Transcribo a continuación la versión en español de la entrevista virtual concedida a la reconocida revista serbia Pecat, que debería salir publicada en la próxima edición semanal de la misma.
La portada de su
libro “Sociología del control global punitivo” demuestra una foto que incita
muchas memorias y mucha emoción entre lectores serbios. Nos puede comentar el
significado de ese escenario y como está relacionado con las tesis principales
del libro.
El bombardeo de un país europeo por parte de la OTAN,
sin autorización de la ONU, bajo el pretexto de una “intervención humanitaria”,
nos conmovió a todos. Era la confirmación que algo diferente y terrible se
estaba gestando en materia de afirmación de nuevas relaciones de poder
internacional. Algunos alumnos, atentos y sensibles frente a esta masacre, me
hicieron ver esa imagen como una síntesis ajustada de una nueva era,
caracterizada por prácticas prevencionistas y retribucionistas extremas a nivel
global.
1.
En pocas palabra,
puede explicar a nuestros lectores el concepto de “control global punitivo” y
apuntar varios ejemplos de cómo se ejerce al nivel de política internacional
contemporánea?
Durante casi un cuarto de siglo de
enseñanza universitaria, he militado de
manera activa y continua desde una postura abiertamente crítica en materia de
derecho penal, que es una de las asignaturas que imparto; la otra es Sociología
Jurídica, y en la que he incorporo el tema de la sociología del control
punitivo como un nuevo contenido curricular.
Mientras esto ocurría, durante las últimas
tres décadas, el mundo cambiaba aceleradamente. Fue bipolar hasta el colapso de
la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, devino luego unipolar, con la
muerte de las ideologías y el fortalecimiento imperial de los Estados Unidos, y
con una vertiginosidad sin precedentes históricos, se transformó en un
gigantesco galimatías multipolar, fundamentalmente a partir del 11-S. Durante este período histórico, un enorme
sistema de control global punitivo, dotado de lógicas y prácticas propias, se
abatió sobre la humanidad en su conjunto e impuso un derecho y una justicia tan
profunda y selectivamente injusta como los ordenamientos penales internos.
Comprendí entonces que, para analizar los
crímenes de masa, las intervenciones “humanitarias” y preventivas, las “guerras
justas”, los nuevos enemigos creados por el imperio y la violencia “legítima”
internacional, debía, necesariamente, entender que el sistema de control global
punitivo ya no era –solamente- una cuestión dogmática, sino que implicaba un proceso de transformación sociológica y
geopolítica fenomenal, que demandaba un derecho penal y prácticas de control
global en permanente “excepción” y emergencia.
Sentí entonces que no era posible entender
y explicar la cuestión criminal, sin comprender al mismo tiempo los cambios que
se producían en el derecho penal internacional, a la sazón el nuevo instrumento
de disciplinamiento global de los insumisos y los débiles.
Me convencí también que cuando debatimos
acerca de los cambios trascendentales, paradigmáticos, que deparó la
globalización, necesariamente debemos enumerar entre ellos el declive de los
Estados nacionales y del concepto de soberanía, pero también el renacimiento de
las reivindicaciones locales, la legitimación de la fuerza como mecanismo
recurrente para resolver los conflictos y la consolidación de un novedoso
sistema de control global punitivo, destinado a reproducir las condiciones de
hegemonía impuestas por el imperialismo.
El
sistema de control global punitivo es, en mi opinión, una nueva forma de
control universal que se apoya en retóricas, lógicas, prácticas e instituciones
de coerción, la más violenta de las cuales es la guerra.
Una guerra de cuño imperial. De
características diferentes a los conflictos armados que acaecieron hasta la
guerra fría. Un novedoso tipo de guerra que se inauguró, probablemente, con el
bombardeo de la OTAN a Yugoslavia.
Una guerra en la que ya no se busca anexar
grandes espacios geográficos o asegurar mercados internacionales. Se trata de
guerras que implican grandes disputas culturales, gigantescas empresas
propagandísticas, que se emprenden con el objeto de imponer valores, estilos de
vida, sistemas de creencias compatibles con la visión imperial del mundo. Y que
incluyen, por supuesto, la vocación de apropiarse unilateralmente de recursos
naturales escasos y la participación de arsenales bélicos y comunicacionales de
última generación. Porque en estas guerras no se tiende a lograr solamente
victorias militares, sino también imponer relatos, narrativas y productos
culturales compatibles con los intereses “humanitarios” del imperialismo, e
infligir a los vencidos derrotas aleccionadoras en el plano político y moral. Aunque éstas impliquen,
paradójicamente, la perpetración de horribles crímenes contra la humanidad.
2.
Cree Usted que el
Tribunal de la Haya forma parte de los mecanismos de control a los cuales se
hace referencia en su libro, y si es así de qué manera?
El TPIY no sólo ha
defraudado las expectativas de mucha gente, sino que desde luego ha contribuido
a reproducir las relaciones de poder y dominación preexistentes. No solamente
por el sesgamiento de sus decisiones (Peter Handke en “Preguntando entre
lágrimas” me exime de mayores comentarios”), sino también por la indudable
inacción en que ha incurrido respecto de la investigación que pudo y debió
haber promovido respecto de graves hechos protagonizados por la OTAN y los
Estados Unidos durante el conflicto. Se trataba de hecho públicos, notorios.
Por ejemplo, un interesante detalle de los “errores” cometidos por la OTAN
entre el 5 de abril y el 2 de junio de 1999, podía leerse incluso en los
propios diarios occidentales de la época.
3.
En Argentina y
Guatemala se han dado veredictos muy interesantes en materia de genocidio.
Cuáles son las características principales de esos procedimientos y como
compara los análisis de los tribunales latinoamericanos en sus casos con las decisiones del Tribunal de la Haya, con referencia
a Srebrenica?
Nuestra jurisprudencia reciente,
ya lo he manifestado, ha asociado las prácticas sociales genocidas cometidas en
la Argentina, a lo que podríamos denominar “genocidio reorganizador”. Es decir,
aquellos crímenes modernos, propios de las sociedades estatales, donde el
perpetrador comete el delito con la intención de “reorganizar” la sociedad de
conformidad con sus pautas culturales y concepciones de vida. Es
decir, una práctica cuyo objetivo es la transformación de las relaciones
sociales hegemónicas al interior de un Estado nación preexistente.
En este caso, el
genocidio moderno debe ser entendido como una práctica social, pero también
como una tecnología de poder, destinada a destruir las relaciones
sociales preexistentes y reorganizarlas con sujeción a los modos de
articulación de las relaciones sociales, el sistema de creencias, la cultura y
la visión del mundo de los perpetradores. Cuando se dan estas situaciones, se
estaría frente a un genocidio.
En este sentido, recuerdo
que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata, al sentenciar
en la causa Nº 2506/07, en la que se condenara al sacerdote católico
Christian VON WERNICH, citando la obra señera de Daniel Feierstein, un intelectual
que ha contribuido decisivamente a la caracterización del genocidio, expresó
textualmente: “Sin embargo resulta ilustrativo lo reflexionado por el autor
citado sobre el particular. “...la caracterización de “grupo nacional” es
absolutamente válida para analizar los hechos ocurridos en la Argentina, dado
que los perpetradores se proponen destruir un determinado entramado de las
relaciones sociales en un Estado para producir una modificación lo
suficientemente sustancial para alterar la vida del conjunto. Dada la inclusión
del término “en todo o en parte” en la definición de la Convención de 1948, es
evidente que el grupo nacional argentino ha sido aniquilado “en parte” y en una
parte suficientemente sustancial como para alterar las relaciones sociales al
interior de la propia nación...El aniquilamiento en la argentina no es
espontáneo, no es casual, no es irracional: se trata de la destrucción
sistemática de una “parte sustancial” del grupo nacional argentino, destinado a
transformarlo como tal, a redefinir su modo de ser, sus relaciones sociales, su
destino, su futuro”. En este último tramo quedan implicadas las
características procesuales, sistemáticas, necesariamente selectivas de los
genocidios reorganizadores modernos. Creo que es el más objetivo y
respetuoso aporte comparativo que puedo realizar.
4.
Uno de los
objetivos principales de los organizadores de su conferencia en Belgrado,
programada para el día 9. de mayo, fue precisamente presentar su libro y
abordar el tema de genocidio en el contexto comparativo entre las decisiones de
tribunales latinoamericanos y el de la Haya. Estamos decepcionados que eso no
resulto posible ni en la Facultad de Derecho ni de Ciencias Políticas. Saliendo de una larga época de dictadura en
su país Argentina, cómo ve Usted la forma en que cuestiones controvertidas se
deberían tratar un una sociedad democrática, sobre todo al nivel académico?
Este libro ha sido presentado con antelación en la
Universidad Nacional de La Pampa y en la Feria Internacional del Libro de
Buenos Aires. En ambos casos, me honró con su presencia, disertando sobre la
obra, el prestigioso periodista
venezolano Modesto Emilio Guerrero, biógrafo de Hugo Chávez. Con eso contesto
la última parte de su pregunta. Luego, quería agregar mi profunda satisfacción
por la presentación realizada el pasado 9 de mayo en el Instituto de Estudios
Europeos de Belgrado. No solamente por la cantidad de público asistente a la
misma, sino por la participación activa de la gente en el debate posterior. Nos
acompañaron en el encuentro funcionarios,
diplomáticos, académicos, escritores, intelectuales, dando un marco muy
interesante a la conferencia. Me he sentido muy gratificado por ese acto.
5.
Esta es su segunda
visita a Serbia. Con que impresiones deja el país y piensa Usted regresar en
alguna ocasión para volver a compartir sus percepciones sobre temas “delicados”
con expertos y el publico serbio?
Hace años que estudio e investigo la realidad de este
país impresionante, al que desde luego pienso volver. Hay tareas académicas y
científicas que continuar, y otras que están a punto de comenzar y que
llevaremos adelante con amigos e investigadores serbios. Siempre hay
motivaciones para seguir adelante con estas experiencias. Por lo tanto, siento
que siempre estoy volviendo.