Por Lidia Ferrari (*)

 

Pasolini construyó su poema Profecía prediciendo un futuro que es nuestro presente. Nuestra corta y finita vida -además de la estúpida vanidad narcisista de creernos únicos- impide ver el recorrido de millones de años de una especie migrante que partió de Africa y colonizó todo el planeta. Una carencia de Estadistas en serio, de esos que piensan a largo plazo, impide ver que el fenómeno migratorio no es un problema sino una solución para la cultura humana. Estos estadistas de pacotilla creen en sus vallas, en sus muros, en sus aduanas. Creen que pueden detener el movimiento del mundo y el flujo de la vida con fronteras y mapas catastrales. Si fueran astutos – quizás hasta cínicos- abrirían las puertas a los inmigrantes porque traerían vida al geriátrico de Europa.

Pretenden implementar políticas de incentivo a la natalidad, cuando ya no hay casi jóvenes en edad de reproducirse. Son los inmigrantes los que transforman y enriquecen el paisaje humano. En verdad, lo saben muy bien con sus estadísticas. La caída de las tasas de natalidad es inevitable pues las potenciales madres son ya numéricamente tan reducidas de imposibilitar una recuperación de las ‘tasas’ de natalidad. Se prevé, a este paso y a pesar de la inmigración existente, que Alemania en el 2060 pierda casi veinte millones de habitantes. Pero la migración sucede, como sucedió desde siempre, a pesar de vallas y aduanas. Un costo de las vallas y de los muros es que envilece la migración. Lo que puede ser un factor de prosperidad lo convierten en una desgracia. Poetas, como Pasolini, nos señalan el camino que, más temprano que tarde, señalará la inevitable mestización del mundo, esa que nunca se detuvo. A menos que, para evitar esta contemporánea oleada de mestizaje, prefieran extinguir la especie.



“… y antes de llegar a París

para enseñarles el goce de vivir,

antes de llegar a Londres

para enseñarles a ser libres,

antes de llegar a Nueva York

para enseñarles cómo ser hermanos…”



fragmento de Profecía, Pier Paolo Pasolini

 

(*) Psicoanalista y escritora.