Por Eduardo Luis Aguirre
En las elecciones andaluzas del domingo pasado arrasó el Partido Popular. Como contrapartida, el socialismo de Pedro Sánchez perdió por casi 20 puntos obteniendo uno de sus resultados históricos más pobres. Andalucía fue durante mucho tiempo un bastión del PSOE. La derecha conmocionó esa regularidad y ganó esta vez con mayoría absoluta.
Más allá de las particularidades de la comunidad, es perfectamente lógico suponer que el resultado sugiere una amonestación categórica al vacilante gobierno español en su conjunto y proyectar una conjetura de lo que sobrevendrá en la nación. El voto a la derecha preocupa. El PP se prepara para volver a gobernar España, y VOX completa un escenario ultraderechista que no resulta difícil explicar ni de mensurar en su capacidad de daño. De hecho, durante la campaña, la formación neofascista no se privó de nada. Hasta invitó a participar en el cierre de campaña a la líder de Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni (imagen), en una exhibición de fuerza de una derecha que crece o que, en el mejor de los casos, encuentra cauces institucionales para agruparse en distintos países de Europa.
Junto a Macarena Olona y Santiago Abascal, Meloni dio un discurso en español, cargando contra los migrantes, las feministas, el colectivo LGTB(I), el aborto y la Unión Europea. Su partido es heredero del fascista Movimiento Social Italiano. No quedan dudas sobre su ADN ideológico.
El MSI fue fundado por veteranos fascistas en 1946 en Roma. El exoficial del gobierno fascista Giorgio Almirante se convirtió en el primer líder del partido. Los 2 objetivos del partido fueron revivir el fascismo de Mussolini y atacar a la democracia italiana.
"O se dice sí o se dice no: sí a la familia natural, no al lobby LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género", lanzó incrementando la euforia en su voz a medida de que el público español del mitin de Vox se entusiasmaba.
"SÍ A LA CULTURA DE LA VIDA, NO AL ABISMO DE LA MUERTE; SÍ A LA UNIVERSIDAD DE LA CRUZ, NO A LA VIOLENCIA ISLAMISTA; SÍ A FRONTERAS SEGURAS, NO A LA INMIGRACIÓN MASIVA"
Ante un aplauso generalizado de los votantes de ultraderecha y una ovación de pie, Meloni cerró su discurso con una expresión que desprendía odio: "Sí al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales; sí a la soberanía de los pueblos, no a las burócratas de Bruselas, y sí a nuestra civilización y no a quienes quieren destruirla".
"VIVA ESPAÑA, VIVA ITALIA, VIVA LA EUROPA DE LOS PATRIOTAS".
Así terminaba el discurso de la italiana, mezclando consignas que, como siempre en estos casos, sugieren adrede diferentes y confusionales lecturas que no alcanzan a encubrir esta expresión genuina de la derecha más dura.