Por Lidia Ferrari (*)

 


Uno de los síntomas de este mundo neoliberal, uno de los tantos, es la soledad. En la crónica cotidiana en Europa y Estados Unidos se encuentran después de meses y años ancianos muertos en sus casas, sin que nadie lo advirtiera. En Nueva York un hombre joven sin casa gritaba en el subte que no poseía nada, que no tenía para comer y un hombre blanco lo mata asfixiándolo, sin ser detenido. Desembarcan en Italia cientos y miles de desesperados y tanta gente protesta si los asisten, los consideran sus enemigos, desean que no existan. Hay un problema grave de la tasa de natalidad en Europa. El gobierno de derechas de Meloni al tiempo que habla de natalidad, un ministro suyo dice que hay que evitar la ‘sustitución étnica’ (sic) al mejor estilo nazi, como si hubiera una raza italiana. Es el mismo gobierno que desarma todas las formas de asistencia social y de reformas económicas que ayudarían a las familias a tener hijos. En este contexto, hay negocios de ropas, heladerías y sastrerías exclusivos para perros. Y las calles se llenan de gente con mascotas perrunas -hasta he visto gente que sale a pasear a su gato como si fuera un perrito-. Se encuentran y charlan de sus ‘’hijos’. Los niños no parecen concitar el entusiasmo de las mascotas. En este contexto el Papa Francisco comentó lo siguiente:



“Hace dos semanas, mi secretario estaba en la plaza y venía una mamá con un cochecito. Él, un sacerdote tierno, se acercó para bendecir al bebé... ¡y era un perrito!”. “Hace quince días, en la Audiencia de los miércoles, yo iba a saludar, y llegué ante una señora, de unos cincuenta años más o menos; saludé a la señora y ella abrió una bolsa y me dijo: ‘Bendígamelo, mi bebé’: ¡un perrito! Ahí no tuve paciencia y regañé a la señora: '¡Señora, tantos niños tienen hambre, y usted con el perrito!’”, relató el Pontífice.”



Se desató en Italia -donde el papa Francisco goza/gozaba de bastante popularidad- un ataque inusitado contra su alma desalmada que se negó a bendecir al hijo de la señora. Las organizaciones animalistas disparan al pontífice. La propaganda contra el Papa que está por la Paz, los inmigrantes, los desvalidos es colosal. Y personas que lo admiraban juzgan su alma desalmada.

Es imposible ir contra el sentido común que se ha convertido en hegemónico acerca de cierta relación contemporánea con las mascotas. Puede tratarse de un síntoma del discernimiento (demasiado tarde) de que el ser humano ha hecho añicos la naturaleza y ha destruido la diversidad biológica. No considero que este síntoma por el cual las mascotas ocupan el lugar de hijos, sean gestos que hablen de una toma de consciencia de que somos todos seres vivientes y que debemos protegerlos. Considero que se trata de un síntoma de la soledad en la cual se vive, de la necesidad de afecto por una socialidad que está desapareciendo, al tiempo que prevalece el desprecio por otros seres humanos en estado de fragilidad.

Amo a las mascotas. Pero ese tipo de protagonismo exagerado en la vida de las personas no habla de ellas, las mascotas, a las que debemos cuidar y amar, sino de cierto narcisismo. Lo que dijo el Papa es una interpretación de este orden de cosas. Muchas personas no muestran piedad o interés por seres humanos. No les interesan. Está de moda el alquiler de vientres para tener hijos propios, del modo que sea, y no está de moda adoptar niños abandonados, por ejemplo. Se trata de un narcisismo sintomatológicamente generalizado en nuestras sociedades ‘avanzadas’ que están devastadas en términos de socialización. Lo que hizo el Papa fue interpretar a estas personas que intempestivamente presentan a su perrito como su hijo. No es válida la crítica de que habría allí una discriminación entre seres humanos y animales. Está diciendo que hay algún problema si los vemos y los tratamos como los hijos que no son.

Lo que dice el Papa y esto que estoy escribiendo, no es anti animalista. Leerlo de esa manera es no querer leer/escuchar lo que se dice. Con este tratamiento a los animales lo que se manifiesta es un radical antropocentrismo, porque se trata a los animales no en su dignidad animal sino como prolongación de lo humano. El tratamiento antropocéntrico de los animales no les hace bien a ellos, tampoco. Estamos todos de acuerdo en la necesidad de protegerlos, de amarlos, de cuidarlos. Adoptar a los animales abandonados es parte de ese reconocimiento del derecho de los animales. Pero tratarlos como lo que no son, es diferente. Debemos tomar nota de que se trata de una sintomatología de la sociedad que sufre de una conjunción fatal entre soledad e individualismo.



Por otro lado, los memes que se están viralizando en abierta crítica al Papa emergen como hongos precisamente cuando Zelensky rechazó la mediación de Francisco para la paz entre Ucrania y Rusia. Zelensky le dijo al Pontífice que una negociación se haría sólo bajo sus condiciones, lo que es absurdo en toda negociación. O sea, ninguna tratativa de paz. El monopolio narrativo occidental precisa desmerecer a este Papa que está en serio por la Paz, en medio de una carrera por ver quién es más amigo de Zelenzky y Biden entre los dirigentes europeos. Y Meloni sale favorecida cuando prometió a Zelensky todo su apoyo militar a Ucrania. ‘Hasta la victoria’, le dijo. Le faltó decir, siempre.

(*) Psicoanalista y escritora.