Por Lidia Ferrari (*)
En una época el Papa era conservador y, sino avalaba ideologías reaccionarias, suavizaba los decires disruptivos. Ahora, en la voz del Papa sudamericano, se enuncian verdades sin eufemismos y a contracorriente del coro neoliberal globalizado.
Dice claramente que la ideología de la meritocracia es para legitimar las desigualdades. Y también que al pobre se lo considera sin méritos y culpable, lo contrario al Evangelio. Las derechas están abrazando ese discurso porque vienen a empobrecer aún más a los pobres y a enriquecer aún más a los ricos. No sólo sostienen esta ideología sino que la están inoculando como sentido común generalizado.
Los programas de la derecha o ultraderecha son todos muy similares. Evidentemente deben tener una cocina de palabras e ideas bien centralizada, que desparraman con sus potentes dispositivos narrativos.
En una época el Papa estaba todos los días en los canales de televisión italianos y su palabra era muy escuchada. En estos tiempos, Italia parece no tener de vecino a la más eminente figura de la Iglesia Católica. Los medios hegemónicos no le dan el lugar que 'merece'.
(*) psicoanalista y escritora.