Por Jorge Daniel Estanga (*)


El siguiente resumen da cuenta de un trabajo de articulación que se desprende de una intervención realizada por un cuerpo especializado de profesionales, producto de la catástrofe natural (fuertísimo temporal y posterior inundación)  ocurrida los días 2-3 de Abril del año 2013 en la ciudad de La Plata.

Puntualmente la labor fue realizada en el Colegio Normal I de dicha ciudad, en la semana inmediatamente posterior a las inundaciones (del 8 de Abril, al 12 de abril).

La población objeto de la misma estuvo constituida aproximadamente por 145 alumnos de entre 10-12 años. El equipo de trabajo del que fuimos parte estuvo dirigido, coordinado y acompañado por el Lic. Xavier Oñativia y la Lic. Mabel Tejo.

Desarrollo- Ponencia.

La Plata, Viernes 26 de Agosto- 2016.

“Toda iniciativa que tienda a la RECUPERACIÓN REFLEXIVA, y a la CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE LA MEMORIA, permitirá una re-estructuración que batallará contra la FALTA DE PALABRA, contra el OLVIDO y la RENEGACIÓN.

No hay SALUD INDIVIDUAL POSIBLE, SIN SALUD COLECTIVA”. Silvia Bleichmar

Después de esta brillante frase bien podríamos darnos todos por contentos y no pedir más de esta exposición. En un párrafo Silvia lo dice todo.

De hecho probablemente cada lector se sumergirá en las aguas de estas líneas de lectura, posiblemente como una apuesta a la ligazón de un acontecimiento (acontecimiento?) que inundó absolutamente todos los psiquismos de los platenses.

Este momento colectivo, considero que será enormemente más provechoso si en vez anclar en la tierra firme de las palabras y las teorías, nos aventuramos a la fluidez del debate, a la frescura de las preguntas, a la incertidumbre del intersticio, a la paradoja de las rarezas e imperfecciones.

Lo jugoso subyace allí. En las fracturas, en los baches, en lo inligable, en lo no decible. Presentar un trabajo sin fisuras tratándose de una catástrofe sería algo realmente paradójico, incluso hasta defensivo.

Vale la pena dejar por un momento en suspenso las certidumbres.

Ya que como bien afirma Lewkowicz, justamente en toda catástrofe “aquello que era consistente, sólido, y estructurado; deviene inconsistente, fluido y sin forma”.

El intento es de narrar, cuando justamente desde Freud sabemos que el traumatismo escapa al relato. “El acontecimiento producido, es lo que tapa lo acontecial” nos dice Bleichmar. El relato reemplaza a lo vivencial, y es muy importante entender que hay una imposibilidad radical de que todo lo vivido sea transcripto, sea metabolizado.

El intento será entonces, el de apostar a la construcción colectiva de la memoria. Ya que siguiendo en clave Bleichmeriana, “los efectos de una catástrofe, dependen de las formas que el suceso vaya tomando en el imaginario colectivo, y de las respuestas sociales que el conjunto pueda ir brindando”.

La clave parece estar allí, en LO SOCIAL. Ya que como bien nos dice la autora: “Lo social y lo sexual no son todo, pero están en todo y en todos. Ambos son masivos y cotidianos”.

Y en esta masividad, en este sin- sentido que afecta al colectivo social sin distinciones, aparece dos elementos reparadores esenciales e innegociables: La Verdad y la Justicia. Ya que “el cuerpo colectivo no puede recuperarse de lo traumático si no hay develamiento de la Verdad y Vigencia de la Justicia”.

En toda tragedia colectiva es fundamental la sanción de quienes puedan ser considerados responsables, ya que la ausencia de ella, se agrega como una gota más al cántaro resquebrajado por la catástrofe. Por ende, al efecto traumático de base, se la agrega el efecto traumático posterior, debido a la ausencia de estos dos elementos fundamentales de los que venimos dando cuenta.

Sin Memoria, verdad ni justicia, este colectivo herido, comienza a sufrir un cuadro de Alzheimer altamente degenerativo, al cual no tardarán en llegar los síntomas más graves para el pronóstico final: la mentira y la injusticia. No hace falta ser un erudito para suponer el desenlace que tendrá “este paciente”.

Freud decía en “El Proyecto”, que la memoria no estaba en las neuronas, sino entre ellas. Y en esa sinapsis es que se entretejen las redes que van conteniendo a un psiquismo que venimos diciendo, se inunda al igual que la ciudad.

Esta realidad nos impulsa a ser creativos, y no conformarnos con lo que llevamos puesto cuando de tormentas se trata.

Me gustaría detenerme en 4 paradojas que se leen en el título mismo de esta presentación.

“Temporal”-  Se le llama temporal a un fenómeno climático brusco que irrumpe por un lapso determinado de tiempo. Bien puede pensarse que es algo justamente temporal. Pero en realidad como bien venimos argumentando, hoy tres años después sigue siendo necesaria una tramitación de lo acontecido. En ese sentido más que temporal es permanente. Exige como todo lo no ligado, como todo lo pulsional.

Ahora bien, a pesar de ser más permanente que temporal, a su vez, no es sin lo temporal (en el sentido Bleichmeriano del témino). Es necesario que se despliegue en un trayecto histórico, es necesario que sea elaborado en la línea temporal de cada cual. En este sentido, es necesaria una historización, una deconstrucción, para una posterior construcción. Y de allí que como bien dice Silvia, “Se trata de jugar y de jugarnos, a ser un poco historiadores además de analistas”.

Ya que: “Cada sujeto estructura, respecto del traumatismo, una organización que le permite posicionarse en relación con la comprensión simbólica del mismo, pero esta comprensión esta tejida con la materialidad representacional, ideológica, del horizonte que le ofrece su HISTORIA en el marco de la sociedad de pertenencia”. La historia es un factor determinante en su triple vertiente: pasado, presente y futuro. Es indispensable que a partir de lo ya inscripto, se puedan combinar nuevos elementos, a fin de poder historizarlos en una cadena temporal.

“Permanente”-  Alude a este trabajo constante, tanto individual como colectivo que el psiquismo debe realizar. “Lo traumático obliga a procesos de elaboración psíquica inéditos.

Las catástrofes arrojan efectos cuya persistencia frecuentemente INSISTE en la mente, en los vínculos familiares y en lo social. Los sobrevivientes repiten constantemente: eso ocurrió y sigue ocurriendo”.

La paradoja radica en que este esfuerzo permanente está dado por su contracara: el cambio. Eso disruptivo, violento, inesperado, eso que no tiene lugar, eso horroroso que derrumba lo cotidiano, justamente eso es lo que nos pide un trabajo permanente.

Una vez más las series complementarias freudianas aparecen en escena de una manera dialéctica (Cambio y permanencia).

En palabras de Isidoro Berenstein: “Aparece un vacío de significación. Algo que está por fuera, y hace tope a los registros simbólico e imaginario. Algo que queda excluído de la cadena significante y de los recursos fantasmáticos. Algo innombrable, inimaginable, no memorizable. Un horror sin nombre, una angustia sin límites. Motor y causa permanente del trabajo de pensamiento, de historización simbolizante, de nuevas formas de recomposición subjetiva. Del intento de nombrar lo que no tiene nombre, de bordear el vacío, de imaginar lo imposible, de recordar lo que no se puede olvidar”.

Al respecto, Ignacio Lewkowicz agrega: “Podríamos llamar catastrófico a un ambiente en el cual el cambio prima sobre la permanencia, a un medio en el cual la alteración de las condiciones es la regla más que la excepción”.

“Catástrofe” – En verdad depende de cada psiquismo el destino de lo acontecido. Bien puede tratarse de un hecho catastrófico en el peor de los casos. Si somos optimistas y atendemos a la estadística que dice que sólo el 1 o 2 por ciento de la población afectada requiere de una asistencia especializada, entramos en el campo de lo traumático y en el mejor de los casos, de su pertinente configuración en acontecimiento.

Si bien la inundación de la ciudad puede ser catalogada como catástrofe Natural, y como bien todos sabemos, las catástrofes naturales presentan características muy diferentes de las Catástrofes Sociales, a su vez, aquí también hay una paradoja.

Si bien son fenómenos distintos con incidencias diferentes, hay puntos en común. Bleichmar afirma: “Sabemos muy bien, sin embargo, que aún en catástrofes naturales tanto el hecho de que se produzcan como la gravedad de sus efectos son producto del descuido, de la negligencia y de la falta de responsabilidad de los gobiernos de los países en los que ocurren”. La inundación sin dudas estuvo ayudada por políticas urbanas que no priorizaron el bienestar de los habitantes por encima de los negocios de turno. Y sin lugar a dudas hay una fuerte incidencia de políticas improvisadas en materia de prevención. En suma, en toda catástrofe natural, siempre hay incidencia de factores sociales. Esto no quiere decir que sean lo mismo, pero sí, que hay una determinación causal que opera en conjunto.

Del otro costado del tablero podemos decir que muchas catástrofes sociales tienden a ser “naturalizadas”, más en países como el nuestro en el cual terminan siendo más la regla que la excepción.

“Intervenciones clásicas”-  Literal y metafóricamente la solidez conceptual y el reparo dado por las cuatro paredes de los consultorios, realmente hizo agua ante la inundación. De esto nos ocuparemos en el cierre, tratando de problematizar la cuestión.

CIERRE

Interrogantes:

·         Luego de todo lo narrado, ¿Hay posibilidad de aplicar el encuadre psicoanalítico clásico ante una catástrofe? En caso que de que no, ¿Sigue siendo psicoanálisis o se trata de una práctica innovadora que debemos sistematizar e implementar?

·         ¿Cómo se maneja la herramienta fundamental del dispositivo analítico, EL ENCUADRE. Para no caer en el asistencialismo y no perderse en el lugar del muerto?

·         ¿Debemos intervenir por presencia o debemos intervenir por demanda?

Es decir, debemos “salir a la cancha” ó debemos esperar en nuestros consultorios y demás espacios a que el damnificado nos manifieste una clara demanda?.

·         En este sentido, ¿Es muy obsoleto el Psicoanálisis operativo que no proponía Bleger en 1966 con su PsicoHigienismo?

·         ¿Qué marca ha inscripto todo lo acontecido en nuestra práctica en función de posibles nuevas re ediciones de un fenómenos de tal magnitud? Qué hemos aprendido como psicólogos?

·         ¿Cuál es la validez de las herramientas que poseemos para incidir en la elaboración y recomposición de procesos traumáticos?



Algunas Frases para aproximarnos al esbozo de posibles respuestas:



“Reconocemos el  valor de las estrategias colectivas para hacerle frente a tanta devastación social. Pero también reconocemos los límites. Si las catástrofes son procesos de destrucción masiva, NO ALCANZA con el dispositivo de la cura individual ni con la capacidad transformadora y la potencialidad terapéutica de los grupos, si no existe un contexto socio político que haga pensables las situaciones de violencias, de miseria y de catástrofe”. Ana María Fernández.



 “La práctica en tiempos de catástrofe interpela y jaquea al psicoanálisis, pone a prueba su andamiaje teórico, la eficacia y validez de sus recursos técnicos. El sujeto del psicoanálisis, no es, solamente, el sujeto del inconsciente”. Luis Hornstein.



 “Nuestra práctica no puede sostenerse sólo en el levantamiento de la represión ni en la búsqueda del sentido oculto, sino que debe tener en cuenta la necesidad de la producción de sentido sobre la base de la materialidad real inscripta. S,Bleichmar.



“No se trata de buscar abrirse a lo social. Se trata de poner a trabajar la pregunta acerca de si lo social es algo que está allí afuera, y por lo tanto uno puede abrirse o cerrarse a ello. O si es un componente esencial, una de las fibras íntimas que remiten a la constitución misma del sujeto, y del psicoanálisis tanto en su teoría como en su práctica.

Concebir al psicoanálisis como enlazado, enraizado, constituido DESDE lo social, implica un posicionamiento ETICO frente a las prácticas que propone. Se trata de no pensarnos como analistas por fuera de estas catástrofes, sino IMPLICADOS HASTA LA MÉDULA, ARREMANGADOS en medio del horror, haciendo lo que podemos, nunca cómodos, nunca pensando nuestra tarea como si se tratara de algo que le ocurre solo al otro, tolerando y trabajando en los mundos superpuestos en los cuales transcurren nuestras vidas y la de nuestros pacientes.

Se trata de pensarnos como AGENTES DE SALUD y, desde esta condición, hacer el esfuerzo por recuperar la palabra abandonando el cómodo sillón de la NEUTRALIDAD”. Luis Hornstein.

(*) Facultad de Psicología, Universidad Nacional de La Plata.