Por Eduardo Luis Aguirre



Durante los enfrentamientos entre los pueblos originarios de mesoamérica y los conquistadores españoles, los europeos irrumpían con una religión que aspiraba a ser global y con armas de fuego letales para la época. Los indígenas usaban máscaras con las que creían asustar a los invasores. El resultado de la contienda es conocido por todos. Siempre los imperios pudieron imponerse con la utilización de una técnica más desarrollada, retóricas y creencias con pretensión hegemónica. Pasaron desde aquel entonces varios siglos. Las contiendas y los conflictos actuales se sustancian de manera muy diferente pero siempre la relación de fuerzas políticas y tecnológicas continuó siendo un factor decisivo en su resultado.



Nuestra izquierda, el progresismo supérstite de escaso calado, no ha conseguido trascender ni el marco agitativo ni el consignismo testimonial. Leo una noticia donde se informa que, en nuestro propio medio, un conjunto de artistas, escritores, músicos y demás han decidido llevar a cabo un enclave que concite a esos colectivos en actividades pensadas como "un desagravio contra la brutal política vende patria del gobierno actual que, regido por los más oscuros intereses, pretende ceder a los especuladores de turno y a las multinacionales extranjeras nuestro patrimonio natural y reservas ecológicas. Mediante un extractivismo sin control se arrasan bosques y se envenenan ríos, destruyendo así el porvenir de nuestro suelo". La iniciativa, al parecer, tiene carácter nacional. La consigna transcripta, como nuevas máscaras, bien podría haber sido escrita y leída desde hace al menos siete décadas por cualquiera de las izquierdas en vísperas inexorable de colapso mundial. Analicemos un escrito de Victorio Codovilla (https://www.cedinpe.unsam.edu.ar/content/codovilla-victorio-nuestro-camino-desemboca-en-la-victoria-escritos-y-discursos-de-victorio) donde las retóricas se emulan en una extraña analogía. O evoquemos de qué manera, a principios de la segunda posguerra, una expresión trotskista, el Posadismo, pensaba que estaba próxima una tercera guerra mundial, reiteraba categorías tales como intereses, especuladores, multinacionales, etc. Y esperaba la llegada de seres de otro planeta que, al poseer un cociente intelectual superior, iban a volcarse necesariamente a favor de la revolución socialista. No comparo, pero no puedo dejar de advertir los estilos extraños que atraviesan las épocas con pancartas análogas.

Ahora bien ¿por qué no nos preguntamos qué hacen en este mismo momento los militantes ultraconservadores del libertarismo? Escojo dos actividades que marcarán diferencias rotundas en el presente y el futuro político del país. La primera de ellas consiste al parecer en comprar entre muchos y muchas acciones del diario Clarín y Perfil, para asegurarse o al menos influir para que la línea política de ambos medios reproduzca la cosmogonía de la secta. Materialidad y armamento de fuego puro. La segunda actividad es más trabajosa todavía. Se trata de la realización de estudios etnográficos en tiempo real, tratando de asegurar que no habrá recalentamiento de la calle, en parte por la política desplegada por el propio gobierno, y que además de eso la gobernabilidad no corre riesgo cierto. Otra exhibición que da cuenta de quién posee los fierros, entendidos en este caso como ejercicio inteligente de la política. El portal Cenital detalla que los estudios de la Casa Rosada logran establecer a quiénes fustiga el plan y para eso recoge que e clima en los barrios es mucho menos convulsionado que lo que indica la macroeconomía. Milei lo planteó en la reunión con senadores de hace 10 días: “Por el ajuste que hicimos, la calle debería estar muy complicada y no está. Eso es porque frenamos la inflación que es lo que más daño le hace a los sectores bajos”.

"Un jefe del conurbano, declarado anti Milei, lo explicó a Cenital de un modo brutal. “El Gobierno aumentó mucho la AUH y la Tarjeta Alimentar. Eso ayuda a zafar a los sectores más bajos. El tarifazo no pega, porque en las villas no pagan tarifas. Y el aumento del transporte impacta menos, porque no todos lo usan”. Aumentó, asegura, la demanda de alimentos y de trabajo en los municipios, pero no hay tensión crítica". Ninguna de las dos herramientas son imposibles de llevar a cabo, poseen una potencialidad esclarecedora y nos proporcionan pautas respecto de lo que decimos y a quiénes le hablamos. Nada más y nada menos. Lamentablemente, creo que las liturgias y la pereza intelectual son excelentes recursos para quienes hemos decidido continuar en la modelación del barro de las mascarillas.