Por Eduardo Luis Aguirre

 En un país que a más de un año de producido el censo nacional no pudo constatar cuántos habitantes tiene, conferirle algún valor de referencia a las consultoras privadas que ensayan las más variopintas, fragmentarias e inconfiables metodologías es un ejercicio de fe donde la verdad aparente es producto de una suerte de revelación.

La sensación es que los números surgen como una forma de convalidación de la evaluación de los daños (supuestamente) inferidos y de la impresentabilidad irreductible de la oposición. En el caso de Milei también resultan un misterio insondable los porcentajes que se le adjudican. No sólo por los bajísimos guarismos que obtuvo en las elecciones provinciales, sino porque ahora puja con otra energúmena similar. Pero vamos a suponer que saca esos 20 puntos que se vaticinan. Vamos a conceder también que los opositores han ganado en muchas provincias y en las que no lo han hecho, los cambiemitas cuentan a su favor con la realidad objetiva de que los gobernadores ya han resuelto sus respectivas cuitas de pago chico. En ese caso, habría que dilucidar qué pesa más a la hora de elegir votar a Massa o a JXC. Quienes nos hemos ocupado de explicar los estudios cualitativos sabemos que el supuesto “enojo” es otra simplificación ambiciosa. El enojo no es estático, no tiene destinatarios fijos, no provoca las mismas razones ni abarca las mismas perspectiva y valoraciones respecto de la política y la democracia. Ese caleidoscopio agrupa, sintetiza y concita las faltas. Dicho de otra manera: ¿la quimera del cambio versión II, con los resultados que la gente ya pagó hace apenas tres años con sangre, sudor y lágrimas o volver a las "posiciones conocidas" que ofrece una versión caótica aunque menos absurda de peronismo? El progresismo renuente, ofendido y humillado, que no sale a patear las calles ¿suma o resta? ¿Me parece a mí o es Massa el que, aún con 120 puntos de inflación a cuestas es lo más parecido (por lejos) a un candidato a presidente y además ya ha introducido cambios sustanciales en el impuesto a las ganancias y el monotributo productivo? ¿ni la sólida respuesta estatal frente a la pandemia, ni la enorme cantidad de obras públicas realizadas, ni el gasoducto NK, ni el virtual salvataje de Evo Morales, por nombrar algunas medidas, pueden valorrse frente a la barbarie segura que preanuncia el eventual regreso del neoliberalismo a la Casa Rosada? Guillermo Moreno metió 100000 personas en Varela. Me informan que los militantes del peronismo están caminando por primera vez un voto marginal y virgen, el voto migrante. ¿Creemos de verdad que las encuestadoras auscultaron a esos tipos? Tengo muy claro que el escenario no es sencillo, pero sé también que del otro lado hay una banda que no puede dar tres pases seguidos y que mucha gente lo percibe. Pero, sobre todo, la forma en que los propios encuestadores explican su metodología han logrado que, por primera vez, llegue agnóstico a una elección. Eso no quiere decir que no siga pensando que el más grande movimiento de masas no marxista del mundo siga teniendo mucho que decir en la política argentina Por algo, de 11 elecciones celebradas desde la recuperación democrática, se impuso en 9. Los mejores referentes son nuestros. Como los mejores días fueron, son y serán peronistas.