Por Eduardo Luis Aguirre
Este artículo intenta recuperar una investigación del profesor mexicano Fernando Tenorio Tagle y se propone problematizar las remanidas retóricas y las interminables cruzadas contra la “impunidad”, todas ellas inexorablemente infructuosas, resultado éste que, por supuesto, los estados policiales conocen perfectamente de antemano.
Tagle logra calcular que la criminalidad mundial equivale, por ciudad y por país, a un 20/25 por ciento de su población al año (1). Es decir, tomando una población de 40 millones de habitantes, la Argentina registraría entre 8 y 10 millones de delitos por año.
Este guarismo se obtiene descontando crímenes tales como tráfico de armas, personas o drogas, porque son éstos delitos difíciles de rastrear en las encuestas de victimización, que por otra parte no abundan en la Argentina.
No obstante esa debilidad de origen, en Italia, que tiene aproximadamente 50 millones de habitantes, se logró hacer la detección de transacciones ilegales de narcóticos. El resultado fue estremecedor: se perpetran un millón de esas transacciones por día.
O sea que, al menos en ese país, hay 365 millones de delitos que hay que agregar a aquel 20-25 por ciento estimado por el investigador.
Vamos a ver el impacto que esto tendrá en el tema de la “impunidad”, contra la cual se emprenden a diario luchas, guerras, programas y otras nomenclaturas binarias y castrenses igualmente fallidas, q que en muchos casos, encubren prácticas más propias de una ocupación que de ejercicios racionales y democráticos tendientes a prevenir, disuadir o conjurar el delito.
Si analizamos el sistema penal en todo el mundo, la media mundial es 95% de “impunidad”, tomando en cuenta todos los delitos denunciados. Esto es, sin cifra negra. Si incluimos la cifra negra, la impunidad crece al 99,95%. Si añadimos el tráfico de drogas, como fue el caso de la investigación italiana, la impunidad crecería al 99,999%. O sea que el sistema penal sólo puede enfrentar con “éxito”, la milésima parte de un 1 por ciento de la criminalidad real.
Sin embargo, el espectáculo febril de a labor de las agencias encargadas de la seguridad parece pintarnos un cuadro de otra realidad. Están todos trabajando en los juzgados, en las comisarías, en las fiscalías, en los ministerios contra la inseguridad y la impunidad, mientras la realidad empíricamente verificada pone de manifiesto estos guarismos impactantes.
Frente a ellos, surge nuevamente la discusión acerca del sentido último del sistema penal, que no es otro que el control de las clases subalternas. Es más, en las últimas décadas, el orden global necesita de un sistema de control global punitivo que se asienta en guerras de baja intensidad o campañas policiales de altísima intensidad, que generalmente se abaten sobre los sectores subalternos de las sociedades, los díscolos, las minorías y los inmigrantes. Una verdadera cruzada destinada al disciplinamiento racista de un otro desvalorado. Una forma brutal de rubricar la categoría de extimidad acuñada por Lacan y luego analizada por Jacques- Alan Miller (2).
(1) https://www.youtube.com/watch?v=zqPG-z4rrlk
(2) Extimidad, Editorial Paidós, Buenos Aires 2017.
(3) Kessler, G., & Oyhandy, A. (2014). Presentación: Dossier sobre criminalidad y políticas de seguridad.Cuestiones De SociologíA, (10). Consultado de http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/arti