En la Argentina, pese a que la Ley de Salud Mental Nº 26657 tiene más de un lustro de vigencia, se calcula que más de 22.000 personas siguen privadas de libertad en establecimientos monovalentes, la mayoría de ellos en condiciones de flagrante violación de sus Derechos Humanos fundamentales. . Esa cifra, no obstante, no incluiría geriátricos, casas de familia adaptadas ad-hoc para la recepción de pacientes de máxima vulnerabilidad, ni tampoco las famosas  comunidades terapéuticas, granjas y/u ONG´s que en muchos casos encubren jugosos negocios realizados a costa de las vergonzosas condiciones de alojamiento y contención de personas jóvenes con padecimientos mentales, muchas de ellas adictos, con o sin “conflictos con la ley penal”.

Envalentonados por el clima de época, que presagia más y mayores violaciones a derechos de niños y niñas, los propietarios filantrópicos de estos ámbitos de enclaustramiento reciben víctimas provenientes de todo el país, extraditados de sus provincias que, por razones difíciles de explicar,  se han desentendido de la construcción de dispositivos acordes desde hace décadas.

En nuestro país se continúa violando flagrantemente la letra y el espíritu de la ley, alojando en “comunidades terapéuticas” u otro tipo de lugares análogos a un número indeterminado de pacientes, mayoritariamente adictos, recluidos en ámbitos alejados de sus grupos familares y/o grupos de referencia. Cabe agregar que, en muchos casos, esos espacios están ubicados  en zonas de difícil acceso y escrutación.

Las mencionadas condiciones, los sistemas de convivencia  y regímenes disciplinarios que imperan al interior de esos espacios, muchas veces coaligados con los intereses de los laboratorios  no son nuevos, sino que datan de décadas. No obstante, los vientos regresivos que soplan desde hace meses en materia de salud mental obligan a pensar en unprobable  agravamiento futuro de estas situaciones.



"La locura se halló anudada a todas las grandes experiencias del Renacimiento. La primera de sus figuras, la más simbólica, es la Nave de los Locos, que aparece en el mundo de Occidente a finales del siglo xv, "extraño barco ebrio que navega por los ríos tranquilos de Renania y los canales flamencos". La Nave de los Locos se llamaba a los barcos que transportaban de una ciudad a otra, durante esa época, cargamentos de insensatos" (1).

Esos espacios naturalizados de internación siguen siendo un bastión inexpugnable para una ley con más de un lustro de vigencia, representan el núcleo duro de la resistencia de la psiquiatría convencional para con el nuevo paradigma e implican una violación rotunda del artículo 30 de la norma.

(1)    Foucault, Historia de la locura en la época clásica, t. I, México, FCE, 1967, p.69.