El concepto de anomia suele usualmente designarse para aludir a ciertos estados de inexistencia de normas en un determinado contexto histórico y social. De allí se ha asociado, inicialmente, que esta inexistencia de normas potencia la posibilidad de que se produzcan y reproduzcan conductas deviadas.
La idea de anomia surge con Durkheim, en el marco del nuevo paradigma mundial que se deriva de la revolución francesa de 1789, la industrialización, la estructura social del nuevo capitalismo, el ascenso de la burguesía como nueva clase dominante y la aparición consecuente del proletariado.

Este contexto hacía tambalear el viejo orden y las “inseguridades” y los “miedos” de la modernidad acechaban la escala de valores, la cultura y el sistema de creencia que hasta entonces había disciplinado al conjunto social.
De este problema se ocupó, precisamente, Durkheim, con su obra “La división del trabajo social”, creando sus concepciones ya conocidas de solidaridad orgánica y mecánica.
Durkheim piensa que la anomie surge porque la división del trabajo no produce contactos lo bastante eficaces entre sus miembros ni regulaciones adecuadas de las relaciones sociales.
Cree que los suicidios provocados por una situación de anomie eran por tanto consecuencia del fracaso de los frenos sociales en lo que podría llamarse ambiciones demasiado presuntuosas (“El suicidio”, 1857).
Mientras que Durkheim limitaba su aplicación de la anomie principalmente al suicidio, Merton trataba de explicar no solo el suicidio, sino también el crimen, la delicuencia, los desordenes mentales, el alcoholismo...Para él, la conducta desviada incluye al exageradamente conformista, al extremista, al revolucionario, al virtuoso burocrático etc...
Según Merton, las estructuras sociales ejercen una presión definida sobre ciertas personas en la sociedad induciéndolas a una conducta de rebeldía antes que de conformidad.
A diferencia de Durkheim, Merton no consideraba la naturaleza biológica del ser humana como importante para explicar la desviación.
Al explicar la anomie y la conducta desviada, Merton enfocaba no al individuo, sino el orden social. Postulaba una dicotomía entre las metas culturales y los medios institucionales para lograr esas metas. Cualquier meta cultural muy apreciada en una sociedad, es probable que afecte los medios institucionalizados. Un equilibrio eficiente entre estas dos fases suele mantenerse mientras los individuos obtengan satisfacciones conformándose tanto con las metas culturales como con los medios institucionalizados.
La definición de Merton hace hincapié en el desequilibrio entre las metas culturales y las normas institucionales en una sociedad. Concibe la anomie como un derrumbe de la estructura cultural que acaece sobre todo cuando existe una discrepancia aguda entre las normas y metas culturales y las capacidades sociales estructurales de los miembros del grupo de obrar en concordancia con aquellas.
La relación entre anomie y estructura social puede resumirse como:
1-Exposición a la meta cultural y normas que regulan la conducta orientada hacia la meta.
2-Aceptación de la meta o norma como mandatos morales y valores internalizados.
3-Accesibilidad relativa de la meta: las posibilidades de vida en la estructura de oportunidades.
4-El grado de discrepancia, entre la meta aceptada y su accesibilidad.
5-El grado de anomie
6-Las tasas de conducta desviada de los distintos tipos manifestada en la topología de los modos de adaptación.
La conducta desviada sobreviene en gran escala solo cuando un sistema de valores culturales ensalza virtualmente por encima de todas las demás metas de éxito comunes para la población en general, mientras que la estructura social restringe con vigor u obstruye por completo el acceso a los modos aprobados de alcanzar esas metas para una parte considerable de aquella misma población.
Según Merton existen cinco tipos de adaptaciones a una situación en que los medios legítimos para alcanzar una meta son inalcanzables para ella:
1-Conformismo. El individuo comparte los medios y los fines socialmente aceptados.
2-Ritualismo: consiste en abandonar las metas del éxito y de la rápida movilidad social hasta un punto en que podemos satisfacer nuestras aspiraciones. La persona comparte los medios pero no se motiva con los objetivos de éxito económico y ascenso social.
3-Rebelión: donde se encuentran las posturas no conformistas con los fines mayoritariamente aceptados, que proclaman que es posible vivir la vida con arreglo a fines y valores no individualistas como los que propone el capitalismo estadounidense. Merton cree ver allí el germen de conductas revolucionarias o rebeldes.
4-La innovación: la persona comparte los fines pero no recorre los mismos caminos sacrificales. Por ende, “corta camino” y en vez de medios lícitos utiliza medios “eficaces”. Buena parte de la conducta delictiva se explica en base a este tipo de respuestas a los problemas de ajuste.
5-Apatía: es el rechazo tanto a las metas culturales como de los medios institucionales. El individuo se encuentra frustado. No renuncia a la meta del éxito pero adopta mecanismos de escape, tales como el derrotismo, el quietismo etc. Se da en los individuos alcohólicos, en los vagabundos, etc.

En síntesis, podríamos señalar que Robert Merton (1910-2004), en su recordado artículo "Anomia y estructura social" (19389, inaugura una de las teorías más importantes de las tradiciones intelectuales funcionalistas, cuya vigencia permaneció intacta mientras se mantuvo en pie el paradigma del “buen capitalismo”. Basta con observar de qué manera los gobiernos de Kennedy y Johnson ( aún en la década de los 60'), intentaban aplicar las estrategias de política criminal sugeridas por Merton en la lucha contra la criminalidad en los barrios estadounidenses marginales, a partir de la mejora de las oportunidades de los jóvenes postergados.
Pese a que a partir de esa época la teoría de la anomia fue puesta en crisis por los teóricos del control, muchos de sus postulados, actualizados, permiten el diseño de alternativas actuales contra la criminalidad convencional.
Para Merton, la anomia no significa tanto, "ausencia de normas" sino que, en las sociedades anómicas, "junto con la presión que las personas reciben para obedecer las normas, reciben otras tendientes a desobedecerlas”.
Estas presiones sobrevienen de una excesiva importancia asignada a los fines socialmente valorados, que en EEUU se resumen en el éxito económico y el "sueño americano".
Se trata de "un desequilibro entre fines (metas) y medios". La desproporcionada importancia que una sociedad confiere a ciertos fines, hace que en la búsqueda colectiva de los mismos, algunos sujetos que carecen de la posibilidad de acceder a los mismos por medios lícitos, apelen a medios ilícitos para alcanzarlos. Si bien Merton elabora su teoría tomando como base la sociedad americana, muchas de sus ideas son enteramente aplicables a otras sociedades occidentales donde el capitalismo inclusivo -sobre todo de posguerra- produjo fenómenos masivos de inclusión social y pleno empleo. La Argentina, por cierto, no es una excepción: “Mi hijo el doctor” y “Sociología de la clase media argentina”, de Julio Mafud, dan cuenta de la aplicabilidad de estas postulaciones a nuestro medio.
Características de una sociedad anómica:
a. desequilibrio cultural entre fines y medios: en sociedades anómicas como la estadounidense, los canales de socialización (la flia, los pares, la escuela, los medios de comunicación) son medios que transmiten "los mismos valores", que se resumen en el éxito económico (esfuerzo y ascenso social). Por tanto, las personas que no comulgan con estos valores son socialmente desvaloradas o despreciadas. Por lo tanto, en esa búsqueda desesperada de status, las personas menos favorecidas socialmente comienzan a buscar el éxito no por "medios lícitos" sino por "medios eficaces". Aquí nacen las conductas desviadas.
b. Universalismo en la definición de los fines: la estructura cultural no limita el logro de los fines a unos pocos, sino que los extiende a todos, incluso a aquellos más desfavorecidos que participan de esta escala de valores (el sueño americano).
c. Desigualdad de oportunidades.
En definitiva, una sociedad anómica produce una tensión sobre muchos ciudadanos cuando la estructura cultural (superestructura) induce a plantearse altas aspiraciones y, en cambio, la estructura económica y social limita a ciertos grupos, solamente, las oportunidades lícitas de alcanzar esas metas tan elevadas.
El modelo teórico de Merton presupone que una parte de los ciudadanos asumirán ese este mensaje de éxito, pese a sus limitadas posibilidades de alcanzarlo, debido justamente a que en ese medio cultural, la mayoría de la gente tiende a identificarse no con la mayoría que no logra esas metas sino con la minoría que sí lo logra. Del juego combinado de esos dos factores (fines y medios, o metas y oportunidades) concluye que la presión anómica será especialmente sentida por aquellas personas de clase baja. Al asumir que las “altas aspiraciones” son una de las fuentes de la presión anómica, Merton está desarrollando una idea que anteriormente había utilizado Durkheim para explicar las tasas de suicidio en la sociedad europea del siglo XIX. La diferencia es que las “altas aspiraciones” en Durkheim se originan en el instinto biológico de la persona, son naturales y se registran especialmente en momentos de crisis en que las mismas no son reguladas socialmente, para Merton son inducidas culturalmente y son permanentes.

Respuesta a los problemas de ajuste
Formas de adaptación fines medios lícitos
Conformidad (+) (+)
Innovación (+) (-)
Ritualismo (-) (+)
Apatía (-) (-)
Rebelión (-+) (-+)
Planteos de política Criminal: la Teoría de la anomia coincide que, para bajar los indicadores de criminalidad debe estarse a una doble posibilidad. O bien se incide desde el estado en la estructura cultural para que las personas rebajen sus aspiraciones (y aprendan a vivir con apego a otros códigos que no incluyan el american way of life, por ejemplo el desarrollo de actividades solidarias), o bien se incide en la estructura social para que las personas aumenten sus oportunidades. Los planes de “lucha contra la pobreza” y de “movilización de la juventud”, llevadas a cabo por Kennedy y Jonson, están influidas por estas ideas, que a su vez adoptan muchas tesituras de la Escuela de Chicago: tratan de organizar políticamente el barrio como premisa para la prevención del delito, a la vez que intentan mejorar las oportunidades educativas y de trabajo de los jóvenes.

Estrategias de Política criminal:
· Evitar el deterioro físico: Un barrio organizado se caracteriza porque la gente (convencional) que lo habita no quiere abndonarlo. Para que los habitantes del barrio no deseen abandonarlo, éste no debe aparecer como deteriorado. Ello reclama un tipo de intervención dirigido a la rehabilitación de viviendas y espacios comunes, para que la gente perciba que el barrio está en un proceso de mejora (Sampson, 1925). La inversión en tales áreas no sólo deberá detener el proceso de abandono sino que también debe tratar de favorecer el traslado de personas de clase media a tales áreas.
· Evitar la homegeización social: En los barrios denominados “mixtos”, donde junto a gente marginal convive gente trabajadora y de clase media, las primeras tienen más oportunidades de asumir valores convencionales y de acceder al trabajo y a la cultura del trabajo. Se debe tratar de evitar intervenciones de los poderes públicos dirigidas concentrar a personas en situación de marginación social en determinados espacios de la ciudad.
· Ayudar a las personas más carenciadas: Los poderes públicos deben intervenir para proteger socialmente y para dar oportunidades de formación a las personas en condiciones de pobreza, pero evitando la dádiva y/o el clientelismo, sino apuntando a que esa ayuda coadyuve a que esa gente reasuma valores convencionales de clase media o trabajadora.
· Fomentar el asociacionismo: En la medida en que aumentan las estructuras de relación en el barrio, en especial las que vinculan a personas adultas y jóvenes, se genera mayor nivel de cohesión social, produciendo mayor transmisión de valores convencionales y mejorando el nivel de control informal.
· Operar con políticas de índole social sobre un colectivo en riesgo y no a través de terapias individuales.
· Incrementar la vigilancia. Las anteriores medidas de prevención social deben ir acompañadas de medidas de prevención situacional, incrementando el nivel de vigilancia de los puntos negros de la delincuencia, evitando que el lugar aparezca a los potenciales delincuentes como de “bajo control”.

Bibliografía utilizada:

García Pablos de Molina, Antonio: "Tratado de Criminología", Editorial Tirant Lo Blanch, 1999.

Larrauri, Elena; Cid, José: "Teorías Criminológicas", Editorial Bosch, 2001.
Mafud, Julio: "Sociología de la clase media argentina".

Aguirre, Eduardo luis: "Ensayo de criminología crítica argentina".