Por Marcelo Barros (*)

Si he de creer en los datos oficiales, el votante promedio del Sr. Milei no responde al perfil de Micky Vainilla. Si bien su electorado es variopinto, hay un predominio de jóvenes y de pobres.

Tal vez el estallido social tan temido ya empezó a ocurrir, sólo que en lugar de saquear supermercados muchos votaron a quien promete dinamitar el estado. Eso puede sorprendernos, porque pensamos que esas personas van a perder derechos. Pero quizás ellas sienten -no sin razón- que ya los han perdido. Eso me comentaba ayer una colega con largos años de militancia y gestión. Los sujetos se tornan peligrosamente impredecibles cuando no tienen nada que perder, ya se trate de una sensación o una realidad. En cuanto a los derechos de las minorías, por demás atendibles, es lo más probable que estas mayorías minorizadas se hayan sentido mucho más invisibles que aquellas. Ahora irrumpen como trueno. Tal vez se perdió de vista -yo diría que nunca se vio- que la "generación diezmada" no es la de los años 70, sino ésta, la actual, la de los jóvenes que sienten roto el futuro. El helicóptero tan temido ya partió. O da lo mismo si vuela o no: el Presidente no está. ¿Es éste el triunfo de la anti-política? ¿O es el hartazgo que ha generado una manera de hacer política? Pueden ser ambas cosas. El Sr. Milei tiene una ideología, pero tal vez sus entusiastas carecen de ella y, además, no la necesitan. Tal vez están cansados de narrativas. No porque los enunciados sean falsos, sino porque las enunciaciones los han degradado. Dicen que los mueve el odio. Puede ser. Pero las acciones suelen estar sobre determinadas y es probable que no sea ése el único motor. En cualquier caso, es inconducente enojarse con esas personas que ejercieron un derecho. ¿Dirán los progresistas que son gente "ignorante", como hicieron los gorilas con el pueblo peronista desde siempre? Claro que son ignorantes. Sólo que los demás también lo son, sobre todo si encuentran una brusca satisfacción en sus juicios. Esto no es un análisis, ni una lectura. Es la vana catarsis de un perejil jurásico. Dejo el análisis serio a nuestros intelectuales de la República de Weimar.

(*) Docente del Instituto Clínico de Buenos Aires, y de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Nacional de San Martín. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.