Por Eduardo Luis Aguirre

 

El neoliberalismo monopoliza la capacidad subrepticia de moldear, ocultar o tergiversar la realidad según le convenga al sistema circular que más eficazmente ha controlado la subjetividad de los sujetos. Esa potencia infinita lleva a ocultar lo evidente, a amañar las catástrofes y a mostrar -generalmente de manera tendenciosa- solamente algunos de los sucesos que ocurren en el planeta. Tanto, que la mayoría de los seres humanos creen que en el mundo se encuentran activas actualmente únicamente dos guerras sangrientas. Las imágenes y versiones de todo tipo, color y tamaño sobre los conflictos de Gaza y la guerra en Ucrania tienden a sugerir que, en su dimensión trágica, la guerra debe situarse únicamente en esas dos latitudes. Si a eso agregamos lo contradictorio de las informaciones y el escamoteo de la verdad como primera víctima infaltable en todo conflicto violento, la mirada del gran público se limita a imágenes o relatos que intuye lejanos y poco inteligibles.

Sin embargo, y he aquí lo llamativo, el mundo albergaba en 2023 nada menos que 36 conflictos locales, internacionales o internacionalizados, cada uno de ellos con diferentes modalidades y distintas escalas. Según informa la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona (*) África concentró la mitad de los conflictos armados en 2023, con un total de 18 casos (50%), seguida de Asia y el Pacífico (nueve casos), Oriente Medio (cinco), Europa (dos) y América (uno). El total de conflictos armados de 2023 es la cifra más alta desde 2014. Las dinámicas de violencia motivaron que cinco nuevos escenarios pasaran a ser considerados como conflictos armados en 2023.

En lo que respecta a las causas de los conflictos armados, en 2023 se confirmó la naturaleza multicausal de los conflictos armados contemporáneos. Siguiendo también la tendencia de años previos, la mayor parte de los conflictos –26 de los 36, equivalentes a un 72%– tuvo entre sus principales causas el cuestionamiento del sistema político, económico, social o ideológico del Estado y/o las disputas en torno a las políticas domésticas o internacionales de los respectivos gobiernos. El 42% de esas conflictividades registraron un incremento en 2023 y en varios de ellos se registraron dos novedades inquietantes: la presencia de ejércitos privados (el caso más conocido es el del grupo Wagner, aunque desde luego dista de ser el único) y la intervención y la presencia de organizaciones regionales  involucradas en numerosos conflictos armados en forma de misiones u operaciones militares como en el caso de la Unión Europea (UE) –EUNAVFOR en Somalia o la misión de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) en Mozambique. Muchas de ellas seguramente, anunciadas engañosamente como misiones humanitarias, una conducta recurrente que no debe sorprender. Las guerras casi siempre se exhiben como defensas justas de determinados valores. Esa es una derivación explícita del concepto de “guerra justa”. Cabe mencionar, sin embargo, cabe que numerosos conflictos armados tuvieron entre sus motivaciones principales el control de territorio y/o de recursos. En 15 de los 36 casos (42%) se identificaron este tipo de factores. En este binomio destacó especialmente el peso de las disputas en torno a recursos, presentes en un tercio (33%) de los conflictos armados en 2023. En línea con años anteriores, los contextos que involucraron disputas por recursos se concentraron principalmente en África. Vale decir, estas motivaciones se vinculan a los intentos de exacción de recursos hacia los que avanzan las grandes potencias, por sí o por fuerzas interpósitas.

La guerra tampoco es un remedo de lo atávico. Los clásicos, los antiguos, los romanos, persas y griegos construyeron gran parte de su mitología, de su cultura y su literatura evocando a dioses violentos y batallas épicas. Hasta los positivistas del siglo XIX como Comte y Spencer se ocuparon de las guerras. El siglo XX ha sido el más pródigo en crímenes de masas. Casi 140 millones de víctimas producto de crímenes contra la humanidad sin contar las guerras. En este caso, la pasada centuria estuvo atravesada por dos guerras mundiales y la utilización, por primera vez en la historia, de armamento nuclear contra la población. Todo un pasado polemogéneo obliga a pensar la guerra como un fenómeno filosófico y sociológico, ciertamente inmune al infantilismo o la hipocresía pacifista. La guerra ha resistido sin esfuerzo todo esfuerzo destinado a erradicarla del horizonte humano. La guerra contra la guerra, mal que nos pese, también se ha perdido.

Comprender y conocer la doctrina de la guerra no solamente es una obligación de militares belicistas. Las causas y motivaciones de los conflictos, los distintos formatos históricos que los mismos han asumido, sus consecuencias, las variables de conjuración, el rol de las democracias y el conocimiento de las alianzas y los bloques, los agonismos y los antagonismos y el pensamiento binario que se emparenta con las lógicas castrenses son un territorio que no siempre dominan la política y los políticos.

Podría concluirse que estudiando la paz se puede evitar la guerra. Pero es una afirmación errónea, y lo es en tanto porque los límites de uno y otro concepto no coinciden, como porque ésta cuenta con una lógica propia, diferente y no opuesta a la lógica de la paz. Por consiguiente, para conocer la guerra hay que estudiar la guerra. Liddell Hardt y Bouthoul ya lo señalaron, parafraseando el célebre aforismo romano de Vegecio, llegan a afirmar “si quieres la paz, conoce la guerra” (**)

Tampoco es correcto asumirlas a partir prejuicios o anteojeras ideológicas. Las guerras no fueron en la modernidad un insumo exclusivo del capitalismo. Las “Obras militares escogidas” de Lenin, un libro de más de 800 páginas destaca la postura que los socialistas deben asumir frente a la guerra, a diferencia de los anarquistas y burgueses. A pesar de condenar las guerras por su carácter bárbaro y feroz, el líder socialista realiza un pormenorizado desarrollo donde describe los tipos históricos de la guerra moderna la diferencia entre guerras ofensivas y defensivas, la significación de las guerras imperialistas y -como contrapartida- la relación entre lucha de clases y guerras antiimperialistas, de las consignas de la paz y de la inexorabilidad histórica del conflicto como rector de los cambios sociales, de la defensa y el ataque en el campo de batalla, de la guerra burguesa y de la guerra revolucionaria, del concepto de patriotismo y de la enfermedad del izquierdismo en el comunismo (***). Se trata de un libro plagado de discursos pronunciados en las primeras décadas del siglo pasado. Allí está analizada la relación de la guerra con la política, el concepto de lucha de clases, pero también los conflictos que desatan los imperios, la lucha por los discursos y por los recursos, a la vez que se dejan entrever los distintos tipos de guerra que, en sutiles y diferentes formas, se precipitan en el presente. Desde las guerras híbridas hasta el lawfare, que no es más que el derecho utilizado como arma de guerra, desde las grandes disputas culturales hasta el esclavismo como forma de escamoteo de los recursos, tan parecida a las incursiones devastadoras del planeta y de los recursos que se perpetran en la actualidad.

Por ende, la guerra no puede seguir siendo considerada una anomalía del sistema capitalista mundial. Es, por el contrario, una regularidad de hecho necesaria para mantener y reproducir el actual sistema neoliberal de control global punitivo. El monopolio de la violencia ha dejado también de pertenecer a los Estados y aparecen cada vez con mayor frecuencia grupos, alianzas, corporaciones (Elon Musk, por si su influencia fuera poca, también fabrica cohetes) y agentes trasnacionales que la desarrollan siempre invocando categorías como las "intervenciones humanitarias", las cruzadas por la democracia, los valores occidentales, el desarrollo o, paradójicamente, la paz.

(*) https://escolapau.uab.cat/img/programas/alerta/alerta/24/cap01e.pdf

(**) Aznar Fernández- Montesinos, Federico: “Filosofía de la guerra”, ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura, Vol 190-765, enero-febrero 2014, disponible en https://www.researchgate.net/publication/291062920_Filosofia_de_la_guerra .

(***) Lenin: “Obras militares escogidas, Serie Organismos, Instituto del Libro, La Habana, Cuba, 1970, p. 263 y cc.