Por Eduardo Luis Aguirre



La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó Taiwan en una visita calificada como polémica, peligrosa y preocupante por analistas internacionales e incluso por funcionarios y expertos cercanos a la administración Biden.


Pelosi, de 82 años, llegó a Taiwan el pasado martes como parte de su gira por Asia, pese a que el sensible viaje no aparecía en su itinerario original, y aconteció en un momento complejo de la relación bilateral de ambas potencias y de la propia región, donde convergen otras situaciones críticas que involucran a distintos países, incluso Japón, en un contexto donde se profundiza la reivindicación soberana por parte de China sobre la isla. Por eso mismo, la decisión de Pelosi resulta en principio difícil de explicar e implica una jugada peligrosa cuyas consecuencias quizás no se han terminado de advertir. Sobre todo porque Estados Unidos hace otro gesto en otra región neurálgica, afectando una potencia que disputa su liderazgo y potenciando los conflictos que existen en esas latitudes, que no son pocos, precisamente.

De hecho, es esta la primera vez en 25 años que un presidente de la Cámara de Representantes visita Taiwán, una isla autogobernada que es considerada una provincia rebelde por República Popular China. El republicano Newt Gingrich fue el último en hacerlo, en 1997.

El conflicto entre China (nombre oficial República Popular China) y Taiwán (nombre oficial República de China) se remonta a 1949, cuando las fuerzas comunistas de Mao Zedong triunfaron en la guerra civil contra los nacionalistas de Chiang Kai-shek, que se exiliaron en la isla de Taiwán. Desde entonces, Taipei y Beijing reconocen la existencia de un solo país que debe ser reunificado —el principio de  "una China"- pero discrepan en cuanto a quién es la autoridad legítima. Por eso es que, una vez conocida la decisión de Pelosi de viajar a Taiwan el gobierno de China Popular advirtió sobre las posibles consecuencias atroces de la inesperada llegada de la funcionaria.

"El principio de 'una China' es el consenso universal de la comunidad internacional, la base política para los intercambios de China con otros países, el núcleo de los intereses de China y una línea roja y un resultado final incuestionables”, señaló ese mismo martes el canciller de China, Wang Yi, en un comunicado.

Una decena de aviones chinos rodearon de inmediato la isla y cuatro misiles sobrevolaron el cielo de Taipei en plena visita, una respuesta capaz de convulsionar la región y generar un escenario de tensión innecesario e inexplicable. Hay poblaciones de la isla que ya reivindican su pertenencia a China continental. Por más queel gobierno taiwanés intentó minimizar la reacción simbólica del gigante, a nadie escapó la envergadura e inmediatez de la misma. Una visita de apenas 19 horas amenazó desatar la cuarta gran crisis en el estrecho.

Una vez que Pelosi abandonó Taiwan con rumbo a Corea del sur, la posterior recepción oficial en Seúl fue particularmente fría por parte de las autoridades locales, no sólo para evitar la profundización del desencuentro con el gobierno de Xi Xinping sino para evitar segundas lecturas ya que la visita se realizó en la previa de un ensayo nuclear de Corea del Norte, el primero en el último quinquenio.



La prensa francesa hizo un análisis meticuloso sobre las consecuencias de la visitas, las decenas de aviones chinos surcando el cielo vecino y las posibilidades político militares realea de que China intente recuperar la isla en el corto plazo, un análisis claramente acelerado por la presencia de la visitante en un gesto de provocación sin precedentes.

Según France 24: "Decenas de aviones y barcos militares chinos entraron el viernes en la zona de defensa aérea de Taiwán, en el segundo día de las mayores maniobras militares de Beijing en torno a la isla. Las maniobras permiten a los expertos militares occidentales estudiar la modernización del Ejército chino".

"La isla de Taiwán está rodeada por todos lados por ejercicios militares chinos con fuego real. Los F-16 taiwaneses tuvieron que despegar de urgencia el viernes 5 de agosto, mientras 49 cazas chinos entraban en la zona de defensa aérea de la isla, según un comunicado del Ministerio de Defensa taiwanés. Trece buques de guerra chinos habían cruzado antes la línea mediana del estrecho que separa la isla de la China continental, mientras las autoridades de Beijing "probaban" ostensiblemente varios misiles balísticos.

Esta demostración de fuerza se presenta como una respuesta a la visita a Taipéi de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense. Pekín considera que la isla de Taiwán es parte integrante de su territorio, que debe ser devuelta al redil nacional por elección o por la fuerza. Las maniobras del Ejército chino, que continuarán hasta el mediodía del domingo, son una oportunidad para que los expertos militares occidentales estudien el equilibrio de poder en el estrecho de Taiwán. France 24 ha hablado con el profesor Alessio Patalano, especialista en estrategia marítima de Asia Oriental en el King's College de Londres.

¿Permiten los actuales ejercicios militares chinos determinar la capacidad de Beijing para llevar a cabo una invasión a Taiwán?

Es evidente que las capacidades militares de China han mejorado gradualmente. Si se compara con los ejercicios anteriores de 1995-1996 y de principios de la década de 2000, se puede ver que los chinos tienen misiles de mayor alcance y que han aumentado la calidad de sus municiones y capacidades militares (...). La armada china puede ahora desplegarse más cómodamente lejos del continente, más allá de la costa oriental de Taiwán. Pero todavía falta información sobre las capacidades de los submarinos chinos debido a la falta de fuentes abiertas.

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La amenaza militar es mucho más creíble que hace 20 años. Pero sigue sin estar claro si el Ejército chino puede realmente llevar a cabo una operación tan grande como la invasión de Taiwán.

La última guerra de alta intensidad en la que participó China fue en 1979. ¿Tiene el Ejército chino la capacidad de llevar a cabo operaciones conjuntas modernas que impliquen la coordinación de fuerzas navales, aéreas y terrestres?

Estos ejercicios pondrán a prueba hasta qué punto la reforma militar de 2016, que creó cinco áreas de mando conjunto, ha mejorado estas capacidades de coordinación. A primera vista, esto parece ser así.

Pero eso tampoco significa que esta coordinación sea perfecta de principio a fin. Estos ejercicios militares chinos durarán unos pocos días, mientras que una operación militar para invadir Taiwán llevaría mucho más tiempo. Como vimos con los planes de invasión rusa en Ucrania, hay una diferencia fundamental entre un plan en un papel y la prueba del terreno.

Taiwán carece de pilotos para su flota de aviones de combate F-16, según una reciente investigación de Bloomberg, que señala que las repetidas incursiones de aviones chinos están frenando los programas de formación de pilotos. ¿Podrían estos ejercicios militares chinos deteriorar las capacidades militares de Taiwán?

No necesariamente. El problema del piloto está relacionado principalmente con un periodo de transición entre dos posturas estratégicas. A mediados de la década de 2010, Taiwán quería pasar de un ejército de reclutas a una fuerza profesional dominada por voluntarios. Están volviendo un poco a eso, sobre todo porque el ejemplo de Ucrania demostró que un sistema con defensa territorial y civiles armados podía ser disuasorio.

Estos periodos de transición cuestan dinero y crean desequilibrios, por ejemplo, la falta de pilotos en un momento dado. Pero los taiwaneses son conscientes de ello y acabarán solucionando el problema".

La visita de Pelosi no puede dejar de leerse como formando parte de una estrategia más amplia. Si se amplia la mirada, aparecen algunas analogías. En Asia, a través de un hecho diplomático, se ha producido una sensibilización profunda de la situación regional, tendiente a comprometer a varios actores en un enfriamiento de las relaciones entre diversos países que parece estar dirigida a complicar a China. En Ucrania, al golpe de estado de 2014 le siguió una tentativa sistemática de jaquear a Rusia, lo que terminó en una guerra donde los afectados directos son los ucranianos, pero también los países europeos atados a los designios estadounidenses y la propia Rusia, obligada a sostener un conflicto que no buscó. Si se observan ambas situaciones, veremos que en las dos la actuación estadounidense tiende a debilitar a dos potencias no afines sin complicar en nada sus intereses estratégicos.



Fuentes: France 24, CNN y El Manifesto.