido el nomadismo durante siglos porque no tuvieron jamás concurrencia en su forma de comerciar o de brindar servicios a una clientela que no los necesitaba continuamente, constituyendo un nicho económico muy particular”[11].
Al ubicárselos “por fuera del contrato social”, se los sindica como extraños, como “enemigos”, incapaces de adaptarse a las nuevas normas “civilizatorias” del capitalismo. Esa supuesta anomia incluye desde sus usos y costumbres hasta la exageración de su permanente vocación de transgredir las normas legales y una aparente tendencia a la desformalización de las operaciones y transacciones económicas.
La pregunta que debemos hacernos respecto de los gitanos, entonces, es la misma que formulan las teorías del control en materia criminológica. En vez de indagar “por qué delinquen” (cuando lo hacen, generalmente cometiendo hurtos simples, como ya vimos), sino “por qué no lo harían”.
Ello así,  dado que no tienen lazos de convivencia consistentes y perdurables con el mundo extraño a su grupo, por ende no tienen “nada que perder” en materia de prestigio y conocimiento de los otros, porque no les resulta necesario conservar a determinados clientes ya que su estadía en cada lugar será efímera,  y carecen históricamente de una autoridad central que imponga el “orden”, como por el contrario ocurre en las sociedades estaduales.
En definitiva, que los estereotipos que se utilizaron históricamente respecto del pueblo gitano, encubren en realidad un rechazo a una supuesta deficiencia en su adaptación a las lógicas del “buen capitalismo”, del contrato social y del homo economicus.
Se ha ignorado intencionadamente su condición de nación sin Estado, y la diversidad cultural de su grupo.
Una actitud de verdadera tolerancia a esa diversidad, compatible con el pluralismo de una democracia participativa e integradora, hubiera permitido constatar al interior de esa nación, una escala de valores propios y formas ancestrales endogámicas de respeto y reproducción de los mismos, sistemas de creencias particulares, formas de resolución de conflictos caracterizadas por lógicas composicionales, un mundo normativo autónomo y una autoridad jurisdiccional (la kriss), cuya finalidad esencial, en concordancia con la visión gitana de la justicia, supone “poner en armonía ” (ese objetivo de la justicia la explican con la voz alemana harmonieren, derivada, hasta donde se conoce, del término hermandad) la situación afectada por el diferendo.
La kriss  remite a una asamblea o consejo de ancianos que dirime los conflictos entre dos miembros de la misma tribu, o entre tribus distintas. Luego de escuchar a las partes, la kriss decide de manera irrecurrible[12].
Generalmente, resuelve la reconciliación de las partes delante de todos los miembros de la comunidad. Las penas dictadas generalmente son multas, aunque en caso de faltas consideradas graves-infidelidades conyugales, traición al grupo o ultrajes a los muertos, que entre los gitanos poseen una significación especial- es probable que se decreten la exclusión absoluta de la tribu o el destierro del ofensor[13].
Rara vez los gitanos se someten a la justicia ordinaria de las distintas naciones, a las que encuentran excesivamente formalista, lenta, cara, e incapaz de resolver los conflictos[14].
Por ende, resulta claro que no es que entre los gitanos reine una suerte de anomia o caos, un irrespeto absoluto por toda norma, sino que lo que existe son formas jurídicas también productoras de verdad, pero diferentes a las prácticas y las lógicas jurídicas occidentales, tal como ocurre con muchas otras minorías (hemos analizado en ese sentido, la situación de la nación mapuche que, dicho sea de paso, permite establecer ciertas similitudes y paralelismo con las prácticas jurídicas ancestrales de los roma).
Cuando Hitler llegó al poder mediante elecciones en 1933, Alemania ya tenía una definida tendencia, en sus normas legales, hacia el disciplinamiento y control de los roma[15].
No obstante, esa normativa discriminatoria no fue suficiente para el nazismo. Georg Nawrocki escribió en agosto de 1937 en el Hamburger Tageblatt: “Fue la persistencia de la debilidad y mendacidad internas de la República de Weimar las que le hicieron demostrar su falta de instinto para enfrentarse a la cuestión gitana. Para ella, los sinti eran un asunto criminal como mucho. Nosotros, por otro lado, consideramos la cuestión gitana sobre todo como un problema racial, que debe resolverse y que está siendo resuelto”[16].
En razón de un proceso continuo de  estigmatización de la identidad gitana, durante la ocupación alemana de Europa se autorizó y se puso en práctica un mecanismo de exterminio que en un primer momento supuso una tarea constante de hostigamiento y debilitamiento del grupo de víctimas, y luego pasó directamente al secuestro institucional, los trabajos forzados y, finalmente, la masacre. Primaba la idea de que se trataba de “vidas que no merecen vida”[17].
Como se observa, el caldo de cultivo de una cultura genocida siempre se produce en un contexto político  en el que se desboca el poder punitivo, se crea de manera paranoica un enemigo y se construye un derecho penal antidemocrático, de emergencia o excepción, que termina legitimando las peores masacres.
A la multitud de muertos que los gitanos debieron soportar en los territorios de Europa Central y Oriental ocupados por los nazis, deben sumarse los que murieron en tránsito hacia los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, Chelmno, Belzec, Sobibor, y Treblinka[18].
Los nazis también encarcelaron a miles de roma en los campos de concentración de Bergen-Belsen, Sachsenhausen, Buchenwald, Dachau, Mauthausen, y Ravensbrueck. Entre abril y mayo de 1940, casi tres mil gitanos fueron deportados a Polonia, sometidos a una hambruna sistemática y condiciones de vida ultrajantes, la mayoría de los cuales sucumbió como consecuencia de las condiciones inhumanas de trabajos forzados a las que eran sometidos[19].
Alrededor de 5000  fueron concentrados en un área específica  del ghetto de Lodz. Los que consiguieron sobrevivir a las horribles condiciones de encierro, fueron posteriormente trasladados al campo al campo de exterminio de Chelmno, donde fueron asesinados en masa mediante la utilización de las emanaciones de gas de los camiones en que eran conducidos. Mientras se preparaba su futura deportación de Alemania, miles de gitanos fueron encerrados en campos ubicados en las afuera de las ciudades (Zigeunerlager), custodiados por las temibles SS[20].
Al suspenderse en 1940 las deportaciones, los roma secuestrados debieron permanecer en esos ámbitos de encierro durante mucho tiempo, donde morían de a cientos por las condiciones degradantes de alojamiento. La presencia de estos campos, lejos de ser repudiada, llevó a que los vecinos alemanas reclamaran la pronta deportación de los roma, para intentar de esa manera preservar la moralidad y la seguridad pública que creían amenazada. En rigor, una creciente y sostenida legislación racista, anterior al III Reich, legitimaba estas percepciones e intuiciones regresivas[21].
En enero de 1940 se tiene la matanza en masa del pueblo gitano: 250 niños son utilizados como conejillos de indias, para experimentos científicos en el campo de Buchenwald. El 1° de agosto de 1944 durante las primeras horas, 4000 gitanos son asfixiados e incinerados en Auzchwitz - Birkenau, en un episodio que se recuerda como " la noche de los gitanos" (Zigeunernacht), Ian Hannock calcula que al termino de la Segunda Guerra Mundial entre un 70% y un 80% de la población gitana había sido aniquilada por los nazi, pasó mas de medio millón de personas, “comienza el olvido”[22].
En 1942, Himmler ordenó la deportación de todos los gitanos de Alemania, que fueron  conducidos a Auschwitz, y encerrados en un campo establecido especialmente para ellos en Auschwitz-Birkenau, el denominado “campo de las familias gitanas”[23]. En ese contexto de encierro, cundían enfermedades tales como tifus, viruela, y disentería, que, ya epidémicas, arrasaron con la población roma hacinada en el campo.
En las áreas de Europa ocupadas por los alemanes, el destino de los roma variaba de país a país, dependiendo de las circunstancias locales, pese a lo cual, en general, eran encarcelados para luego ser transportados a Alemania o Polonia para hacer trabajos forzados o lisa y llanamente exterminados.
Muchos roma de Polonia, Holanda, Hungría, Italia, Yugoslavia, y Albania fueron fusilados o deportados a los campos de exterminio y asesinados. En los estados bálticos y las áreas de la Unión Soviética ocupadas por los alemanes, los Einsatzgruppen (equipos móviles de matanza) mataban roma al mismo tiempo que mataban a los judíos y los lideres comunistas. Miles de hombres, mujeres, y niños romani murieron en estas acciones. Igualmente, muchos roma fueron fusilados junto con los judíos en Babi Yar, cerca de Kiev[24].
También Francia puso en práctica, incluso antes de la guerra, medidas discriminatorias contra los gitanos, que se mantienen hasta la fecha, en lo que parece ser el sino distintivo de un karma romani.
El gobierno conservador de Sarkozy ha anunciado, a través de una circular del Ministerio del Interior, emitida con fecha del 5 de agosto de 2010, que ordenaba de forma expresa a su policía que desmantelara los campos de gitanos en su territorio.  Esta postura marca una clara contradicción de un país central, preocupado por superar el negacionismo del genocidio armenio a manos de los turcos, pero a su vez enfrascado en la construcción de una otredad negativa respecto de los gitanos.
La Comisión Europea, de inmediato, anunció la apertura de un procedimiento de infracción contra Francia por discriminación, al haber comprobado que en la decisión oficial existía un claro caso de discriminación al centrarse exclusivamente en la etnia como objeto de la medida segregativa. La comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, ya ha expresado que “la discriminación por etnia o raza no tiene lugar en Europa y es incompatible con los valores de la UE”[25].
Las deportaciones de  roma desde la Francia ocupada comenzaron a fines de 1941. Pero en la zona francesa no ocupada, las agencias de control del gobierno de Vichy también encerraron a más de 3000 miembros de este grupo, que en ambos casos terminaron siendo conducidos a campos de concentración[26].
Si bien los rumanos, aliados a la Alemania hitleriana no llevaron a cabo una política sistemática de eliminación de gitanos, no es menos cierto que en 1941 más de 25.000 de ellos fueron expulsados del área de Budapest donde vivían, y fueron deportados a las regiones de Ucrania ocupada por los rumanos, donde se registraron miles de muertos gitanos como consecuencia del hambre, las enfermedades y los tratos inhumanos y degradantes[27].
En Hungría, los alemanes mataron en un solo día a más de tres mil roma a orillas del río Danubio, exterminio que los miembros del grupo agredido conmemoran todos los días 1º a la vera del mítico río.
En Croacia, los Ustashas (fuerza de choque militarizadas fascistas pro alemanas), mataron una cantidad estimada en 26.000 romaníes[28].
En Serbia, los alemanes introdujeron una legislación basada en la discriminación racial análoga a la que habían impuesto en otros territorios ocupados. Los gitanos corrían en Yugoslavia la misma suerte que los judíos: tenían expresamente prohibido ejercer profesión alguna[29].
Al tratarse de un genocidio groseramente invisibilizado, no hay cifras ciertas acerca de la cantidad de gitanos aniquilados por las potencias del eje. Se estima, no obstante, que entre el 25 y el 50% de la población zíngara de Europa fue asesinada durante esos años[30].
De lo que no parece haber dudas razonables, es que el aniquilamiento de los gitanos durante la segunda guerra significó, efectivamente, una práctica social genocida.
En primer lugar, porque el exterminio se produjo respecto de un grupo racial absoluta y explícitamente determinado a priori por los perpetradores. Es más, los holocaustos gitano y judío constituyen dos casos testigos de genocidio de un llamativo paralelismo.
En los dos supuestos, existieron prejuicios raciales expresamente referidos como integrando una ideología segretativa tendiente a la eliminación de ambos grupos nacionales y étnicos.
A mayor abundamiento, se dan en el genocidio gitano todos y cada uno de los requisitos que hemos relevado, y que ayudan a construir la noción de práctica genocida.
A partir de la construcción de una otredad negativa, que en el caso gitano arrastraba una sedimentación prejuiciosa y persecutoria que duró siglos, se produjeron luego actos de hostigamiento psíquico y físico, que concluyeron en el exterminio propiamente dicho y la ulterior tentativa de negación o justificación de la matanza por parte de los perpetradores.
En las gramáticas de estos últimos, además, estaba explícita la intencionalidad de destruir las prácticas sociales preexistentes al interior de una nación sin Estado y sustituirlas por otras prácticas, valoradas desde la mirada etnocéntrica y el unidemensionalismo valorativo autoritario y racista del agresor.
Algo demasiado parecido a lo que relatan las últimas crónicas periodísticas


[1]  Ley escocesa contra el vagabundaje, de 1576.
[2] “Pelea por los gitanos”, Edición del Diario Pagina 12, de Buenos Aires, del día 17 de septiembre de 2010.
[4] Sarramone, Alberto: “Gitanos. Historia, costumbres, misterio y rechazo”, Editorial Biblos Azul, Buenos Aires, 2007, p. 24. Curiosamente, Francia acaba de aprobar  la ley que criminaliza la negación del genocidio armenio y que entrará en vigor dentro de dos semanas, ante la indignación explícita del gobierno turco. Según la nueva legislación, aquel que niegue que la matanza de armenios en 1915 a manos del Imperio Otomano fue un genocidio, será penado con un año de cárcel o una multa de 45.000 euros. Para los franceses se trata de una ley contra el negacionismo. Para los turcos es un ataque directo a su país y una injerencia en su historia, que según la versión oficial, niega que las matanzas fueran organizadas sino fruto de una confrontación en el marco de la I Guerra Mundial (edición del Diario El País de Madrid del 24 de enero de 2011).
[5] Pinto,  Yohann; Mata, Aquilino: “Un olvido imperdonable. El genocidio gitano a manos del poder nazi”, que se encuentra disponible en  http://www.mundogitano.net/index.php/multimedia/documentos/462--un-olvido-imperdonable-el-genocidio-gitano-a-manos-del-poder-nazi.html

[6] Sarramone, Alberto: “Gitanos. Historia, costumbres, misterio y rechazo”, Editorial Biblos Azul, Buenos Aires, 2007, p. 52.
[7] Sarramone, Alberto: “Gitanos. Historia, costumbres, misterio y rechazo”, Editorial Biblos Azul, Buenos Aires, 2007, p. 25.
[8] Bloch, J.: “Los gitanos”, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1968, p. 88.
[9] Foucault, Michel: “Genealogía del racismo”,  Editorial Altamira, La Plata, 1996, p. 207.
[10] Sarramone, Alberto: “Gitanos. Historia, costumbres, misterio y rechazo”, Editorial Biblos Azul, Buenos Aires, 2007, p. 250.
[11] Sarramone, Alberto: “Gitanos. Historia, costumbres, misterio y rechazo”, Editorial Biblos Azul, Buenos Aires, 2007, pp. 144 y 145.
[12] Bloch, J: “Los gitanos”, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1962, p. 127.
[13] Bloch, J: “Los gitanos”, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1962, p. 127.
[14] Bloch, J: “Los gitanos”, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1962, p. 127. Esta potencialidad autóctona, lamentablemente, no ha sido valorada en su capacidad para apelar fórmulas de justicia composicional para la resolución de determinados conflictos.
[15] “El genocidio gitano-Porrajmos”, disponible en http://memoriagitana.wordpress.com/2010/07/07/el-genocidio-gitano-%e2%80%93-porrajmos/
[16] Fraser, Angus: “Los Gitanos”, Editorial Ariel, 2005, traducido del alemán en R. Vossen (1983): Zigeuner, p.70, Frankfurt del Main
[17] El concepto guarda una clara similitud con el título del libro de Karl Binding y Alfred Hoche “La licencia para la aniquilación de la vida sin valor de vida”, publicado en Alemania en 1920/22 bajo el título “Die Freigabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens. Ihr Mass und Ihre Form” (reeditado en 2006, con prólogo de Wolfgang Naucke, por la Berliner Wissenschaftsverlag), “(que) es conocido y citado frecuentemente como un antecedente inmediato de las medidas eutanásicas que quince años más tarde se llevaron a cabo por médicos de algunos Hospitales alemanes especialmente autorizados por Hitler para eliminar enfermos mentales irrecuperables o terminales, lo que costó la vida, según los cálculos que Zaffaroni maneja, a unos 200.000 pacientes clasificados de esta manera”: vid. Muñoz Conde, Francisco: “El penalismo olvidado”, Comentarios a Filippo Grispigni / Emund Mezger, La reforma penal nacional-socialista, y a Karl Binding / Alfred Hoche, La licencia para la aniquilación de la vida sin valor de vida, Colección El penalismo olvidado, Director Eugenio Raúl Zaffaroni, editorial Ediar, Buenos Aires, 2009, disponible en www.derecho-a-replica.blogspot.com.
[18] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, que se encuentra disponible en www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[19] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, que se encuentra disponible en www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[20] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, que se encuentra disponible en www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[21] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, que se encuentra disponible en www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[22] Pinto,  Yohann; Mata, Aquilino: “Un olvido imperdonable. El genocidio gitano a manos del poder nazi”, que se encuentra disponible en  http://www.mundogitano.net/index.php/multimedia/documentos/462--un-olvido-imperdonable-el-genocidio-gitano-a-manos-del-poder-nazi.html
[23] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[24] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[25] http://www.lavanguardia.com/internacional/20100914/54003998612/bruselas-expedientara-a-francia-por-discriminacion-en-las-expulsiones-de-gitanos.html
[26] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[27] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[28] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.
[29] LEMKIN, Raphael: “El dominio del Eje en la Europa ocupada, Prometeo, Buenos Aires, 2009, p. 378.
[30] “El genocidio de los roma europeos (gitanos), 1939-1945”, disponible en www.ushmm.org/ wlc/es/article.php?ModuleId=10006054.

ACLARACIÓN: LA FOTOGRAFÍA QUE ILUSTRA EL ARTÍCULO ES ORIGINARIA DE DIARIO OCTUBRE (www.diario-octubre.com)