Por Pablo
Guadarrama
En todas las épocas de la historia
de la humanidad han habido crisis de distinto tipo, aunque no siempre ha
podido la filosofía cuestionárselas e intentar proponerle soluciones. En la actualidad la filosofía afortunadamente
dispone de múltiples posibilidades para plantearse las diferentes crisis del
mundo contemporáneo.
El uso común identifica las crisis
como conducentes fatales hacia la destrucción del fenómeno que lo experimenta,
ignorando que, si bien ellas pueden
conducir a tales catástrofes, también pueden orientarse hacia las lisis, es decir hacia la superación de las crisis y
con ello al nacimiento de una nueva cualidad.
Tal vez en estas búsquedas de alternativas
pueda la filosofía servir de alguna utilidad a los interesados en encontrar salidas de las
crisis. No es la primera vez que en la historia
el Búho de Minerva trata de encontrar caminos en la oscuridad que le
orienten satisfecho después de su laboriosa jornada nocturna hacia la
aurora que le traerá el merecido
descanso, hasta reiniciar nuevas búsquedas.
Lo mismo Platón que Aristóteles,
Tomás de Aquino que Descartes, Marx o Nietzsche, cada uno intentó
encontrar soluciones de lisis a sus respectivas épocas de crisis. Nada tiene de extraño que a fines de este
siglo, los aficionados a cualquier tipo de
actitud post, bien sea desde
ciertos postestructuralismos, postmodernismos,
postmarxismos, posthumanismos, etc., reflexionen filosóficamente, no sin
faltarles razón, respecto al destino de la sociedad contemporánea.
También es uno de los motivos que ha
llevado a reflexionar a un grupo de investigadores de dicha cuestión en Cuba
sobre la crisis del socialismo y del marxismo, y en especial su impacto para el
proyecto de transformación social cubano
tan amenazado, como sentenciado a desaparecer por los feligreses de la doctrina post.
Es
lógico pensar que la crisis del mundo
contemporáneo, también afecta a la propia filosofía. No solo por el impacto
económico que produce en una actividad tan poco lucrativa que desde la
antigüedad ha estado siempre a merced de
mecenazgos de distinto magnitud. En la actualidad cuando se pretende medir todo por el criterio de le
rentabilidad económica y se sustituyó la utopía de la omnipotencia del Estado
por la del mercado, las posibilidades de lisis
para la filosofía parecen reducirse. Sin embargo, ella ha sabido también renacer en otras épocas de limitaciones para
su desarrollo.
Tal
vez sea la filosofía una de las exclusivas actividades intelectuales del ser
humano que le posibilitan autovacunarse
contra nefastos virus inhibidores del cuestionamiento crítico.
No
parece estar muy próximo el día en que
la crisis de la filosofía alcance
dimensiones tales que ponga en peligro su razón existencia . Al menos no
resulta muy imaginable la
posibilidad de un mundo sin
filosofía y sin crisis. En el hipotético caso de que esto llegase a suceder
estarán justificados para aparecer entonces los nuevos filósofos de la post-filosofía y
la post-crisis