Abdullah  Öcalan es el líder político  indiscutido del pueblo kurdo, la “nación sin estado” (según las categorías políticas occidentales) más grande del mundo, con cerca de 50 millones de habitantes, que mayoritariamente ocupan los territorios de los cuatro estados-nación que los oprimen: Turquía, Siria, Irak e Irán.

Öcalan, nacido en 1949, fue atrapado en Kenya por los servicios secretos de EEUU, Turquía e Israel, y se encuentra preso en la isla de Imrali, un pequeño territorio insular turco donde se encuentra enclavada una cárcel de la que durante años (entre 1999 y 2009), "Apo" (Tío) como se lo conoce popularmente, fue el único prisionero, custodiado por alrededor de mil guardias.

El juicio mediante el que Apo fue condenado a cadena perpetua (en realidad, fue sentenciado a la pena capital, que con posterioridad Turquía abolió en el marco de sus intentos por ingresar a la Unión Europea) fue objeto de muchísimas críticas. No solamente por la violación extrema de derechos y garantías procesales propias de un sistema penal democrático, sino por la imprecisión de la acusación y la manipulación de las pruebas recolectadas durante un debate al que sus seguidores (millones de kurdos), caracterizan como una ficción.
También despertó la indignación de millones de kurdos y hasta la inmolación de 60 personas, que se quitaron la vida como manifestación de protesta por la detención de su máximo referente.

En su momento, la Corte Europea de Derechos Humanos (TEDH) condenó a Turquía por infligir un «trato inhumano» al líder kurdo. Según el tribunal, «un número de factores, tales como la falta de comunicación que permita evitar el aislamiento social de Öçalan o la persistencia de importantes dificultades de acceso a la cárcel hasta el 17 de noviembre 2009 constituyen un trato inhumano».


A pesar de que a partir de esa fecha Öçalan, de 64 años, fue reagrupado con otros cinco presos y la frecuencia de las visitas aumentó, el TEDH estimó que «en ausencia de cualquier mecanismo que permita revisarla, la pena de prisión perpetua impuesta al referente kurdo es una sanción incompresible e igualmente constituye un trato inhumano».
Según Estrasburgo, una pena de prisión «debe ser compresible, es decir, debe ofrecer tanto una oportunidad de alargamiento como la posibilidad de revisarla».
No obstante esta condena, el mismo Tribunal se negó a aceptar el pedido del cautivo para que se realizara una repetición de su juicio, en condiciones más compatibles con el paradigma del debido proceso legal.

Öcalan, todavía muy poco conocido en nuestra región, ha escrito durante sus años de encierro una obra  que bien podría catalogarse como uno de los hallazgos de teoría política más importantes desde de la caída de los socialismos reales.

Impedido prácticamente de recibir visitas, incluso a sus propios abogados, Öcalan ha reflexionado y escrito compulsivamente durante más de quince años, y su obra, lenta y trabajosamente, comienza a darse a expandirse por todo el mundo.

Un nuevo pensamiento, anticapitalista, anticolonial, antipatriarcal y con pretensión democrática y emancipatoria, nace en el Oriente Medio. Como lo caracteriza Atilio Borón en el prólogo del primer tomo de su libro "Orígenes de la Civilización", esta ideología contrahegemónica podría carcterizarse como "socialista y antiimperialista, feminista y antiestatal, comunitaria y ecologista".

Utilizando un lenguaje provocativo pero cálido, rigurosamente teórico pero a la vez accesible y preciso, el referente kurdo traza una semblanza acabada del mundo, de su historia, de la filosofía universal, de las principales ideas liberadoras generadas durante la modernidad,  y con ellas reinventa una dialéctica del  "permanente retorno" a sus tradiciones más profundas (el pueblo kurdo tiene una historia de luchas de más de 5000 años), abjurando de la modernidad capitalista, sus formas de apropiación y degradación de los recursos de la humanidad y sus productos culturales, acuñando en su lugar, como propuesta política, el concepto de "confederalismo democrático".
Öcalan no escatima reservas para con el marxismo ortodoxo, los movimientos de liberación nacional y las socialdemocracias. Su pensamiento deriva fatalmente en una caracterización crítica de los regímenes de países tales como Turquía, Siria e Irán, a las que señala como "imperialismos micro", poniendo seriamente en cuestión los vínculos que, con matices, se han estrechado durante el esplendor de los populismos latinoamericanos con Irán. Desde las perspectivas teóricas lideradas por Öcalan, estos acercamiento importaron gruesos errores políticos. No solamente por la connotación indiscutiblemente teocrática y antidemocrática del país persa, sino porque, para ellos, "una cosa es tener contradicciones con el imperialismo y otra cosa es estar en contra del imperialismo". Una mirada que, bien observada y proveniente de la realidad de ese margen, convoca a una urgente discusión en materia teórica y geopolítica sobre esos y otros aspectos.
Entre los cuales estaría la posibilidad de someter a la consideración de tribunales de opinión no solamente la situación de Öcalan, sino la conmovedora cantidad de crímenes masivos cometidos en medio Oriente por parte del imperialismo y sus aliados.