Por Eduardo Luis Aguirre

Cuando me contaron lo que le había dicho nuestro Presidente a Pedro Sánchez pensé que parodiaba a Macri. Pero no. Lamentablemente repetía el mismo disparate racista de que los argentinos descendemos de los barcos. Macri lo había dicho en Davos, con similar convicción e ignorancia, en enero de 2018, sólo que había conglobado en esa condición a todos los sudamericanos.

Lo de Alberto Fernández no se comprende. Si el tema era fundar en clave geopolítica nuestra hermandad con España, por qué no decirles, como de Sousa Santos, que ellos también son del Sur? Solo que son europeos del Sur. Y no espetar esta banalidad que circula entre el gorilaje que ignora que, pese al genocidio de los pueblos originarios, aproximadamente el 55% de los argentinos tiene sangre indígena. ¿De veras piensa Usted que no hay afrodescendientes en la Argentina? Insisto: el progresismo se va transformando en un problema en sí mismo, por primera vez en la historia. Historia que ignoran olímpicamente nuestros mandatarios porteñocéntricos. Acercarle a un presidente peronista un libro de Jorge Abelardo Ramos, de Pepe Rosa, de Arturo Jauretche, de Blas Manuel Alberti, de Fermín Chávez o de John William Cooke se ha convertido en un imperativo categórico, para que no siga pensando el mundo con cabeza mitrista. Y esto no es un detalle subalterno. La política internacional necesariamente debe hacer pie en la historia. Y evidentemente estos exabruptos dan cuenta de que es demasiado lo que Fernández ignora. Tanto, que termina coincidiendo con Macri sobre un aspecto nodal, crucial, fundacional, quizás uno de los más importantes respecto de los que tenemos que ponernos claramente de acuerdo. Este progresismo portuario, después de 200 años, adquiere una ontología política propia. La jerga menor de Macri le sirvió, entre otras cosas, para radicalizar el racismo. Para propagar y legitimar la muerte y la persecución a nuestros hermanos, los indios y a sus descendientes que son los que más han sufrido este trayecto epocal de colonialidad y dominación. Pero este brulote del actual Presidente decepciona, desconcierta, abate, molesta. Es claro que escribo desde la más sanguínea indignación. Notarán nuestros lectores que no me interesa analizar ningún otro tramo del discurso. Creo que esta sensación está absolutamente justificada. Por una postura boba, ofensiva, profundamente errónea. Señor Fernández: España va a poner fin a su perspectiva colonial cuando admita que no hubo "reconquista" alguna en 1492. Simplemente porque la península era entonces un territorio ocupado durante 800 años por árabes que hasta tenían allí sus propios califatos. Por árabes y judíos que fueron expulsados por la corona española una vez que España se unificó. Lo que hicieron los reyes de Castilla y Aragón fue conquistar y no reconquistar. Y luego escribir la historia falsa de esa reconquista que nunca existió como no existía España 800 años antes de aquel impresionante año 1492. Como ve, ellos también tienen que saldar cuentas con la colonialidad. Pero no se haga cargo Usted de tantos yerros. En el siglo XVI, De las Casas y Sepúlveda llevaron a cabo un inolvidable debate ¿Sabe Usted qué discutían? Si los habitantes originarios de este suelo tenían alma. Pero a nadie se le ocurrió discutir la condición originaria de nuestros ancestros. Y esto no es todo. Lo peor es que Usted cree que somos europeos varados en Abya Yala. Pero ocurre que nuestros prohombres esperaban europeos del norte. Lo que querían nuestros "padres fundadores" racistas del siglo XIX era la llegada de la industriosa europa blanca, a cuyo cargo quedaría la erradicación de la barbarie. Lea a Samiento, Señor Presidente. Tal vez así comprenda la vigencia dramática del antagonismo civilización y barbarie. Es imposible gobernar un país si no se entiende el mundo. El mundo y su historia.

https://twitter.com/i/status/1402660354186952710