Por Liliana Ottaviano

A casi un año y medio de haberse declarado el estado de pandemia por Covid -19 podemos afirmar que ésta es hoy mucho más que una catástrofe sanitaria. Como muchas veces hemos dicho, asistimos tal vez a un desastre civilizatorio sin precedentes.
Cuando referimos al acontecimiento pandémico lo hacemos pensando en todo aquello qué de la pandemia excede el proceso de salud-enfermedad-atención que se desarrolla de manera dispar en los amplios y diversos espacios geográficos de nuestro planeta.

Disparidad que está marcada por la irrupción del virus y por las diferentes respuestas que los estados nacionales han articulado, coyunturalmente, en relación a la pandemia. Esto podríamos considerarlo el texto que se escribe en un contexto de explotación planetaria y humana marcado por la fase tardía del capitalismo (postfordista y financiero) a escala mundial, lo que denominamos dispositivo neoliberal. Es imposible entender el texto por fuera del contexto de “mercados comunes”, al decir de Lacan.

Si acordamos en la breve descripción anterior, los invito a pensar e interrogarnos acerca del sentido del acontecimiento pandémico. Si bien, siguiendo a Deleuze podemos decir que el acontecimiento es el sentido.

¿Este acontecimiento podrá ser inscripto en el sentido de lo político?

Primero me interesaría compartir algo del acontecimiento en tanto desarrollo que se inscribe en el extenso campo de investigaciones filosóficas.

El acontecimiento es aquello que sucede -sobresaliendo de una sucesión de hechos por su relieve, por su fuerza, por su disrupción- produciendo una ruptura. Abre una hiancia (1) a partir de la cual se puede inscribir lo nuevo. Posibilita la invención, la innovación.

Siguiendo a Deleuze, Gabriela Camaly (2) nos dirá que cuando un acontecimiento se produce, el pasado y el presente se juzgan a partir del mismo, es decir que tiene la cualidad de afectación del tiempo que lo antecede y del tiempo posterior a su irrupción.

Si el acontecimiento instaura una nueva temporalidad y con su irrupción inscribe lo nuevo, en esta perspectiva es posible plantearlo como el instante temporal en el que se inscribe una diferencia. Al dispositivo neoliberal la pandemia le explotó en su interior, pero lejos de retroceder el capitalismo rápidamente supo qué hacer con ella. No la dejó ubicarse en un exterior que lo limite, que opere de borde, frontera o barrera a su movimiento circular, sino que la reabsorbió y la puso a producir en beneficio del propio dispositivo de control y de producción.

Si el acontecimiento instaura una nueva temporalidad, marca un corte, suspende el flujo de tiempo cronológico y el tiempo se interrumpe ¿Podemos hablar de un entretiempo a partir del cual el tiempo continúa en otro plano y es redefinido de otro modo? ¿Volveremos al tiempo-dimensión anterior, esa que muchos llaman “normalidad”? ¿La “nueva normalidad” de la que se habla, es un deseo irrefrenable de volver al tiempo anterior? ¿y si no hay vuelta atrás, y esta es la dimensión de nuestra vida a partir del acontecimiento pandémico?

El pensador esloveno, Zizek nos dice que el “acontecimiento es algo traumático que parece suceder de repente, que interrumpe el curso normal de las cosas, algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles, una apariencia que no tiene como base nada sólido. Una ruptura del curso natural de las cosas, algo inexplicable desde el saber anterior, un efecto que parece exceder sus causas…” (3)

La originalidad de todo acontecimiento resulta ser el movimiento a partir del cual lo nuevo emerge, lo no previsto irrumpe en la realidad y escapa de los límites de la historiografía, señala Esperón (4) siguiendo a Deleuze. En todo acontecimiento hay un resto no histórico, que excede los límites discursivos, resultando inaprensible por el lenguaje.

Esta forma de aproximarse a la idea de acontecimiento encuentra cierta cercanía con la forma que toma lo real lacaniano. Esta pandemia se corresponde a lo real lacaniano, lo que queda por fuera del proceso de simbolización, lo que no cesa de no inscribirse en el registro simbólico ni en el imaginario. Este real pandémico aparece como un fuera de sentido, irrepresentable, difícil de cernir.

Deleuze dirá que el acontecimiento es el sentido mismo y que por eso no hay que preguntarse acerca del sentido del mismo.

¿y si el acontecimiento pandémico es el sentido de nuestro tiempo-espacio, es decir de nuestra época?

No habrá un único sentido sino una pluralidad de sentidos. Una constelación de sentidos. “En definitiva, todo acontecimiento tiene múltiples sentidos porque el acontecimiento es el sentido mismo que diferencia activamente… Cuando se habla de ‘acontecimiento’ hay que pensar en una multiplicidad de fuerzas. Los acontecimientos no se caracterizan por su duración sino por los efectos o múltiples sentidos que generan”. (5)

¿Es posible que el acontecimiento pandémico se transforme en un acontecimiento político instituyente de una nueva forma de relación de los sujetos entre sí y con el planeta que habitamos?

De las derivas neofascistas de las nuevas derechas ya nos hemos ocupado en otros artículos. ¿Habrá una forma de oponer a esta deriva otra que articule con la idea laclausiana de pueblo que se enmarque en un proyecto emancipatorio?

Si al decir de Jorge Alemán, en toda apuesta se juega el deseo, vale decir, la vida, tal vez esta sea nuestra manera de habitar en este tiempo. Sostener el empuje del deseo, apostar una y otra vez al amor por lo Común.

Amor y Común términos que cortocircuitan el (pseudo) discurso capitalista, ya que posibilitan la construcción de lazos sociales que en última instancia operan como frenos al circuito ilimitado del capitalismo financiero. En este punto algo se constituye como un resto que se escapa de la circularidad del discurso capitalista, y en ese resto radica nuestra esperanza y asienta la resistencia de la humanidad.

"En esas desveladas noches de las que te hablo, pienso, también, en el intransferible y perpetuo aprendizaje de los revolucionarios: perder, resistir. Perder, resistir. Y resistir. Y no confundir lo real con la verdad". (6)



[1] Lacan usa la palabra “hiancia” para referirse a distintas nociones. Por ejemplo, en un principio, habla de una “hiancia interrogativa”, que se experimenta en la locura, cuando el sujeto queda perplejo por los fenómenos que sufre (como las alucinaciones). Más tarde, el término va a referirse a la ruptura primordial que hay entre el hombre y la naturaleza. (Seballos, A.: El papel de la hiancia lacaniana. http://www.analysefreudienne.net/es/2015/01/28/andres-j-seballos-v-el-papel-de-la-hiancia-lacaniana-en-el-desarrollo-de-la-literatura/

[2] Camaly, G. El acontecimiento crea el tiempo. Acontecimiento y tiempo en la experiencia analítica. En Acontecimientos. ¿El psicoanálisis cambia? ¿Qué es lo nuevo? Ed. Grama. 2020.

[3] Zizek, S.: “Acontecimiento”. Disponible en https://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/adelanto_acontecimiento.pdf

[4] Esperón, J.: “Pensar el acontecimiento a partir de la filosofía de Deleuze. Disponible en https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/86027

[5] Esperón. Ob. Cit.

[6] Rivera, a. “la Revolución es un sueño eterno”. Editorial Booket. 2012