Por Lidia Ferrari
Parece contradictorio que en tiempos de monopolio tecno mediático en las narraciones sea más difícil que en otras épocas adjudicar la existencia de una Vox Populi, de algo que haga al murmullo popular o colectivo como indicio de alguna verdad. Si existen sólo tribus comunicacionales puede llegar a entenderse que en este momento se siga expandiendo en Argentina la estafa con esquema piramidal, después de la presencia mediática del caso donde dos tercios de sampedrinos fueron estafados. Una de dos. O estamos en presencia de una fragmentación de la circulación mediática, por lo que tanta gente no sabe de eso que otros saben. O la insistencia en creer en los milagros es más poderosa que cualquier narración. Quizás se trate de ambas cosas. Y de que existen veredas comunicacionales como universos paralelos. También la caída estrepitosa de la formación cultural y el sentido crítico de las personas. Sólo así puede entenderse a tantos mileístas que no logran articular palabras ni pensamiento y sólo repiten como loros frases sin sentido. Nos sorprendió el resultado de las elecciones porque no hemos advertido esta fragmentación tan potente. Creemos escuchar a la ‘opinión pública’, pero no hay tal cosa como un clamor popular, homogéneo. Quizás todavía no hemos advertido los efectos de que llegue directamente a la mano -celular mediante- mensajes dirigidos a cada una de esas tribus que forman su vox. El peligro de tildar como débiles mentales a una mayoría de la población está a la vuelta de la esquina. Pero si somos de acuerdo a las narraciones que nos forjan es inevitable que esto ocurra. Es que los universos paralelos se desconocen mutuamente. Después nos sorprendemos de que tanta gente vote de manera suicida. O que apueste a un milagro en dólares. Y lo pierda todo. Están escuchando narraciones y canciones que desconocemos. Quizás debamos empezar por admitir nuestra ignorancia.
Tribus comunicacionales
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