Por Jorge Alemán (*)
El Nombre del Padre, es la función lógica que permite estabilizar la relación significante - significado .Gracias a esa función ingresamos al lenguaje sin tener que pasar por la experiencia de sentir a la lengua como una intrusión aluvional de significantes que se disparan o se congelan en significaciones fijas y coercitivas.
Dejando de lado el problema nominal, el nombre del padre pertenece al campo del lenguaje y a la función de la palabra, el patriarcado en cambio pertenece a un orden de opresión y dominación que logra construir, condensar y petrificar determinadas figuras históricas.Precisamente las formaciones ideológicas y fantasmáticas que consolidan al orden dominante se nutren de la relación estructuralmente fallida entre el significante y lo real en la constitución del sujeto .La eficacia de la dominación reside siempre en la condición fallida del Nombre del Padre que apenas estabiliza la significación pero no puede tapar los agujeros de lo real en lo que designamos como realidad .La realidad está estructural y ontológicamente fallada.
La hipótesis de Lacan en este punto fue señalar que la extensión del discurso de la Ciencia iba a socavar aún más el carácter fallido del Nombre del Padre .Y luego que el Capitalismo iba a producir su colapso.
Desde esta perspectiva y en este horizonte podemos situar a la ultraderecha como una formación política que se nutre del derrumbe del Nombre del Padre . Por ello no tiene más remedio que reclutar psicóticos y tener incluso al frente de sus formaciones a locos y locas . Siempre que entendamos que la locura no solo no es un déficit sino que se sabe relacionar muy bien con el Poder. Todo la escenografía autoritaria y despótica de las ultraderechas opera en la medida de qué hay miles de sujetos a los que el Nombre del Padre no los amarra a nada ni les otorga un anclaje simbólico.
Entender a la ultraderecha es pensar la Psicosis.
(*) de su muro de facebook.