Por División Las Heras
“El nivel más visible de la economía es el nivel de la política”
“El nivel más visible de la economía es el nivel de la política”
Milcíades Peña
Lleva
un poco más de un mes el gobierno de Macri en funciones y han pasado muchas
cosas, no solo en el plano de lo económico, pero que sí tienen a lo económico
como eje central. Nada que, de una u otra forma, desde la Alianza Cambiemos
(PRO, UCR y Coalición Cívica), desde el macrismo, desde el propio Macri o sus
principales asesores, no se haya dicho o deslizado antes. En diferentes etapas
de la campaña, estos grandes trazos que comenzaron a aplicarse fueron
planteados. Ahora son herramientas de política económica que el nuevo gobierno
ha decidido tomar para incidir en un determinado sentido en el proceso
económico. Porque esa es la política económica: utilizar instrumentos del
Estado para intentar incidir en un determinado sentido en el proceso económico.
Y
no hay instrumentos neutros; cada medida de política económica provoca ganadores y perdedores. En esto, esta compleja ciencia social, que es la
economía, es dura, y no solo por las consecuencias que es capaz de generar, por
los efectos que es capaz de producir. Lo es porque además, en muchos aspectos y
variables, se comporta casi como una ingeniería; si un gobierno devalúa su
moneda, quita retenciones a la exportación de determinados productos, ajusta
tarifas, libera exportaciones e importaciones, provoca despidos a trabajadores
y trabajadoras del Estado, no es necesario esperar el supuesto final de la
película para poder inferir qué efectos tendrá, con relación al momento del que
se arranca. Y menos en la Argentina, que ha sido un laboratorio gigantesco de
planes y programas económicos de este tipo, de corte Neoliberal.
Una
de las primeras medidas anunciadas fue la eliminación de las retenciones a las
exportaciones agropecuarias, excepto soja y derivados, que se redujeron en un
5%. Esto significó una transferencia de ingresos enorme a estos sectores,
agigantado por la nueva cotización del dólar. Implica además un aumento de
precios internos, pues las retenciones tienen una doble función: El Estado
captura ingresos con fines redistributivos, y a su vez utiliza las retenciones
para regular el precio interno. En otras palabras, las retenciones desalientan
la opción de exportar a quien produce bienes exportables.
Unos
días después, en conferencia de prensa, el ministro de Hacienda y Finanzas,
Prat-Gay, anunció la liberación del tipo de cambio y la devaluación de la
moneda con relación al dólar. Con tono edulcorado, maquillado,
descontracturado, enfatizando en lo que dio en llamar el “fin del cepo”,
destacó especialmente la recuperación de una supuesta libertad individual, que
algunos sectores parecieran medirla en términos de acceso a la compra y venta
de dólares. Pero en lo profundo, lo que se anunció fue un severo ajuste. El objetivo
central de esta medida, como las anunciadas unos días antes con relación a las
retenciones, fue definir una nueva distribución del ingreso en la Argentina, de
carácter regresivo. Es decir, de lo que se produce en la Argentina, de la
riqueza que es capaz de generar la economía argentina, a partir de ese momento,
quienes tienen sus ingresos fijos, sufren una importante pérdida, una reducción
de sus ingresos en términos reales. Se afecta, vía suba de precios, el ingreso
de trabajadores y jubilados, asignaciones, transferencias sociales. Como
contrapartida, los sectores agropecuarios obtienen una transferencia de
ingresos de doble vía: el Estado deja de retenerles y, a su vez, a través de la
devaluación reciben mayores ingresos en pesos.
Otro
eje del plan económico es la apertura comercial, ir dando pasos para desregular
exportaciones industriales y liberando importaciones. Lo primero, por lo que ya
apuntábamos, presiona sobre la inflación. Si quienes exportan reciben mejores
ingresos por quita de regulaciones y retenciones, pondrán en línea los precios
internos. La consecuencia es el aumento de precios. Las importaciones pueden
provocar un proceso inverso, pueden evitar que los precios de ciertos productos
de origen local no aumenten o lo hagan a otro ritmo, pero a costa de
destrucción de fuentes de trabajo. Esto ya se vivió en la Argentina, sin
ninguna duda. Y las que tienen menos espacio para protegerse son las pequeñas y
medianas empresas. En este punto es necesario señalar que en un contexto
mundial en el que muchas economías (por ejemplo varios países europeos) no
logran salir de la recesión, u otras (nada menos que China, por ejemplo), han
ingresado en una desaceleración en su crecimiento, lo que están buscando,
justamente, es mercado, espacios para inundar con sus mercancías. Si el Estado
renuncia a instrumentos de administración de estos ingresos de productos, las
consecuencias para el aparato productivo y para la generación de fuentes de
trabajo pueden ser enormes.
Otra herramienta de política económica que comenzó a operar a
partir de la asunción del actual gobierno fue la liberación de restricciones a
la entrada y salida de capitales, acompañada de un fuerte aumento de la tasa de
interés como mecanismo para atenuar la fuga de fondos hacia el dólar. El nivel
de la tasa de interés es clave en la economía y el uso de tasas altas es una
pócima que la Argentina ha probado durante demasiado tiempo. En una etapa de
grandes dificultades económicas internacionales para que los excedentes
encuentren canales en la producción, se abre paso a la reaparición del dólar
financiero, a la financiarización. La secuencia, ya experimentada por la
Argentina: ingreso de capitales, captación de grandes ganancias con tasas de
interés altas a nivel local, posterior fuga de capitales. Es uno de los
mecanismos que mejor explica el endeudamiento externo argentino desde la
dictadura en adelante. Y por otro lado, las tasas altas suponen que
especialmente las pequeñas y medianas empresas tendrán mayores dificultades
para fondearse y lograr sostener rentabilidad. Por lo general las grandes
empresas tienen otros mecanismos de financiamiento: toma de deuda en el
exterior, obligaciones negociables, etc.
Prat-Gay a su vez desde los primeros días en la gestión habló de
avances en la toma de deuda con bancos extranjeros para hacer más sólido el
colchón de reservas del Banco Central. Por estas horas se lleva a cabo en Davos
el Foro Económico Mundial y desde allí el Ministro de Hacienda y Finanzas ha
declarado su interés en que la Argentina retome su vínculo con el Fondo
Monetario Internacional (FMI), o sea con una de las instituciones
representativas del gran capital financiero internacional.
El Foro Económico Mundial está siendo utilizado por el flamante
gobierno para reafirmar los ejes sobre los que intentará pivotear su programa
económico: recortes del Gasto Público, apertura económica y regreso al sendero
del endeudamiento externo. Resulta por demás interesante observar con algún
detalle la agenda oficial del presidente argentino, más allá de lo que se
difundió con grandes títulos en los medios afines al gobierno: la reunión con
el Primer Ministro Británico, con el Vice-Presidente de los EEUU, con el Primer
Ministro Holandés, por ejemplo. Macri, que llegó acompañado del jefe de
Gabinete Marcos Peña y de Sergio Massa, lleva adelante en Davos reuniones
individuales con los CEO de grandes empresas y fondos de inversión: TANTO
Capital Partners, Dow Chemical, Shell, Facebook, Coca-Cola, Total, Google,
Mitshubishi, Dreyfus, GEMS Education, Banco Japonés de Inversión, entre otros.
A estas empresas “a las que les interesa
el país” (como publicitaban en los Noventa en aquel programa televisivo de
Neustdat y Mariano Grondona) el gobierno le quiere mostrar una “nueva”
Argentina.
En síntesis, de la serie de medidas de política económica llevadas
adelante en este intenso primer mes de gobierno, hay una especie de “asalto” al
Estado para recomponer desde lo institucional, la tasa de ganancia del gran
capital diversificado, con conexiones con el mercado mundial. Esto está
impactando en el poder de compra de salarios, jubilaciones y pensiones,
asignaciones y transferencias sociales. Por lo tanto va a provocar caída del
consumo interno y un aumento en los niveles de pobreza.
Como dice Cerati en una de las
canciones de lo que (lamentablemente) fue su último disco, “siento un dèjá vu”. Con nuevas caras, con otros modos, con
personajes que aparecen más descontracturados, que se llaman por sus nombres de
pila, (Mauricio, Alfonso, Marcos, Gabriela, María Eugenia, Sergio…) “vuelve la misma sensación, esta canción ya
se escribió…”.
Pero felizmente, esto está en el campo
de la política, y lo político es siempre terreno en ebullición, en disputa. La
Argentina es una sociedad compleja, y rápidamente se han abierto tensiones y
luchas que se afirman en lo que se percibe como única alternativa real: enfrentar
y resistir este ajuste.