Por Eduardo Luis Aguirre.

Liz Truss ya es la nueva primera ministra del Reino Unido. La sucesión conservadora está garantizada y ahora se esperan las nuevas definiciones de la lideresa de 47 años una vez que comience su flamante administración.



Después de dos meses de competencia con el ministro de hacienda Rishi Sunak, los miembros del Partido Conservador han elegido a su nueva líder que, tras viajar a Balmoral y cumplir con el “besamanos” tradicional (que en realidad es un saludo protocolar con la reina) fue invitada formalmente por la, ahora extinta, Isabel II a formar el nuevo gobierno.

En años de vorágine para el reino Truss es la cuarta líder y primera ministra tory en poco más de seis años. Comienza a hacer historia la decimoquinta Primera Ministra de la Reina Isabel, y la tercera mujer que ocupa el cargo. Por eso, y por su extracción ideológica, muchos medios del mundo trazan un paralelo entre su figura y la de Margaret Thatcher, en una inquietante comparación que hace pie en su duro discurso neoliberal, sus amenazas de recortar el sector público, el endurecimiento de las relaciones con Europa, y sus críticas explícitas a China y Rusia.

Truss acredita una foja de servicios que le garantiza un conocimiento amplio del funcionamiento del estado. Fue elegida concejala del distrito de Greenwich, al sureste de Londres en 2006, parlamentaria en 2010. En 2014 se incorporó al gabinete de David Cameron como secretaria de Medio Ambiente. Luego fue Secretaria de Justicia y luego secretaria jefe del Tesoro con Theresa May, y finalmente secretaria de Comercio Internacional y de Asuntos Exteriores con el dimitente Boris Johnson, su mentor político a quien Truss guardó rigurosa lealtad incluso en los momentos de descalabro del gobierno del ex primer ministro. Esa actitud y la determinación de sus principios rígidamente conservadores le permitieron imponerse con cierta holgura al más moderado Sunak.

Truss es una libertaria económica declarada. Eso solo dice mucho. A pesar de haber apoyado en 2016 la inclusión del Reino Unido a la Unión Europea, abrazó con el mismo entusiasmo la causa de la supuesta conveniencia del Brexit. Lo mismo hizo con su propia ideología. De aquella joven liberal, criada en el seno de una familia laborista militante, ya nada queda en esta filósofa, politóloga y economista educada en la Universidad de Oxford. Es difícil en estos casos no traer a colación el designio de los conversos como un aforismo indiciario para entrever lo que vendrá.

La nueva primera ministra ha reiterado una especial dureza para con Rusia. Debemos recordar el duro encuentro que mantuvo meses atrás con el canciller Sergei Lavrov (una reunión a la que Rusia calificó como “un diálogo de sordos” a la vez que deploró la rigidez de la entonces encargada de las relaciones exteriores británicas), la amenaza pública de derrotar militarmente a Rusia en caso de ser elegida y la exigencia de que el gigante euroasiático habilite la salida de alimentos desde Ucrania, todos ellos pronunciamientos previos a su asunción. Si bien Moscú no espera mayores cambios en la continuidad de una relación distante, desde Kiev se alimenta una clara expectativa en el desembarco de Truss en Downing Street.

Debe añadirse que Truss deberá enfrentar, además de la situación pendiente con Rusia, otros retos de similar importancia. Los costos de la energía ponen en aprietos a buena parte de la población de su país, la inflación no cede y ha superado los dos dígitos anuales, lo que ha hecho que recrudecieran las huelgas, las protestas y la disconformidad social, la relación con Europa sigue exhibiendo diferencias no resueltas y el gobierno independentista de Escocia se presenta como otra situación problemática.

El temor que generan los antecedentes de Truss es una salida por derecha extrema del Reino Unido que profundice la crisis mundial. Thatcher es recordada sintéticamente por su mención respecto de que el capitalismo neoliberal ya no va solamente por los mercados sino que sus objetivos son el corazón y las almas de los sujetos. Veremos si la nueva ministra se empeña en emular concepciones tan extremas, cuyas consecuencias sufre el planeta entero.

Fuentes: La Vanguardia, France 24, Público.es, theconversation.com, swissinfo.ch