Entre tanta basura fascistizante que no casualmente pulula en estos momentos en las redes sociales, hay una consigna que llama la atención, no por alguna connotación original en especial, sino porque, justamente, compendia y resume, promedia y grafica, los límites de los discursos banales de mano dura que pretenden hacernos retroceder a la época de las cavernas en materia de estrategias de administración de la conflictividad social. Como no podía ser de otra manera, también en este caso el rasgo fundamental de la proclama ("Cómo uno de los países más violentos del mundo acabó con la delincuencia") culmina en un llamado a una "solución"  sustentada en base a una simplificación grosera de una cuestión particularmente compleja. Esa convocatoria, que pone como ejemplo de "lucha contra la delincuencia" a Singapur (sic), concluye con una "moraleja" que reiteran y comparten los incautos, los autoritarios, los desprevenidos, los desinformados, los que han tenido la peregrina idea de ponerse a opinar respecto de una temática que ignoran olímpicamente, pero también los que estimulan la masacre aprovechando el “estado de emergencia” sobre el que nos advertía Giorgio Agamben:  "las soluciones existen, solo faltan huevos para llevarlas a cabo y perder el miedo a ser políticamente incorrecto", arenga sin pudor alguno el posteo . Si asumimos ambos "desafíos", entonces, seremos como Singapur.
¿Que para ser políticamente incorrecto, como postula la nota, deberíamos violar la Constitución Nacional y los Pactos y Tratados Internacionales a los que se ha obligado la Argentina? Un detalle menor. Singapur lo hizo, a pesar de que (gracias al libelo por avisarnos), en aras de obtener tamaños logros en materia securitaria, "ha sido censurado" por Amnistía Internacional.

Ahora bien: ¿qué implica realmente Singapur en términos de organización social democrática, vigencia de derechos civiles y políticos, libertades públicas y respeto a los Derechos Humanos? 

Es uno de los ocho (8) países del mundo que condena con pena de prisión perpetua a los homosexuales, junto con Uganda, Guyana, India, Bangladesh, Singapur, Maldivas, Bután y Nepal (http://blogs.elpais.com/3500-millones/2013/11/las-violaciones-de-derechos-nunca-vienen-solas.html), dato escalofriante si los hay, pero que para el artículo no reviste - al parecer- importancia alguna, lo que habla a las claras de su regresividad asombrosa en términos humanitarios.
Hay más, por supuesto: "Según las observaciones realizadas en 2011 por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, la edad mínima de responsabilidad penal sigue siendo relativamente alta pues está fijada a los 7 años.En consecuencia, los niños de entre 7 y 16 años pueden sufrir castigos corporales, golpes o aislamiento. Los niños menores de 18 años también pueden ser condenados a cadena perpetua.Otro traspié del sistema judicial juvenil en Singapur, y relativamente nuevo, es que los niños entre 16 y 18 años siguen siendo juzgados como adultos en los tribunales .El Comité también se mostró preocupado por casos donde niños menores de 8 años podían ser enjuiciados tras una denuncia de sus padres".
La situación de la violación de Derechos Humanos de las Mujeres es de tal gravedad en Singapur, que la Convención sobre la eliminación  de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), debió-entre otras muchas observaciones-  pedirle en el año 2007 que tipificara como delito la violación dentro del matrimonio, definida como ausencia de consentimiento por parte del cónyuge. Dejó sentada en esa misma oportunidad su preocupación porque en ese Estado parte no había cesado la segregación, tanto vertical como horizontal, en el plano laboral ni la persistencia de actitudes patriarcales y estereotipos muy arraigados en relación con el papel y las responsabilidades del hombre y la mujer en la familia y la sociedad en general. Estos estereotipos constituyen un importante obstáculo para la aplicación de la Convención, son una de las causas fundamentales de la violencia contra las mujeres en la esfera pública y privaday colocan a las mujeres en una situación de desventaja en numerosos  El Comité debió alentar en ese momento a Singapur  a ratificar el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
El castigo con vara es una forma de maltrato corporal legal ampliamente utilizado en Singapur. Puede ser subdividido en varios contextos - judicial, militar, escuela, reformatorio y doméstico/privado.
De estos, el castigo judicial de azotes con una vara, por el cual se distingue Singapur, es el más severo. El mismo se encuentra reservado para criminales varones de menos de 50 años de edad, como pena para un amplio espectro de ofensas tipificadas en el Código Criminal de Procedimientos. El azotar utilizando una vara es también una forma legal de castigo para delincuentes varones que son miembros de las Fuerzas Armadas de Singapur (SAF) y el castigo es administrado en el Centro de Detención de las SAF. El azotar utilizando una vara es también una forma de castigo oficial en escuelas reformatorias y una medida de disciplina carcelaria. De una manera menos severa, el azote utilizando una vara es utilizado para castigar a jóvenes varones en numerosas escuelas de Singapur ante faltas graves de conducta.Una vara mucho más pequeña u otro implemento es utilizado por algunos padres para castigar a sus hijos de ambos sexos. La ley de Singapur no prohíbe esta práctica (http://es.wikipedia.org/wiki/Castigo_con_vara_en_Singapur).
Según el  Instituto de Derechos Humanos de la International Bar Association (IBAHRI), Singapur  también "se queda muy corto en las normas internacionales" en lo que respecta a derechos humanos, especialmente con sus graves limitaciones a las libertades de expresión, asamblea y de independencia del poder judicial (http://ifex.org/singapore/2008/07/18/singapur_obtiene_calificaciones/es/).
Finalmente, Singapur cobró reciente notoridad por la cantidad impresionante de ejecuciones de prisioneros que efectuaba. Tal como lo admite el propio artículo,  Singapur es el país con más ejecuciones per cápita del mundo, con 70 ahorcamientos para una población de cerca de 4 millones de habitantes (http://es.wikipedia.org/wiki/Pena_de_muerte). Éste es el paraíso al que nos pretenden llevar la crecientes narrativas del fascismo social.