Por Pablo Guadarrama González (*)
El origen latino de este término –lo cual no significa desconocer que otros pueblos de la antigüedad hayan elaborado también de manera independiente ideas propias sobre la cultura- indica que se identificaba con el mejoramiento o el cultivo de algo favorable, desde la agricultura hasta la "acción de hacer la corte", y se vinculaba a lo progresado, cuidado, adornado, refinado, lujoso desde las maneras de vestir o el ejercicio corporal hasta la vida espiritual, religiosa, literaria, artística, etc. Estaba referido a actividades exclusivamente humanas y no propias del mundo animal, pero no toda acción del hombre - aunque necesariamente fuese social- era considerada culta porque esta última condición presupone poseyese algún valor.
Generalmente ha prevalecido la concepción con carga axiológica de orden positivo sobre toda acción culta al proponerse producir un resultado satisfactorio y acorde con las necesidades del hombre, aun cuando no siempre lo logre.
Con la ilustración disminuye el carácter aristocrático que hasta el Renacimiento había tenido la idea de cultura como sabiduría de doctos, se revelará su carácter contradictorio (Rousseau), se insistirá en su distanciamiento de la naturaleza (Kant) y se identificará como civilización e instrumento gestor de la modernidad. En el pensamiento latinoamericano se articulará al impulso desalienador de la emancipación (Bolívar), la solidaridad (San Martín, O’Higgins), la educación (Bello) y dignificación de estos pueblos (Martí) insistiéndose en la necesidad de la revalorización de los valores propios (Rodó, Vasconcelos) frente al eurocentrismo.
Investigaciones antropológicas contemporáneas extenderán su concepción a la totalidad de conocimientos, creencias, arte, moral, costumbres, capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad sin gran distinción axiológica que diferencie los propiamente culturales de todos los productos sociales.
La etolología amplió el radio conceptual de la cultura a todo tipo de intercambio de información que se realice por aprendizaje social entre individuos - humanos o no- de una misma especie.
Toda cultura presupone mejoramiento ejercido por algún dominio en su sentido más amplio, ya sea desde las relaciones productivas, consumo, supervivencia, defensa, reproducción, hasta las recreativas, lúdicas y de ocio. Tal dominio no debe ser interpretado como acción coercitiva sino como actividad ejercida libremente desde la más contemplativa hasta el ejercicio mental o físico más esforzado.
Una acción culta es aquella que de algún modo presupone concientemente un conocimiento de los efectos posibles de la misma, aun cuando no se tenga la explicación integral de todas sus reales causas. Dejar a la espontaneidad de las concatenaciones la acción no concebida plenamente con responsabilidad es índice de alguna reminiscencia de incultura.
Solo una acción libre en la sociedad -cualquiera que sean los parámetros que la circunscriban-, que parta del presupuesto del conocimiento y dominio de sus posibles repercusiones debe ser considerada propiamente culta. Aquella praxis cuyo objetivo final esté dirigido al perfeccionamiento de la sociedad, a incidir progresivamente en el mejoramiento del orden natural y social existente, -aun cuando sus resultados puedan ser contraproducentes- debe ser concebida como culta. La cultura puede considerarse como el aprovechamiento social de la inteligencia humana (García Márquez).
La mayoría de las teorías culturoIógicas se han desarrollado por lo general en los polos metodológicos del naturalismo y el racionalismo, bien con la absolutización de las necesidades "materiales" del hombre o bien con la reducción de lo cultural a la esfera de la cultura espiritual exclusivamente. Una posible definición integradora debe considerarla como el grado de dominación por el hombre de las condiciones de vida de su ser, de su modo histórico concreto de existencia, lo cual implica de igual modo el control sobre su conciencia y toda su actividad espiritual, posibilitándole mayor grado de libertad y beneficio a su comunidad.
El hombre en su perenne evolución biológica y social tendrá en el perfeccionamiento de la cultura uno de los requisitos indispensables para su realización y para la consecución de relaciones más armónicas entre la naturaleza y la sociedad. Si desaprovecha esa oportunidad que le ofrece la cultura, el resultado será fatal tanto para una como para la otra. No es paradójico en afirmar que la cultura salvará al mundo, si el mundo sabe salvar la cultura.
Bibliografía:
Carutti, E., Garreta,, J. M., López, D.A. y otros. El concepto de cultura. Universidad Nacional de Salta. 1975.
García Canclini, N. Culturas híbridas. Estrategias para salir de la modernidad. Grijalbo México. 1992.
Guadarrama, P. y N. Pereliguin. Lo universal y lo específico en la cultura. Editorial Ciencias Sociales. La Habana .1989; UNINCCA Bogotá. 1998.
Ramírez, M. T. (Coordinador) Filosofía de la cultura. Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo. Morelia. 1995.
[*] Pablo Guadarrama González. Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Santa Clara. Cuba.